jueves, 29 de noviembre de 2018

Carlos Prieto / Las aventuras de un violonchelo. Historias y memorias.


A propósito de las recomendaciones del acervo bibliográfico del Programa Nacional de Salas de Lectura, les quiero comentar de un libro que no está catalogado o seleccionado dentro de las salas, pero que para mí es un ejemplar muy querido. Es un texto buenísimo repleto de referencias que obligan a detener su lectura, y repensar las conexiones que Carlos Prieto fue hallando en su búsqueda de la genealogía del instrumento que lo acompaña desde 1979. Agudos especialistas afirman que para la promoción de la lectura, los promotores deben de actualizar sus referencias bibliográficas, leer lo actual, y eso lo comparto al cien por ciento. Pero cómo dejar de lado piezas tan chidas como ésta, escrita por Carlos Prieto, uno de los más grandes músicos vivos de México, admirado y reconocido en los cinco continentes. Yo lo tengo entre mis "clásicos modernos", y con una vigencia, pienso yo, bastante prometedora, y tan actual, que me encanta.


Antonio Stradivari
¿Y cómo llegué a ésta circunstancia? Les cuento. Todo comenzó cuando compartieron una imagen en "guasap" del pasaporte (falso) del milenario faraón Ramses II. Ray comentó sobre "otro personaje" que viaja por el mundo con su feliz compañero, el músico y además extraordinario escritor Carlos Prieto ¿Quién es? Pues nada más y nada menos que el Violonchelo "Piatti" fabricado en 1720 por el laudero Antonio Stradivarius. Mi querido zopilote hizo referencia al libro "Las aventuras de un violonchelo", editado por el Fondo de Cultura Económica (vaya a la librería, pregunte, y si le ofrecen algo doblado allá usted, éste blog no se hace responsable) en 1998, y reimpreso en 1999 (ejemplar que YoMeroMaromero tengo). Tuve la fortuna de hallarlo hace más de diez años en la librería Educal (que por cierto agoniza), ubicada en el Centro Cultural de Chiapas "Jaime Sabines". 

Carlos Alfredo Piatti (1882 -1901) y "El rojo"
Ese libro lo compré gracias a la sugerencia de mi querido amigo, el doctor Recinos de León. En su momento fue una grata charla con el violonchelista mexicano, que de manera entretenida me llevó en un viaje por el tiempo (y de la música de violonchelo), más que increíble. No sólo aprendí acerca de un instrumento que me gusta, y que es a su vez una de mis frustraciones. Les cuento de volada: Resulta que en la fonoteca de la Biblioteca Central de la UNACH, escuché alguna vez (y por primera vez) algo de Bach, la Suite Nº 1 para violonchelo solo en Sol mayor. Lo sé de memoria porque después de aquella ocasión no dejé de escucharlo, cada vez que iba a descansar las resacas de mis parrandas universitarias. Después supe de otras composiciones para violonchelo, pero a la suite de Bach no la cambio. Era entonces el inicio de los años noventa, y no me afané en saber más del violonchelo. 

Anatomía del Piatti

Carlos Prieto nos cuenta del nacimiento del que ahora es su violonchelo, en los talleres de la familia Sradivarius hace apenas doscientos noventa y ocho años. Si hasta parece que fue ayer. ¿O no? Una vez nacido fue bautizado con el nombre de "el rojo" por el barniz exclusivo de don Antonio. En ese mismo año de 1720 Bach componía las seis suites para violonchelo. Muchos manos lo tocaron, reyes, reinas, lauderos, músicos de la corte, aficionados. Viajó de ciudad en ciudad, de país en país, cruzando fronteras enmedio de guerras, ocultándose en lujosas mansiones, condenada a la dura sombra y al silencio, o cruzando el Océano Atlántico más de una vez. En ese trajín uno de los depositarios y protector de "el rojo", fue el músico Alfredo Piatti, de quien obtuvo su nuevo nombre. En esa suerte de interconexiones resultan vinculados al instrumento, entre otros personajes, Haydn, Goya, Casals, Falla, Hitler, Goebbels, Einstein (que toco el violín junto al Piatti en un terceto improvisado, en una fiesta de los Mendelssohn), y otros no tan lejanos como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis y hasta Jaime Sabines. Hoy el violonchelo (rojo... Piatti) construido por Stradivarius, pertenece a quien tiene un profundo amor por él: Carlos Prieto. Haga usted "click" en el nombre para verlos y escucharlos.

Carlos Prieto y "el Piatti"
Dice la contraportada (fragmento): En Cremona, pequeña población del norte de Italia, nació en 1720 un violonchelo que es actor importante de este libro: fue creado por Antonio Stradivarius y durante casi tres siglos ha conocido eras apacibles, turbulentas y trágicas. El personaje de esta biografía singular, extraordinaria, lleva el nombre de Piatti. 

Para descifrar sus aventuras, Carlos Prieto nos ofrece una breve historia de la laudería y de la trayectoria de sus principales exponentes, así como una relación de la música para violonchelo a través de los siglos y un anecdotario de sus viajes y conciertos con el chelo Piatti, que ya cumplió treinta años (treinta y nueve en 2018) en su compañía (desde 1979)

Carlos Prieto
Carlos Prieto nació en la ciudad de México el 1 de enero de 1937. Fue elegido el 13 de enero de 2011 para ser el 5º ocupante de la silla XXII. El 26 de enero de 2012 tomó posesión. 

