jueves, 11 de enero de 2018

"Leer (comprender y escribir) el mundo".


En estos días el tiempo del mundo me recibe con un triángulo de cuerdas y canciones, y me hace recordar ese ineludible andar hacia mi catafalco personalísimo. Pronto lo olvido, cuando descubro lo duradero que resulta leer el mundo, en comprender la pirámide sobre la que se construye la geometría del Universo, en escribir, desde la minúscula tríade proto-neutro-electrón atómica, el discurso errante, aglutinante y expansivo que deriva en la elocuencia trivial: Gramática de la existencia, conmovida retórica y combativa dialéctica.

En estos días el tiempo del mundo me recibe así, tridimensional, geométrico. ¡Basta de Cuentos!, grito desde una voz antigua y cercana. Resuena el triángulo de cuerdas y canciones mientras (por enésima vez) me dispongo a robar el fuego. ¿Quién se atreve a decir que no es posible? ¿Quién, a decir, que no nos pertenece?

En estos días el tiempo del mundo me recibe con los colores del maíz y me re-descubre una herencia milenaria, el nicho desde donde partiré hasta el cósmico horizonte. Y me enseña también que la mecánica celeste es igual a la mecánica de la lectura, de la escritura y del pensamiento.

En estos días el tiempo del mundo me reclama y me dice que quien lo escuche, lo lea, le hable y le escriba mejor, se permitirá crecer al pensarlo, saberlo, descubrirlo, conocerlo, explorarlo e imaginarlo mejor. Porque esa posibilidad es de todos. Porque esa posibilidad no es elitista, aunque algunos (los que se creen dueños del fuego) insistan lo contrario.

En estos días el tiempo del mundo me recuerda que esto no es nuevo, que lo ha dicho siempre, desde que la luz y la oscuridad eclipsan esferas planetarias y satélites. Que he sido corto de vista y de entendederas es mi problema, pero hasta en el silencio se puede leer, comprender y escribir el mundo, y podemos ser escuchados y vistos.

En estos días el tiempo del mundo me anuncia que Nunca es Siempre, pero también A veces. Que leer el mundo no es una moda, ni un lujo ni una obligación, sino un derecho de Todos. Que un mundo (el tuyo, el mío, el nuestro) desarrollado no significa un mundo más culto.

En estos días el tiempo del mundo me dice que si lo leemos con atención, lo comprendemos y lo escribimos con imágenes, voces y palabras verdaderas, tendremos la posibilidad de ser, de estar y de actuar en el mundo... el tuyo, el mío, el de otros.

En estos días el tiempo del mundo me advierte que el futuro no se halla en el futuro ni en el presente, sino en el pasado, y me dice que la miseria y la democracia no son compatibles, y que el fatalismo y el determinismo que restringen la libertad de pensamiento y la libertad de elegir, no impide imaginarnos dignos, valiosos y autónomos.

En estos días el tiempo del mundo me dice que aún hay tiempo…y espacio. Que cabemos todos. Que la exclusión y la injusticia no es desarrollo. Que leer, comprender y escribir el mundo debe de ser una necesidad propia, que debemos de considerarla ineludible y benéfica para todos... por mejores mundos.


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