domingo, 10 de mayo de 2015

Historias del Kamishibai

La experiencia de compartir en el Ingenio, no solo historias sino también herramientas abstractas y concretas, llegamos al Kamishibai. Una herramienta poco utilizada para el acompañamiento pedagógico en los alumnos de educación básica. Y sospecho que se debe a los prejuicios que sobre el Kamishibai existe. Es más, me atrevo a pensar que no son prejuicios sino pretextos, porque la mera verdad, no es algo tan sencillo.

A principios de este año mi querido amigo Gil (alias el Pan) me persigno con un teatro de papel, literalmente. Los Kamishibai eran de madera, y se montaban en la parte trasera de una bicicleta, para después de anunciarse con un cencerro, dar inicio a la o las historias que se contaban a un costado de la calle. 


Una traducción rápida de Kamishibai sería Drama en Papel. Una historia en diez o doce escenas (hojas) con dibujos del cuento en turno.


Cuentan los que escriben sobre la historia de esta herramienta, que es de principios del siglo XIX que se tiene registro de esta manera de representación escénica. Pero de seguro (sabiendo de la tradición japonesa sobre teatro de máscaras y demás linduras) tiene más siglos de antigüedad.


Reitero entonces que el Teatro de Papel ocurre en las hojas con las escenas a contar, y no en el material con que se construye este pequeño teatro. Sin embargo, hoy es el material más común para elaborarlos. Y recuperando la anécdota, les presento el Kamishibai que me regaló Gil, y me hizo prometer que no debería permanecer en la sombra, guardando polvo.


Después de unos meses acá estoy, descubriendo los extraños caminos de la creación... no blasfemo, esto es en serio. Pero por si las moscas, corrijo, recreando el rollo del teatro de papel, de la única manera que conozco: experimentando. De acá les digo que el primer paso antes de lanzarse a construir sus propios teatros portátiles (en Internet hay infinidad de tutoriales) es adaptar una historia, dibujarla, pintarla y listo. Eso fue lo que le dije a los compañeros en el Ingenio.


Gracias a mi Corazón Eterno de Abril, quien me regaló el libro de Don Quijote, amigo mío (teatro de títeres), elegí una sola aventura: los molinos de viento. Esto fue lo que resultó:












Nos hallamos en la siguiente entrada, que viene cargada de muchas historias... Por mejores lectores.