sábado, 28 de julio de 2018

YosoY / 28 de julio de 2018 / Tuxtla Gutiérrez.



 Nunca enésimas partes serán buenas, pero siempre serán buenas. Estas felices contradicciones me suceden de vez en vez, cuando de construir historias se trata. Ser cómplice de la coach Marisol será siempre un gustazo, como sucedió esta mañana de sábado, cuando asistí a retar a doce chicos, de los cuales conozco mejor a algunos, y descubro a otros.


No dejo de insistir con ellos de que estamos construidos de historias, propias, ajenas, de todos colores y sabores, que de a poco van formando al individuo que somos. No hay manera de que nos congreguemos sin aparecer en el medio una pequeña historia que nos alegra, nos inquieta o pone a prueba nuestro conocimiento previo..


En mi caso, a pesar de tener historias grises en las últimas semanas, fui a compartir con los muchachos un par de estrategias que sirven para detonar historias, enseñándonos a poner en práctica nuestro capital cultural, arriesgarlo, resignificarlo y devolverlo a nosotros, fortalecido.


Les conté de un palíndromo (de muchos breves y geniales) con el que se construye una historia colectiva, es decir, construida con el esfuerzo de todos. "Yosoy" es el nombre del ejercicio, y trata de lo siguiente.


Formados en círculo, se le pide a cada uno que se imagine una cosa o elemento de la naturaleza, que los defina en su personalidad. Por ejemplo, abrí plaza diciendo : "Yo soy un globo y dejo que el aire me lleve a donde sea". Con esa premisa, cada uno comenzó a reflexionar esa cosa o elemento de la naturaleza que los describía.


Diré los siguientes dos, para tratar de ejemplificar lo que quiero compartirles. La siguiente persona dijo: "Yo soy el viento calmo" (explicó que se sentía libre y sin prisa, serena), el siguiente dijo: "Yo soy el fuego que cocina el desayuno" (el fuego del desayuno, ese momento cálido tan de hogar), y así cada uno de los doce.


Cuando todos tuvieron el elemento de la naturaleza o la cosa que los describía, les pedí encadenar cada descripción, engarzando a manera de cuento cada uno... Algo así. Yo comenzaba diciendo: "Yo soy un globo y dejo que el aire me lleve a donde sea". La siguiente compañera añadió su descripción a la mía: "Yo soy el viento calmo que lleva al globo a donde sea", el tercer compañero dijo: "Yo soy el fuego que cocina el desayuno y desde la cocina ve al viento calmo llevar el globo a donde sea".


De apoco se fueron uniendo las demás descripciones, con más o menos complicaciones a la hora de recordar desde "el globo" hasta su propia descripción, y el encadenamiento más eficaz para la secuencia de lo narrado. Aparecieron el ave, un juguete lego, la nieve, el océano, la luz, la ola, el rayo, la rosa, entre otras más (doy solo la palabra clave, las descripciones fueron más ricas de lo acá reseñado).


Al final se terminó por construir una secuencia que bien puede escribirse, donde habitan personajes, acciones, escenarios, sucesos, fenómenos naturales, etcétera. El ejercicio es solo una pequeña parte que se refuerza con un par de lecturas y hasta un escrito, que no realizamos por la circunstancia del espacio y porque fue un ejercicio de mero acercamiento.


Ya habrá la oportunidad de completar el círculo de fomento y acompañamiento lector, en el entendido de que estamos buscando ganar lectores, ejercitando la memoria a través de la oralidad, el modo más antiguo que tenemos de contarnos y sabernos a través de otros.


Luego de superar el reto de contar una historia original a través de elementos individuales, como lo fueron las descripciones de cada uno, volvimos a retar a los muchachos con el sabroso MONDONGO, pero ahora con el agregado del estímulo bibliográfico (libros de narradores de la Centena Narrativa, editado por CONACULTA) para el equipo ganador.


No los aburriré contando lo que ya he dicho en entradas anteriores, de cómo se desarrolla el Mondongo. Lo que sé decirles es que estuvo aguerrido, y en esas dos dinámicas no llevamos hora y media ,sin sentirlo, con el pretexto de "retarnos" en el terreno de las letras y las ideas.


Me acompañó mi MiniMi, que después de terminado el cotorreo, me dijo. "Estuvo interesante". Ese comentario del crítico más feroz que puedo tener, me dejó más que satisfecho. A su vez él trae en su memoria la tortuga que habita un espacio de la casa, tocándola y enterándose de cómo esa tortuga y otra más, se ayudaban mutuamente para escapar del pequeño estanque, yéndose de vagos por el jardín.


Siempre seré agradecido de lo vivido, y éste sábado se suma a esa historia personal que me habita y que sigo construyendo, a pesar de los días grises, que igual me nutren.


Las fotos son cortesía de la coach Marisol, y los actores, las chicos y los chicas que participaron en este par de retos, de alcances inimaginables. 


 Por mejores lectores, y escritores... y lo que se acumule.