lunes, 24 de diciembre de 2018

Julián Herbert / La casa del dolor ajeno / AP


Contaba que de China tengo varias referencias, no sólo el buda sonriente que mi madre guardó en un rincón de la casa, sino del negocio miscelaneo de chinos en el Edificio Granda, ubicado en la 4ta sur, entre calle central y 1ra pte, a un costado del Mercado Viejo (El Calvario). Ahí mi madre compraba la mejor salsa que recuerdo, además de otros menjurjes. Era clienta del señor Chino (sabía su nombre pero lo he olvidado). También recuerdo una anécdota con cierto poeta chinochiapaneco de apellido Wah, (según lo referido por Herbert es la correcta pronunciación) que tiene un odio enorme a cierta ciudad de la costa, y que desde hace muchos años desea arrojarles una bomba y borrarlos de la faz de la Tierra. Los odia porque sufrió el repudio de los lugareños. Lo insultaban a él y a su familia por ser chinos. A él le gritaban "¡Chino Cochino!", y eso lo encabronaba (y lo sigue encabronando) terriblemente. Quizá el poeta Wah optó por obedecer lo que sus padres le pidieron en aquellos años: guardar silencio, como lo hizo Manuel Lee Soriano aquel distante año de 1911. Lo cierto es que la pieza de Julián Herbert es necesaria por humana dignidad para los tres centenares de chinos masacrados en Torreón, a los que imagino caminando descalzos desde hace mucho, penando por no quedarse en la oscura noche del olvido.

Cadáveres de chinos masacrados en Torreón
Dice la contraportada: A principios del siglo XX, con el mito de modernidad y progreso en el centro del discurso porfirista, un hecho cimbró la historia de México: entre el 13 y el 15 de mayo de 1911, alrededor de 300 chinos -cerca de la mitad de la colonia cantonesa de La Laguna- fueron masacrados por tropas revolucionarias y ciudadanos de Torreón. Se trata de la más grande matanza de chinos en América, un exterminio cargado de falso remordimiento y sinofobia ejemplar. Más de un siglo después, sigue siendo equívoco y escaso el reconocimiento de los hechos en los anales de la historia nacional y regional. Con ánimo de desahogo e intentar ver los hechos a contraluz de la violencia contemporánea, Julián Herbert ofrece al lector un potente relato que supera la sola descripción de la calamidad. A través de un ojo literario, charlas con taxistas e historiadores, los viajes del autor al escenario del suceso y a los archivos que resguardan testimonios al respecto, La casa del dolor ajeno es una obra audaz que ahonda en una de las principales preocupaciones estéticas de Herbert: poner en entredicho las fronteras entre los géneros literarios. Obra mestiza que bebe lo mismo de la narrativa que del reportaje, la crónica gonzo, el ensayo y la academia, esta versión del "pequeño genocidio" es, más que una búsqueda de la verdad histórica, un intento por restituir dignidad a un grupo de migrantes.



Julián Herbert
Julián Herbert nació en Acapulco, Guerrero, el 20 de enero de 1971. Narrador y poeta. Radica en Coahuila desde 1989. Estudió Letras Españolas en la Universidad Autónoma de Coahuila. Ha sido profesor de Literatura en el ITESM, UIA y Universidad Autónoma de Coahuila; editor y promotor en el Instituto de Coahuilense de Cultura; consejero editorial de Diálogo Cultural entre las Fronteras de México y Desierto Modo. Colaborador de Babelia (suplemento de El País, España), Desierto Modo, Diálogo Cultural entre las Fronteras de México, La Jornada Semanal, Periódico de Poesía, Tierra Adentro, Crítica, Letras Libres. Ha traducido poemas de W. H. Auden, George Mackay Brown, Anthony Hecht, Alfred Tennyson y William Carthwright. Becario del FONCA, Jóvenes Creadores, 1999, 2001 y 2004. Premio de Aforismo Santo Tomás de Aquino, de Monterrey, 1995 por Ni paraíso ni domingo. Premio Gilberto Owen 2003, en poesía, por Kubla Khan. Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola 2006 por Cocaína. Manual del usuario. Mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 1998 por El nombre de esta casa. XXVII Premio Jaén de Novela (España), por Canción de tumba (autobiografía novelada), de la cual se incluye un fragmento en Trazos en el espejo. 15 autorretratos fugaces (Era, 2010). V Premio Iberoamericano de Novela “Elena Poniatowska” 2012 por Canción de tumba. Su obra está incluida en la antología Narcocuentos (Ediciones B, 2014). 

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