Hizo estudios de violonchelo con Pierre Fournier en Ginebra y con Leonard Rose en Nueva York. Se graduó en ingeniería metalúrgica y economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts; además, cursó lengua y literaturas rusas en la Universidad Lomonosov de Moscú. Es considerado uno de los más destacados violonchelistas del mundo. Entre sus obras destacan Alrededor del mundo con el violonchelo, 1988 y 1989, De la URSS a Rusia, 1993 y 1994, Las Aventuras de un violonchelo, 1998-2011, Cinco mil años de palabras, 2005 y 2007 y Por la milenaria China, 2009 y 2010. Desde 1995 es Presidente de la Fundación del Conservatorio de las Rosas.

Ha sido galardonado con diversos reconocimientos, entre los que cabe citar: la Orden de las Letras y las Artes en el grado de Oficial de la República Francesa 1999, la Orden del Mérito Civil de España 2007, el Premio Nacional de las Ciencias y de las Artes en el Campo de las Bellas Artes 2007 y la Medalla Pushkin, otorgada por el Presidente de Rusia en 2008. Es, además, miembro del Consejo Asesor de Música y Teatro de Instituto Tecnológico de Massachusetts desde 1993 y miembro del Consejo Asesor de las Bellas Artes de la Universidad de Texas en Austin desde 2004.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Entrega de constancias de conclusión de preuniversitario. Septiembre - Noviembre / Teatro de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas / 28 de noviembre


Dicen que el asesino siempre regresa al lugar del crimen. Algo similar a lo vivido hoy sucedió varios años atrás, invitado por mi amigo Jorge Escobar, a quien acuso enteramente de ser el culpable de que esté metido hasta el cuello en el ingrato negocio de cazar lectores. El escenario es el mismo, el Teatro de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, en Ciudad Universitaria. En esa ocasión compartí el escenario con mi amigo Ray Zopilote.


Aquella mañana, antes de comenzar, nos dimos cuenta de que… ¡no sabíamos cómo comenzar! “Vas tú primero, dijo el Zopi”, y ¡patacuás! Salté al vacío. Ese momento verdaderamente momentáneo se encuentra disponible en el sitio de otro querido amigo: Emilio Ruiz Lláven. Fueron casi dos horas de cotorreo, de risas, emociones y vil despapaye, pero felices. Y en aquella mañana pretérita estuvo Maricela Sol Cuesy, quien años después me llamó por teléfono, y me invitó a lo acontecido la mañana de hoy.


Me acompañó mi padrino Juventino Sánchez Vera, el editor con más fe que conozco en la comarca y sus alrededores. Fue (y lo sigue siendo) el cupable (junto con Luis Daniel Pulido y Almada Broders) de la publicación de Billie Jean no es mi amante, que ha gozado de una vida saludable, si bien nada extraordinaria, al menos apacible, desde aquel lejano abril de 2012 (Abril, vientre de tristes flores. Si la ves, entrégale mi carta. Dile que vuelva con el viento de agosto… Chano Dixit).


“Tienen veinte minutos”, nos dijo nuestra querida anfitriona. ¿Qué se puede hacer con veinte minutos de impunidad, ante un auditorio de más de cuatrocientas almas? En menos tiempo cayeron imperios, secuestraron a estudiantes y los desaparecieron. En menos tiempo un cohete alcanza la estratósfera y también se puede perder a una mujer. Ahi estabámos nosotros con el tiempo en nuestras manos para atrapar a un lector. No cientos: uno.


Mi padrino abrió plaza hablando de la editorial que patrocina los cuentos ultracortos de YoMeroMaromero, de lo feliz que ha sido elaborando cada uno de ellos, y que había decidido establecer un precio especial para venderlos, compitiendo al tú por tú contra las marcas cerveceras nacionales y extranjeras. Plantándole cara a las tabacaleras, y próximamente a la mariguana, porque mi padrino es así, de arranque. ¡Treinta y cinco pesos! Y lo más osado: tres ejemplares por cien pesos. ¡Tómala, caguamón! ¡Tómala, cigarro de sabores!


No hubo más que aprovechar para decirles que si no leen se los va a chupar el sistema. Que leer les abonaba a su capital cultural. Que leer les daba la posibilidad no de tomar el poder, sino de responderle al poder, de argumentar y de hacer escuchar sus voces. Que leer y escribir (usar las palabras) quizá no los volvería unos artistas, pero de seguro les evitaría ser esclavos. Que nosotros somos lo que leemos, no sólo en los libros, también en esas otras lecturas halladas mientras vivimos, mientras nuestros sentidos experimentan y resignifican lo que nos rodea.


Por supuesto que nos reímos, pero también sé que cada uno se llevó algo, en esos veinte minutos de impunidad a mansalva, incluídos mi padrino Juve y YoMeroMaromero. Porque somos seres cambiantes, porque estamos hechos de historias, porque antes de llegar a encontrarnos anduvímos buscándonos. Porque el asesino siempre vuelve al lugar del crimen y yo regresé, encantado, para subir a la cresta de la ola y surfear, terco... feliz.


Lo demás fue lo de menos. La impunidad de firmar libritos de Dos a tres caídas sin límite de tiempo, la impunidad también de firmar los libros de otros como si fueran míos (de Héctor y Chincho) mientras respondía preguntas honestas, bondadosas, agradeciendo el aguante de los muchachos porque tuvieron un par de minutos para huir de nosotros y no lo hicieron, por interés o por morbo, vayan ustedes a saber.


Terminamos exactos los veinte minutos. El tiempo de la firmadera fue otro (bendita impunidad). Al final sólo quedó el eco de nuestras miradas en el teatro, vacío de cuerpos, pero lleno de esperanzas. Salimos mi padrino y yo por una de las puertas laterales, extasiados. Nos pareció que habían transcurrido horas dentro, pero no. El tiempo y el espacio jugando otro de sus malos ratos.


