martes, 5 de abril de 2016

Escuela Telesecundaria "24 de febrero" / Patria Nueva



Mientras que si esto o que si lo otro, me lancé a la Escuela Telesecundaria Número 21 (que recien fue nominada como "24 de febrero), a invitación de Liliana Elizabeth, estudiante de la Especialidad en Procesos Culturales Lecto Escritores (7ma. promociòn), de la Universidad Autónoma de Chiapas. La idea central: contarles què era un kamishibai, de què partes se componìa, y cuàl era la razón de su existir, desde hace muchos siglos, en China.


Antes de eso, me presenté, y les dije que yo tenía muchos nombres, y comencé a decirles que alguna vez fuí Miguel de cwervàntes Saavedra, el capitàn Ahab, o el capitán Nemo... o Gregorio Samsa. Con éste último personaje, imaginamos cómo sería nuestra vida, si un día, al despertarnos, nos encontràramos con la sorpresa de que nuestro cuerpo había mutado en un insecto plano, de patas pilosas y largas antenas. Y peor aun, que nuestros padres nos llamaran para ir a desayunar, y que tratáramos de abrir la puerta, sin èxito, porque nuestras patas serían apenas dos extensiones pilosas, sin poder articular palabras para hacernos escuchar...  


Despuès les hablè del origen del kamishibai, de cómo los artesanos dulceros se valían de esa herramienta para vender más dulces, al ir de barrio en barrio, anunciandi su llegada y después de un perifoneo a voz en cuello, recibir en una esquina estartègica la visita de los niños, quienes compraban gustosos sus caramelos, y luego se buscaban el mejor lugar para escuchar al vendedor, quien les contaría las más bellas historias que puedan imaginar.


Les pregunté con què personaje se identificaban o recordaban, aunque no se identificaran con él. Las respuestas no fueron tan variadas, màs bien escasas, destacando los personajes de Goku o Vegueta. Tímidas, dos niñas nos contaron que ellas sí estaban leyendo historias, y nos hicieron una reseña de sus lecturas. Los demás, escucharon no sin demostrar cierto fastidio. Les comentè que el leer les permitiría (si así lo deseaban) vivir muchas aventuras. Y que la escritura les ayudaría a liberar esas historias para ser conocidas por otros, en otros tiempos y territorios.


Debido a la premura del tiempo, les expliquè de manera ràpida cuál era el propósito de la actividad en esa mañana: contsruir su propio Kamishibai. repartimos el material consistente en cartón reciclado, adaptado para ser untilizado con hojas tamaño oficio. Las puezas eran: dos marcos de cartón, dos piezas rectangulares que serían las puertas del teatrino, y muchas tiras de cartón de 2 centímetros, para hacer la estructura que une a los dos marcos, dándole profundidad y rigidez a las piezas, además de entregarles pegamento y hojas para unir las puertas a los marcos. El proceso se puede distinguir en las fotos que acompañan esta entrada.


De a poco se fueron interesando, aunque no en la misma medida, lo que resultó en kamishibai con distinto acabado.


Se repartieron la elaboración y acabado de las piezas. Unos dieron estructura a los marcos mientras que otros unían las puertas, para despuès ensamblarlos, dando el acabdo final de lus teatrinos.


Aclaramos que este solo era la primera mano, es decir, que faltaba hacerle los acabados, los detalles finos, el toque con la personalidad de cada uno de ellos.


Son elementos muy sencillos los utilizados para la elaboración de estos artefactos, además de ser un modelo bastante rústico, que podrían replicar ellos en sus casas, sin dejar de cumplir con su función primigenia.


Antes de ésto no lo conocían más que dos chicas, cosa que confirma el escaso o nulo uso pedágogico de éste elemento que puede, de alguna manera, dinamizar el modo de aprender entre los alumnos, a través de la representación gráfica.


 Se les repartió diez hojas tamaño oficio a cada uno, con el compromiso de volver con los kamishibai personalizados, y una historia que alguno de ellos quisera compartirnos, ya fuera del dominio público, alguna anécdota, algun pasaje de una obra literaria, una película, entre otros menesteres.


En esta ocasión en particular, no se pudo socializar antes con los maestros en general, sino que se hizo (y se hace) el desarrollo de las actividades, a través del director de la telesecundaria.


Por último, se contó la aventura de los molinos de vuento, primeramente por la compañera Liliana Elizabeth, y despuès por una alumna, quien de manera espontànea se aventuró a contar la historia sin conocer el texto del cual fue sacado. 


Una vez terminado de conrtar el cuento, les expliquè cómo había realizado los dibujos y la selección de la aventura. les enseñè los dibujos, se los "rolé" para que vieran lo sencillo que era elaborarlos: papel cartulina, acuarela y ganas de dibujar.


Sin temor a equivocarme, considero que màs de cuatro se fueron interesados en continuar con la actividad, porque hablaban de cómo realizarían los acabados de los teatrinos, para embellecerlos.


Lo mejor es que fue algo producido por ellos mismos, que de sus manos se fue formando un elemento más para la promoción de la lectura y de la escritura, sin proponérselo. 


Ganaremos a un cuenta cuentos de ésta actividad, seguro que sí, solo que deberemos volver, para afianzar ésta dinamica con un tallercito de creación literaria.


Yo, como casi siempre, fui feliz mientras duró, aunque despuès quede el espacio para la reflexión y el análisis, que me dice que esto no tiene ni un comienzo ni un final, está siempre en proceso contínuo, y que solo es cuestión de saber el momento preciso para subirse a la ola, y acompañar por unas horas a cualquier chico de cualquier escuela en ésto de la promociòn de la lectura y la escritura.


Por mejores lectores....

 (lo leo y no lo creo...)


Acá una pequeña muestra de los resultados:




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