lunes, 17 de diciembre de 2018

Luis Felipe Lomelí / Indio borrado / PNSL

Es inevitable acompañar al Güero en esta novela trepidante, alucinada. Desde éste sur hasta alla, donde el norte. Lo veo chingarse las manos a punta de marro y cincel, haciendo méritos. Trabajo formal de albañil, odiando al padre hediondo a nafta. Estamos juntos con el Fede. Los tres mirando las luces de la ciudad idiota, repleta de historias. El Güero y Fede inhalan resistol, yo fumo un churrito de mota, macizo, compacto, viendo pasar de una mano a otra la pistola con balas hechizas que quiere estrenarse contra algún extraño enemigo. Mientras la resolana se cuela entre las láminas y nos achicharra el viaje, recuerdo cuando vivía acá, en el sur, en Fovisband. Casi mayor de edad acompaño a mis amigos del barrio sobre una combi desmantelada. Vamos a Terán a buscar bronca, a retar a unos ñeros esquinados bajo los faroles fundidos. Llegamos a toda velocidad y les aventamos la combi. Los compas brincan, nos mientan la madre. La combi se detiene y Marcialón apaga el motor. Nos insultamos a la distancia, nos aventamos piedras. Amagan con avanzar hacia nosotros, mi compa intenta encender el carro. Una y otra vez el llavazo, sin éxito. La suerte está echada.


La plebe, viendo la oportunidad, corre hacia nosotros, que comenzamos a empujar la pinche combi que nomás no jala; cascabelea, tose, se amarra, vuelve a ceder un poco y de vuelta a lo mismo. Siento la presión de la noche sobre mis hombros. De pronto el cacharro arranca y huye cual si fuera un caballo salvaje, desbocado, alcanzando a subir solo unos cuantos sobre él. El resto nos separamos, igual que los alacranes. El Güero sabe de lo que hablo, porque él también ha tenido que correr sobre los techos de las casas, queriendo alcanzar esa frontera que existe en cualquier colonia. La mía se ve tan lejana: el bulevar Belisario Domínguez. Si alcanzo a cruzar estoy salvado, porque de no hacerlo me espera una madriza de pronóstico reservado. Es sólo un kilómetro. Corro entre las jardineras, los baches y calles oscurísimas donde me asaltan perros furiosos, que me dan de tarascadas pero fracasan porque voy a una velocidad endemoniada. Oigo o imagino que oigo las voces de los ñeros tras de mí. El corazón está a punto de salír por mi boca, cuando a lo lejos veo las luces del bulevar. No sé la suerte de los demás. Cruzo casi sin ver los coches, llegando al otro lado donde me derrumbo, mientras intento jalar bocanadas de aire.


Dice la contraportada: Como indio borrado, el Güero es uno más de los nuevos olvidados en un mundo inmerso en la violencia. El caos reina en todo lo que le rodea, incluso en su propio núcleo familiar: ya no soporta el llanto del Cabrito, el hilo de su hermana, las ojeras de su madre, el olor de su padre. Entre los recuerdos de su niñez, cuando vendía serpientes de madera con su hermana la Leidi, los consejos de su Ho Absalón y las voces de unos fantasmas que le hablan del pasado de su ciudad y de sus sinestros, el Güero debe lidiar con el paso a la adultez y los sentimientos dominados par la ira. Profundamente marcado por su rol en la pandilla de los Rats y su primer trabajo coma albañil, e hipnotizado por los ojos de gata de Lino, el Güero tendrá que descubrir cuál es su lugar en el mundo pero, sobre todo, nos hará saber cuál es su más profundo deseo. Aún no llega so padre a casa, pero si el momento de acabar con esa sombra que lo ha sumido en la furia y el rencor desde hace años.

Luis Felipe Lomelí

Estudió Ingeniería Física Industrial en el ITESM, la maestría en Ecología de Zonas Áridas en el CIBNOR y el doctorado en Ciencia y Cultura en la Universidad Autónoma de Madrid bajo la dirección de Javier Ordóñez Rodríguez.​ En 2001 obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Bellas Artes de México por su primer libro, Todos santos de California (Premio Nacional de Cuento "San Luis Potosí),​ y el Premio Latinoamericano de Cuento "Edmundo Valadés" por el cuento El cielo de Neuquén, incluido en su segundo libro Ella sigue de viaje. También es autor de la novela,​ Cuaderno de flores y del ensayo de divulgación científica El ambientalismo.​ En 2011 compiló el tercer volumen de la antología de Sólo cuento de la Universidad Nacional Autónoma de México.​ Ha sido escritor residente en Colombia y Sudáfrica y columnista del programa de divulgación científica La oveja eléctrica de Canal 22. Ha colaborado en diversas publicaciones como La Jornada,​ Letras Libres​ y Milenio,​ entre otras. Actualmente trabaja como catedrático en la Universidad Iberoamericana Puebla y en el ITESM campus Puebla.

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