Dicen que hay vídeo en el feis, pero ni me consta porque no uso. Mi padrino Fausto pegó un enlace del mentado vídeo en tuiter. Otros buenos amigos me enviaron fotos de lo acontecido, contentos por mí, que a esas horas ya me encontraba lejos de la cresta de la ola… lejos del mar. ¿Volveremos? No lo sabemos. Lo que sí sé, es que estuve, estoy y estaré eternamente agradecido con Jorge Escobar por su empuje, por su paciencia conmigo, porque sin esa energía yo estaría quién sabe dónde, quién sabe en qué.

El Hugo de incógnito
Gracias de nuevo a la licenciada Maricela Sol Cuesy, Directora de Fortalecimiento Preuniversitario de la UNICACH. Gracias a nuestro amigo Diego Gámez, por su generosidad a la hora de aventarnos al ruedo. Gracias también a los que nos critican, porque sin ellos ésto sería sólo "miel sobre hojuelas" (benditas metáforas). Gracias... Por mejores lectores y escritores...

Mi padrino y YoMeroMaromero, extraviados pero con un chingo de fe.

martes, 27 de noviembre de 2018

Julio Verne / El castillo de los Cárpatos / PNSL



No sólo los personajes me siguen hablando en esta suerte de lamento personalísimo. Ya antes Hipócrates me dijo (sí, me lo dijo... ¿a ustedes no?): "El arte es largo", y en ésta historia de Julio Verne vaya que lo es. Dicen que lo escribió por entregas y para jóvenes, y eso se me hizo doblemente atractivo (porque soy eternamente joven). 

A cada capítulo el misterio creciendo y el miedo también. El autor nos regala una historia de amor y terror, donde se desata la angustia entre los habitantes de un poblado de Transilvania ante la posibilidad de que el lúgubre castillo situado en una de las partes más escabrosas de los montes Cárpatos, esté habitado por demonios, fantasmas y animales extraodinaros, venidos todos del inframundo. 

La Stilla, prisionera en el castillo de los Cárpatos.

Las descripciones que hace el escritor de los escenarios son generosos, casi cinematográficos, y los diálogos logran la tensión necesaria para "sentir" lo que va sucediendo desde la llegada a la meseta de Orgall, luego a las afueras del castillo, y después en el interior de éste (donde sucede lo mejor pero que no les voy a contar). 

Dice el doctor Patac: "¡Para estar mal, cualquier sitio es bueno!" Yo estoy de acuerdo, y me dispongo, igual que el impostor de Patac, igual que los habitantes de Werst (y de la novela en sí) a declarar los días martes y viernes como malignos, y a evitar salir a la calle para no encontrarme con mis demonios. Dos días que reduciré a uno solo: martes (martis díes). Martes aciago para quedarme sin ciudad y para vivir el resto en la más gótica de las circunstancias, en mi castillo interior, porque la mujer que amé se ha convertido en un fantasma. (y) Yo soy el lugar de sus apariciones. (Arreola dixit)

El Barón de Gortz se encuentra con Télek.
Dice la contraportada: Publicada en 1892, el castillo de los Cárpatos es una novela que se aleja un tanto de los temas científicos y se inscribe en la literatura gótica, cercana al género vampírico, y que resulta ser una de las historias más logradas de Julio Verne. Stilla, una exitosa cantante de ópera, es admirada por el barón Rodolfo de Gortz, quien sin hablar, sin escribirle, sin intentar acercarse a ella, la sigue por los más diversos escenarios de Europa para oírla y verla actuar, ya que para el esto se ha convertido en una imperiosa necesidad. Pero la propuesta de matrimonio del aventurero conde Franz de Trelek, y el virtual retiro de los escenarios de la cantante, ponen en peligro esta maniática aunque hasta cierto punto discreta persecución. De aquí surge una historia de escabrosas consecuencias, pues ocurren hechos extraños en el castillo de los Cárpatos, refugio del barón de Gortz. Las leyendas misteriosas serán el alimento de los pobladores de las cercanías del castillo, en el corazón de Transilvania, por más que los hechos finales se aclaren convenientemente. Novela en la que algunos han visto prefiguradas la invención del holograma y la televisión, muestra en sus páginas finales los resultados -con insospechadas consecuencias- de un envidiable manejo de la trama.

Julio Verne

Jules Verne. Nantes, 1828 - Amiens, 1905. Escritor francés considerado el fundador de la moderna literatura de ciencia ficción. Predijo con gran precisión en sus relatos fantásticos la aparición de algunos inventos generados por los avances tecnológicos del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales. Libros más destacados: 20.000 Leguas de Viaje Submarino, Alrededor de la Luna, Cinco Semanas En Globo, De la Tierra a la Luna, El Faro del Fin del Mundo, La Isla Misteriosa, La Vuelta al Mundo en 80 Días, Los Hijos del Capitán Grant, Miguel Strogoff, Viaje al Centro de la Tierra.



viernes, 23 de noviembre de 2018

Etgar Keret / De repente un toquido en la puerta / PNSL


"V" (mujer de ojos grandes) me dice que no mintió, que no miente y que no mentirá jamás. Me digo a mí mismo: "¡Esta mujer es una santa!" Yo estoy entrampado en Mentirilandia, de hecho estoy entrampado en los treinta y nueve cuentos de Etgar, de los cuales me han marcado de manera definitiva una decena. Es inevitable encontrarme en los personajes de Keret. Soy el hombre abandonado que desayuna solo todas las mañanas, saludablemente, hasta que decide ser lo que otros buscan. También soy aquel que tiene los ojos cerrados, viviendo otra vida en esa otra realidad (las benditas otredades) donde ama a otra mujer, donde goza de verdad esa fuga, porque la real está rota ¿O es esa la ficción? Soy el vendedor de pólizas, el niño que repite "quiero quiero quiero quiero...", el suicida ausente, la última palabra pronunciada antes de morir, la guayaba que mira desde su rama el distante suelo que está a punto de enfermarlo de gravedad, al diminuto instante donde se fraccionará en lugar de reproducirse, el hombre negro en medio de blancos, o el hombre y la mujer con bombas como segunda piel, antes de inmolarse por distintos motivos.

