miércoles, 21 de noviembre de 2018

Adolfo Bioy Casares / La invención de Morel / PNSL


Desde que abro el libro y veo al anónimo fugitivo llegar a la isla, no puedo evitar acompañarlo. Lo miro redactar línea tras línea el informe del prodigioso invento que habita el atolón, supuestamente deshabitado. La extraordinaria máquina activada con la energía cinética inducida por el mar, fue concebida por el genio de Morel. Yo me emociono por varias razones, entre ellas el recuerdo de mi infancia dibujando barcos, estar en una isla, y ver a mi corazón eterno de abril sentada sobre la arena de la playa, contemplando el atardecer.

Es verdad que la geografía de la isla encierra misterios, soy testigo de otras apariciones junto con mi anónimo compañero, entre estas la de Faustine, de quien el protagonista se enamora de inmediato. Veremos atardeceres inconexos, escenas repetidas pero distintas, lapsos de tiempo atrapados, invisibles nosotros en cada escena ante Faustine, Morel y demás habitantes del complejo de edificos encontrados en la ínsula, hasta hacernos dudar de nuestra cordura.

El enamorado prófugo anotará en su informe: "La hermosa de Faustine bien merece estas locuras, estos homenajes, estos crímenes. Yo la he negado, por celos o defendiéndome, para no admitir la pasión", 

Mapa de la isla

Al terminar de leer La invención de Morel cierro el libro, algo extraño me sucede. Yo también quiero inventar la inmortalidad. Ella no ha muerto, ni su ausencia la ha transformado en fantasma. Faustine estará dentro de esta invención, imagen táctil, olora, vital, en una realidad paralela. En otra estaré yo, contemplando a mi corazón eterno de abril. Él y yo, prófugos, atestiguaremos y descubriremos el porqué de la existencia de dos soles y dos lunas sobre la isla. Él y Faustine (Mi corazón y yo) Repetiremos las imágenes proyectadas por el invento de Morel, mientras nos vamos acostumbrando a la muerte, alcanzándola una y otra vez, en una suerte de disco eterno.

El invento de Morel


¿Quiénes habitan la isla? ¿Por qué el inventor es engañado por su invento? ¿Por qué busca Morel la perpetuidad del espiritu? ¿Por qué estoy atrapado también en esta extravagante fuga? ¿Dónde está mi galeón, dibujado en la fiera infancia? Sello el libro intentando que las imágenes repetidas sin pausa se detengan. Necesito reinventar la máquina que convoca a las presencias disgregadas, buscar a Faustine y al fugitivo, a mi corazón eterno de abril, y a mi... otro.

Adolfo Bioy Casares

Adolfo Bioy Casares (Buenos Aires; 15 de septiembre de 1914; 8 de marzo de 1999) fue un escritor argentino que frecuentó las literaturas fantástica, policial y de ciencia ficción. Es considerado uno de los escritores más importantes de su país y de la literatura en español, habiendo recibido la mención de Caballero de la Legión de Honor en 1981, el Premio Internacional Alfonso Reyes, el Premio Miguel de Cervantes (ambos en 1990) y el Konex de Brillante en 1994. Colaboró literariamente en varias ocasiones con Jorge Luis Borges bajo distintos pseudónimos. Fue esposo de la escritora Silvina Ocampo.

Dice la contraportada: Un prófugo de la justicia llega en un bote de remos a una isla desierta sobre la que se alzan algunas construcciones abandonadas. Pasado el tiempo, el protagonista descubre el fin de su soledad absoluta, ya que en la isla han aparecido otros seres humanos. Los observa, los espía, sigue sus pasos e intenta escuchar sus conversaciones. Ese es el punto de partida del misterio, del tránsito continuo de la realidad a la alucinación que poco a poco lleva al fugitivo hasta el esclarecimiento de todos los enigmas.

2 comentarios:

  1. Y leer de nuevo La invención de Morel sería como leerlo por primera vez. ¿Y no será que tiene algo que te lo borra todo para que no vayas por ahí con el chisme de su historia

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  2. Jejeje... ¿cuál historia? NO recuerdo nada, si acaso una leve interferencia en la definición del paisaje.

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