¡Cuéntame un cuento!
Pero Mentirilandia es mi favorita. Antes de este hallazgo platicaba con mi buen amigo y compadre Aarón sobre los cuentos que nunca trascienden (incluídos los propios). Sobre libros extraviados en los estantes, y que al reencontrarlos después de algunos años, recordamos las portadas, inclusive llegamos a veces a conocer al autor o autores, pero al intentar recordar alguno de los textos contenidos en X o Y edición, no viene nada a nuestra memoria. Eso es triste, es casi para contarlo (a lo Etgar, que aprovecho para decir, son cuentos casi inolvidables). No resistí hacer mi encuesta "montañowsky": ¿Recuerdas cuál fue la primer mentira que dijiste? ¿Cuándo fue la última vez que mentiste? Hay de mentiras a mentiras, aunque "V" discrepa e insiste en que no hay mentiras grandes o chicas. Yo discrepo de ella, que discrepa. La verdad es que hay mentiras terribles, y mentiras encantadoras. Pero imagina tú... ¡sí, tú!, que alguna (o muchas) de tus mentiras se aparecieran un día frente a ti, es decir, que tus mentiras se hicieran reales... verdaderas. A mí me está sucediendo. He abierto esa puerta sin quererlo. Es más, ahora mismo una de ellas se encuentra sentada a mi lado, acariciando mi soledad.

Etgar Keret

Etgar Keret nació en Ramat Gan, Israel, el 20 de agosto de 1967. De raíces polacas, es el tercer hijo de unos padres sobrevivientes al holocausto. También es un escritor de cuentos cortos, guionista de televisión y director de cine israelí, considerado el máximo exponente de la narrativa moderna en hebreo, por su empleo del lenguaje corriente para contar historias donde la vida cotidiana, el humor negro, el surrealismo, lo grotesco y lo pueril forman parte de un mismo universo. Sus cuentos, consumidos masivamente en Israel por un público mayoritariamente adolescente, se han traducido a más de diez idiomas. En tanto, su carrera cinematográfica es muy promisoria. Es profesor en la Universidad Ben-Gurión del Néguev en Beerseba, y la Universidad de Tel Aviv. Vive en Tel Aviv con su esposa, Shira Geffen, y su hijo, Lev. 

Dice la contraportada: De repente un toquido en la puerta hilvana un cúmulo de historias, personajes entrañables y situaciones hilarantes y al mismo tiempo desconcertantes que caracterizan a los breves pero contundentes relatos de Etgar Keret. Llenos de humor, tristeza, compasión, pero sobre todo de un gran sentido del absurdo de la vida, los cuentos que componen este libro, considerado su trabajo más maduro hasta ahora, han confirmado a su autor como uno de los escritores más originales de su generación. Un pez-genio capaz de conceder deseos, un agujero que conduce a una dimensión desconocida en la que podemos vivir con las mentiras que contamos, un hombre capaz de saber y decir por anticipado exactamente lo que uno dirá tres segundos después, uno más que de tan aburrido se sienta todos los días en un café y se hace pasar por alguien que no es, una malograda fiesta sorpresa a la que asisten tan solo tres personas que ni siquiera conocen bien al festejado, una empresa que vende buen clima todo el año, niños berrinchudos pero a la vez nobles y muy bien educados, hombres neuróticos, mujeres posesivas y solitarias, gente prejuiciosa, otros que sólo piensan en hacer dinero… toda una extraña pero muy familiar fauna a través de la cual el autor satisface los deseos no sólo de sus lectores sino incluso de sus mismos personajes, que en uno de sus cuentos, le piden a un tal Keret, a punta de pistola, que les cuente una buena historia, «no cualquier historia, sino una verdaderamente buena». Y cuando éste está a punto de hacerlo… alguien más da, de repente, un toquido en la puerta.


jueves, 22 de noviembre de 2018

Juan Villoro / La cancha de los deseos / PNSL



Hubo una buena época en la que México, o mejor dicho, la selección mexicana de fútbol, perdía la mayor parte de los partidos contra potencias mundiales. Quizá estoy escribiendo estupideces, así que intentaré explicarme.

La selección de fútbol perdía partido tras partido pero dejando "alma, vida y corazón" (dijera un afamado comentarista). Se vendía cara la derrota ya fuera en cancha propia o ajena, ¡y hasta lágrimas había!, pero no por la derrota sino por la impotencia de no jugar un mejor fútbol, que complementara el esfuerzo de todos.

Yo crecí en esa realidad, cuando "la verde" enfrentaba a equipos poderosos como Brasil. Uno de esos tantos encuentros sucedió en el estadio azteca, a principios de los años ochenta. Frente al televisor familia, amigos y vecinos nos decíamos "¡Hoy si le va a costar a los brasileños ganarnos!", y hasta nos poníamos pitonisos aventando marcadores posibles del encuentro: uno a cero; dos a cero; tres a cero. Un marcador más abultado significaba una derrota humillante, y no una derrota digna... y hasta honorable. Reitero que los goles los anotaría Brasil, y no México, pero cuando eso sucedía, ¡no, no no! Era la locura. "¡No se van a ir limpios, p.....s!" decía alguno; en resumen: quedábamos más conformes.


Garra

¡Qué manera la nuestra entonces de perder en esos encuentros! Caían derrotados, sí, pero con garra, con enjundia, sin quedarse nada y dejándolo todo... hasta las lágrimas. Este recuerdo y otros más (ochenteros) son de un fútbol de otra hechura, de otra sustancia. Era un deporte, una batalla, y no un triste negocio. Yo mismo experimenté esa garra en el barrio del niño de Atocha, entre patadas, codazos, piñazos arriba y abajo, además de genialidades que hoy son una rareza: dribles, túneles, paredes exquisitas, sombreritos, fintas a diestra y siniestra, remates "de palomita", chilenas, tijeras y cañonazos descomunales, desbordes endemoniados por las bandas, pero sobre todo las atajadas. ¡Atajadones!

Literalmente la cancha de los deseos... pero los deseos de que lo contado arriba vuelva, como le sucede a Arturo, que extraña igual o más que yo no sólo el triunfo, sino la garra, la derrota al borde del heroísmo, lo épico en el campo de los sueños. Pero no sucede así. La selección del país donde Arturo vive tiene el apodo de Los putrefactos. Tan fregada está la cosa, que tiene "estrellas" como Batman Mazapán, que falla cada uno de los tiros de "pénal" que le asignan ¿Y por qué no cambian de tirador? Porque nadie tiene el porte y la clase para fallar como él. ¡Qué garbo! ¡Qué estilo! ¡Qué sangre fría! La ciencia, el amor, la pasión del jugador número doce, y el volver a disfrutar el otrora juego más hermoso del mundo, quizá y salve a Los putrefactos, en el próximo mundial.

Cualquier parecido con la selección mexicana no es ninguna coincidencia. 


Juan Villoro

Juan Villoro nació en México, en el Distrito Federal, el 24 de septiembre de 1956. Estudió Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana. Condujo el programa de Radio Educación, “El lado oscuro de la luna” de 1977 a 1981 y fue agregado cultural en la Embajada de México en Berlín Oriental, dentro de la entonces República Democrática Alemana, de 1981 a 1984. Ha ejercido como director del suplemento “La Jornada Semanal” de 1995 a 1998, además de impartir talleres de creación y cursos en instituciones como el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad Nacional Autónoma de México. Como redactor ha colaborado en las revistas Cambio, Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Universidad de México, Crisis, La Orquesta, La Palabra y el Hombre, Nexos, Vuelta, Siempre!, Proceso y Pauta, de la cual fue jefe de redacción, así como en los periódicos y suplementos La Jornada, Uno más uno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, Sábado, entre otros.

Dice la contraportada: Las pasiones se desbordan en el estadio del Club Atlántida. La gente alienta con fervor a la selección nacional de fútbol, en especial a Pancho, el delantero ídolo de las multitudes.

A pesar de todo el cariño de la afición, el equipo es muy malo y su clasificación al Mundial corre peligro. Arturo y su padre, un científico brillante e imaginativo, pondrán todo su empeño para que el magnetismo del público convierta a los jugadores en unos magos del balón.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Adolfo Bioy Casares / La invención de Morel / PNSL


Desde que abro el libro y veo al anónimo fugitivo llegar a la isla, no puedo evitar acompañarlo. Lo miro redactar línea tras línea el informe del prodigioso invento que habita el atolón, supuestamente deshabitado. La extraordinaria máquina activada con la energía cinética inducida por el mar, fue concebida por el genio de Morel. Yo me emociono por varias razones, entre ellas el recuerdo de mi infancia dibujando barcos, estar en una isla, y ver a mi corazón eterno de abril sentada sobre la arena de la playa, contemplando el atardecer.

Es verdad que la geografía de la isla encierra misterios, soy testigo de otras apariciones junto con mi anónimo compañero, entre estas la de Faustine, de quien el protagonista se enamora de inmediato. Veremos atardeceres inconexos, escenas repetidas pero distintas, lapsos de tiempo atrapados, invisibles nosotros en cada escena ante Faustine, Morel y demás habitantes del complejo de edificos encontrados en la ínsula, hasta hacernos dudar de nuestra cordura.

El enamorado prófugo anotará en su informe: "La hermosa de Faustine bien merece estas locuras, estos homenajes, estos crímenes. Yo la he negado, por celos o defendiéndome, para no admitir la pasión", 

Mapa de la isla

Al terminar de leer La invención de Morel cierro el libro, algo extraño me sucede. Yo también quiero inventar la inmortalidad. Ella no ha muerto, ni su ausencia la ha transformado en fantasma. Faustine estará dentro de esta invención, imagen táctil, olora, vital, en una realidad paralela. En otra estaré yo, contemplando a mi corazón eterno de abril. Él y yo, prófugos, atestiguaremos y descubriremos el porqué de la existencia de dos soles y dos lunas sobre la isla. Él y Faustine (Mi corazón y yo) Repetiremos las imágenes proyectadas por el invento de Morel, mientras nos vamos acostumbrando a la muerte, alcanzándola una y otra vez, en una suerte de disco eterno.

El invento de Morel


¿Quiénes habitan la isla? ¿Por qué el inventor es engañado por su invento? ¿Por qué busca Morel la perpetuidad del espiritu? ¿Por qué estoy atrapado también en esta extravagante fuga? ¿Dónde está mi galeón, dibujado en la fiera infancia? Sello el libro intentando que las imágenes repetidas sin pausa se detengan. Necesito reinventar la máquina que convoca a las presencias disgregadas, buscar a Faustine y al fugitivo, a mi corazón eterno de abril, y a mi... otro.

Adolfo Bioy Casares

Adolfo Bioy Casares (Buenos Aires; 15 de septiembre de 1914; 8 de marzo de 1999) fue un escritor argentino que frecuentó las literaturas fantástica, policial y de ciencia ficción. Es considerado uno de los escritores más importantes de su país y de la literatura en español, habiendo recibido la mención de Caballero de la Legión de Honor en 1981, el Premio Internacional Alfonso Reyes, el Premio Miguel de Cervantes (ambos en 1990) y el Konex de Brillante en 1994. Colaboró literariamente en varias ocasiones con Jorge Luis Borges bajo distintos pseudónimos. Fue esposo de la escritora Silvina Ocampo.

Dice la contraportada: Un prófugo de la justicia llega en un bote de remos a una isla desierta sobre la que se alzan algunas construcciones abandonadas. Pasado el tiempo, el protagonista descubre el fin de su soledad absoluta, ya que en la isla han aparecido otros seres humanos. Los observa, los espía, sigue sus pasos e intenta escuchar sus conversaciones. Ese es el punto de partida del misterio, del tránsito continuo de la realidad a la alucinación que poco a poco lleva al fugitivo hasta el esclarecimiento de todos los enigmas.

martes, 20 de noviembre de 2018

Benito Taibo / Persona normal / PNSL



¡Qué aburrido hubiera sido ser normal! Éste que soy confiesa que ha vivido, y que encarrilado hacia los cincuenta, confiesa también que no ha sido una persona normal. ¿Y qué diantres es una "persona normal"? Las personas que gozan de ese adjetivo son aquellas que siguen las normas, que tienen conductas o acciones "correctas". Luego, ¿qué es lo correcto? Se aceptan definiciones.

En lo personal, tengo el privilegio de contar con tíos (presentes y ausentes) parecidos al Tío Paco, uno de los protagonistas de la aventura narrada chingonamente por Benito Taibo. Tuve una educación académica, pero también una educación sentimental donde mis tíos Chepe, Oscarín "El Furibundo", Quincho y Carlitos (mi padrino) me compartieron consejos, anécdotas, revistas, libros, arte, música, fotos, viajes, y demás artilugios que me brindaron emociones que rara vez hallé en las escuelas.



Crecí libre cual jabalí de monte; no me obligaron ni a ser católico, ni a estudiar alguna profesión para aliviar frustraciones familiares. Lo único que me pidió mi madre es que fuera una buena persona (una noble bestia). Ahora bien, al igual que el Tío Paco, también arrastro pecados que de vez en vez me recuerdan que nada es suficiente, y no me relajo y redoblo mis esfuerzos por seguir tratando de ser Hugo, sin más, y comparto con los otros (bendita otredad) los mundos que me habitan. Trato de vivir, a mi manera, desde la construcción.

Benito Taibo narra con genuina frescura la historia de Sebastián, un adolescente que es todo lo que lee, menos una persona normal. Inevitablemente lo asocio con mi hijo, quien pronto cumplirá once años. Es lector de sagas aunque le interesa también la ciencia. Hace poco le obsequié un libro de bolsillo titulado "¿Podemos viajar en el tiempo?" Le heredaré dos hileras de textos sobre divulgación científica, junto con el resto de los libros de mi biblioteca. Realizaré de alguna manera lo hecho por el Tío Paco con Sebastián; igual que lo hicieron mis tíos conmigo el siglo pasado, construyendo desde entonces mi acervo literario, desde la adolescencia hasta hoy.

¿Y por qué lees? Me preguntan los que no leen. Les contesto entonces lo dicho por Gabriel Zaid: "si leer no sirve para ser más reales, ¿para qué demonios sirve?" O lo dicho por Gianni Rodari: "Todo el uso de las palabras para todos, no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo". En resumen, leer y escribir no para obtener el poder, sino para contestarle al poder, responderle, cuestionarle lo que considera "correcto". Leer también, en lo particular, me acompaña y hace más llevadero mi camino hacia la muerte, donde me espero.

Benito Taibo / Foto: Roberto Uriel Torres

Benito Taibo. Es escritor, periodista, entusiasta promotor de la lectura entre los jóvenes y actual director de Radio UNAM. Inició su camino en la literatura como poeta con Siete primeros poemas (1976), Vivos y suicidas (1978), Recetas para el desastre (1987) y De la función social de las gitanas (2002). Ha publicado en Planeta sus novelas Polvo (2010), Persona normal (2011), Querido Escorpión (2013), Desde mi muro (2014), Cómplices (2015) y Corazonadas (2016). 

Dice la contraportada: Tenía un par de padres divertidos y jóvenes, llenos de sueños y de planes. Pero a mis doce años, cinco meses, tres días y dos horas y cuarto, aproximadamente, me quedé sin ellos... Desde que el tío Paco se hizo cargo de él, Sebastián ha vivido aventuras increíbles: tuvo un encuentro inesperado con un enorme felino, conoció a uno de los últimos vampiros que viven en el DF; frente a su casa vio a un mítico personaje saltar de la góndola en la que viajaba, para rescatar a una joven de una inundación; consiguió un mapa estelar para un pobre extraterrestre perdido en la Tierra, sobrevivió el embate de un enorme monstruo marino, peleó al lado de los sioux para defender su territorio de los colonizadores? ¿Qué pasa con Sebastián? ¿Acaso no es una «persona normal»?




viernes, 16 de noviembre de 2018

Lu Hsun / Diario de un loco / PNSL

"Te volviste loca y disparaste frente a mi".
Chico Trujillo

"Mi locura es sagrada, no la toquen".
Salvador Dalí



En la mirada del otro (bendita otredad), en el lugar del otro, la perspectiva de las cosas cambia. Dicen que hay locuras, muchas; trastornos que apenas y se alcanzan a identificar entre los individuos hasta que se exageran. Yo, por ejemplo, soy un individuo "ciclótico" de tiempo atrás, aunque de eso me enteré hace poco, que me quedé vacío, sin costilla, sin abril ni ciudad. Trato de llevar mi perturbación sin sobresaltos, aunque es difícil. Recién me estreno con este desorden (otro), y mi lado oscuro me lo recuerda a cada rato. Son más las derrotas que los éxitos tratando de domarlo, y he considerado seriamente escribir un diario, como el expuesto en el libro "Diario de un loco", del escritor chino Lu Hsun (Xun).

Fue inevitable pensar en Gógol y de su escrito del mismo nombre: "Diario de un loco". Recuerdo eso por los promocionales en la televisión sobre una adaptación teatral del mismo, actuada por Carlos Ancira y dirigido por Alejandro Jodorowsky. En el personaje (un burócrata, para variar) del cuento de Gógol, descubrimos cómo va perdiendo la cordura de manera gradual, hasta caer en la demencia absoluta.



Caso contrario en el relato de Lu Hsun (sin duda influenciado por la literatura y el cuento de Gógol), donde el personaje sufre de un delirio de persecución, y teme ser devorado por la comunidad donde vive. Sospecha de extravagante canibalismo hasta de su hermano, quien lo cuida. Éste personaje sostiene en las entradas del diario que los demás están dementes (no él), haciendo profundas reflexiones al respecto. A golpe de sesudos análisis sobre la demencia de los otros, corre una suerte distinta al personaje de Gógol, saltando de la locura a la cordura.

Todos estamos locos, dijo alguna vez el Lobo Estepario, y yo le creo. Le creo a Gógol y a Lu Hsun. La locura está en la esperanza, en la poesía, en dios, en estas líneas, en el aire, en ti, en mí, en ella (sí, tú)... quizá la diferencia sea que yo he decidido aceptarla en mi vida, y al igual que el personaje de Lu Hsun, la reflexiono profundamente.


Lu Hsun

Lu Hsun. También conocido en español como Lu Xun o Lu Sin, nació en 1881 en la provincia de Chekiang y murió en 1936 en Shangai. No sólo se le considera el fundador de la literatura china contemporánea, sino que fue uno de los más grandes pensadores y revolucionarios de su época. Es autor de tres libros de cuentos: A las armas (1922), Vagar incierto (1925) y Leyendas vueltas a narrar (1935). Además de narrador fue ensayista notable; es famosa su Breve historia de la novela china.

Dice la contraportada: “Diario de un loco”, relato que da nombre a este libro, ha sido considerado por los críticos como una declaración de guerra contra la sociedad feudal china. Con este cuento el autor dio origen a la literatura china moderna. Ser escritor en la China del siglo pasado no era una labor envidiable: Hsun tuvo que recorrer buena parte del territorio de su país empleándose como redactor de periódicos y rpofesor en colegios y universidades. Su vida fue azarosa y llena de contrariedades, pues ser escritor y, además, ensayista crítico y revolucionario no eran tareas que fueran bien vistas en una nación que todavía mantenía vicios feudales.

El volumen incluye otros dos relatos, “La verdadera historia de Ah Q” y “La lámpara eterna”, ambos relatos donde la locura (bendita locura) pasa a ser una variante más de la realidad. La traducción es de Sergio Pitol.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Tibor Déry / El ajuste de cuentas / PNSL


Colección Sergio Pitol. Traductor (México: Universidad Veracruzana, 2007

No hay nada más gratificante que hallar un libro de cuentos intenso, desolador, metafórico. Tibor Dery logra que me pierda al encontrarlo, en las tres historias narradas por él. Ayer me lo contó todo sólo a mi... que me contaba.

"¿Es que acaso los que escapan no están haciendo política?" Dice uno de los muchos pasajeros dentro del tren (¿la vida?) que va de Budapest a Sopron, ciudad cercana a la frontera (¿la muerte?), entre los que se encuentra un honorable profesor (con el cual me identifico, no como profesor, sino un ser errante, extraviado; huérfano), y entonces a la palabra política la sustituyo por un opuesto a la consecuencia de la fuga, de la huida de algo o alguien, que es mi realidad más inmediata, mi ahora: ¿Es que acaso los que escapan no están congregándose? ¿Es que acaso los que escapan no están entrando? ¿Es que acaso los que escapan no están cayendo? ¿Es que acaso escapar no es encontrarse?

Mito de Filemón y Baucis


 O bien en el cuento "Amor" soy "B", un prisionero al que liberan después de siete años de encierro, que es arrojado a la ciudad absurda, nada distinta de la cárcel. Arriba del bus entre otros prisioneros menos ajados que él, aunque igual o más solos en la devastación de la guerra, "B" se descubre huérfano de mujer, de hijo, de casa. Los busca lleno de dudas, y será la duda la que lo habite desde el inicio, cuando es liberado, hasta hallarse con ella, quien a cada gesto de felicidad, él le responde con interrogantes: ¿Te reacostumbrarás a mí? ¿Me amarás? ¿Dormirás conmigo' ¿Te quedarás?  

O bien en la tercera historia, la de Filemón y Baucis (metáfora griega) donde la pareja habita una casa que se encuentra en medio de la guerra estulta, que nada sabe de la paz. Ella medio sorda, él de una paciencia nostálgica, hasta que cae herido por la metralla que llueve sobre la pequeña casa. Ella, en el gesto de amor más enamorado, se recupera de manera mágica de la sordera y sale de la casa buscando algodones para las heridas de Filemón, quien la ve salir pero no volver. 

Yo soy ese que cuenta el escritor húngaro; el desolado, el huérfano, el proscrito... sin ciudad.


Tibor Déry

Tibor Déry. Nació en Budapest en 1894. Tras sus comienzos de tono surrealista y dadaísta, escribió obras de post-guerra de realismo corrosivo y en 1957 fue condenado a prisión por oponerse en ellas al realismo socialista y al sistema burocrático. Fue amnistiado en 1960. Se suicidó en 1977, en la misma ciudad de Budapest.

Dice la segunda de forros: Pocos, sin duda, los escritores que alcanzaron a vivir admirablemente aquella terrible coincidencia que Jorge Semprum llamaba la escritura o la vida. Pocos, también, los que pudieron coexistir entre la política y el arte. Los hay, como el mismo Semprum y su primo Levi, quienes lograron consumar una obra profunda sobre la conciencia humana, sobre el mal y la aterradora convivencia entre el dolor y el vivir. Los hay, por otro lado, como Gustaw Herling y Tadeusz Borowski, que veían en el dolor de la realidad un mundo aparte. Pero muy pocos son los que alcanzan a cumplir una obra con una gran carga social y política, sin que ésta se vuelva una broma. Tibor Déry, uno de los más grandes narradores del siglo xx, cumplió con elaborar cuentos y novelas en los que el alma de su tiempo encontró un hogar. Presentamos al público en español, después de casi cuarenta años de haber sido publicado en nuestra lengua, el ajuste de cuentas, libro que contiene tres relatos que dan cuenta de la vida del siglo xx; de aquellos años en los que el compromiso político era indisociable de la actividad literaria. El lector podrá encontrar a un autor que si bien no ha sido por completo traducido a nuestro idioma, es indispensable en la literatura del siglo xx en los países europeos.

lunes, 12 de noviembre de 2018

El mejor de los mundos imposibles / 12 de noviembre / Día Nacional del Libro



El Día Nacional del Libro nació por decreto presidencial el 6 de noviembre de 1979. Por tal motivo, en dicha disposición se estableció que el 12 de noviembre de cada año —fecha elegida en honor al natalicio de sor Juana Inés de la Cruz— la Secretaria de Educación Pública (SEP), los estados y municipios mexicanos, las diversas instituciones educativas y culturales, así como editoriales y organismos gubernamentales, realizaran y difundieran actividades culturales,  promocionando el hábito de la buena lectura, y que brindaran el espacio para exaltar la importancia del libro como aliado del enriquecimiento y desarrollo cultural y educativo en México. 

(fuente: http://www.elem.mx/institucion/datos/1815


Esposos Shadow (https://abelquezada.mx)
La edición de este libro conmemorativo es el número treinta y nueve. En esta ocasión dedicada a Abel Quezada, nacido en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Según el decir de Jesús Silva-Herzog Márquez, quien dice que dijo don Abel cuando le preguntaban sobre su profesión: "Mi oficio no tiene nombre"... No puedo decir que soy 'caricaturista' porque no sé hacer caricaturas propiamente dichas... No puedo decir que soy 'cartonista' porque esta palabra -bastante fea- viene del inglés cartoon y -otra vez- no indica exactamente lo que hago. Yo hago textos ilustrados. La gente los llama 'cartones', pero para definir mi profesión, a mi me gusta decir que soy dibujante."  
Filder del destino (https://abelquezada.mx)
Más de una vez hemos dicho que se lee no solo textos, también se lee la música, la fotografía, el cine, la televisión y la radio. Y si vamos más allá, decimos que se lee con los cinco sentidos: el tacto, el gusto, el olfato, el oído, y por supuesto, la vista. En el caso de Abel Quezada, era un escritor que dibujaba. No es su dibujo periodístico o editorial lo que me gusta más, sino su Pintura al Óleo. También sus Cuadernos de Viaje, que no tienen desperdicio. De paso les dejo algo de sus Fotos de Viaje, que nos dicen más de Abel Quezada. De sus pinturas al óleo he seleccionado algunas de las que más me gustan, las que me dicen algo, sobre todo en éste momento de mi vida. Eso es leer, y eso es la estética, que Vigotsky sostiene en su obra "psicología del arte", que cumple con el cometido porque está elaborado por otro (bendita otredad) diciendo algo a alguien (en éste caso a mi).
La última pelea de Kid González (https://abelquezada.mx)
Fiel a mi mala costumbre, hice mi universalmente desconocida encuesta "Montañowsky" entre mis afectos más cercanos. La mayoría lo pensó un poco antes de contestar fallando una cuarta parte de los encuestados, al contestar que no sabían qué se celebraba el día de hoy. El resto contestó que sí, que era el día del libro, a secas (algunos agregaban Nacional, y un osado dijo Internacional) y que era en homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz. Después me enseñaron "memes" con la imagen de doña Juana, y los textos más ingeniosos que seguro usted ya conoce. Uno de ellos dijo "La Décima Musa", entonces le pregunté, sin ganas de joder, si sabía cuáles eran las otras nueve. Lo reflexionó unos segundos y después aceptó desconocer la respuesta. ¿Usted sabe cuáles son las nueve musas que Sor Juana "acompleta" con la décima posición? Escriba en los comentarios la respuesta.

Zócalo (https://abelquezada.mx)

En resumen, todos los días terminan siendo el Día Nacional del Libro. Sobran escritores y faltan lectores. Yo le he denominado Día Nacional de la Lectura, y no me importa si ya existe el nombre, sería ideal muchos días como ese. Despertarán la imaginación, la creatividad, el aprendizaje y la integración humana. A partir de hoy los invito a "leer" al degustar algún alimento o bebida, cuando "lean" lo que acarician, lo que huelen, lo que miran y lo que escuchan. Es el mejor ejercicio de lectura que conozco, y si después sienten la necesidad de registrar o extender esa lectura más allá de la memoria, dibujen lo que hayan "leído", o hagan una fotografía, o escriban, repliquen, resignifiquen lo que más le haya gustado. Alimenten su capital cultural, y si están motivados, compartan sus lecturas con otros, reflexionen lo visto o sentido con otros, será el mejor de los ejercicios en esa "relectura" de lo que se vive, verán que la realidad se irá transformando ante sus propios ojos.

Por mejores días...