miércoles, 9 de marzo de 2016

Charla Taller en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Licenciatura en Educación Primaria



Por una invitación de la maestra Lizeth, me apersoné en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Licenciatura en Educación Primaria, turno vespertino, el día de hoy, 09 de marzo, para atender a una solicitud hecha semanas atrás, en la Oficina de Fomento a la Lectura, de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas, al mando del maestro Ramón Martínez Mancilla.


La idea original era realizar una charla con más de 140 alumnos de esa institución, con el propósito de motivarlos o acercarlos a los libros, problemática diagnosticada por los docentes y que buscan corregir a través de consejos de mediadores, para (eso noté) depertarlos del letargo en el que están debido a las nuevas tecnologías, entre otras cosas.


Le recomendé a la profesora comenzar con una charla a los maestros de la escuela, que son quienes deberían comenzar  a cambiar esa problemática de la falta de hábito lector, y de su consecuencia en la escritura. La charla de "un especialista" a los alumnos no iba a resolver ese problema. Quizá por experiencia podrìa lograr que en ese momento, a travès de dinámicas específicas, se interesaran en acercarse a los libros de manera lúdica, pero despuès volverìan a la escuela y caerían otra vez en el letargo de la rutina maestro-alumno.

Comencé a lo Benito Taibo, presentándome con los nombres de los personajes de algunas historias leídas en mi vida. Realmente no importaba quién era yo en ese momento, un acompañante de lectura sumando un grano de arena al esfuerzo del proyecto Lectura en Movimiento. Me presenté como Benzulul, como el capitán Ahab, Ana Frank... y pude haber seguido, asumiendo el papel de Gregorio Samsa, Aureliano Buendía, Pedro Páramo, entre otros.


Les preguntè luego quiènes eran ellos, con qué libros se presentarían. Y la respuesta fue mediana. Más de uno dudó, lo que a mi parecer refleja algo que se sabe pero no se dice: el promedio de lectura en las plantillas docentes es bajo. Y hablo de lecturas no académicas, sino de lecturas "lúdicas", fuera de las obligaciones escolares.


Hablamos de visualizarnos como una empresa, e identificar quién era la persona más importante de ella: los alumnos. Fue irremediable hablar de experiencias propias (no sé hacerlo de otra manera), y comenté una sucedida con mi hijo hace algunos años, cuando corrió de una fiesta (que ni era suya), a un compañero de clase. ¿El motivo? Un día antes su madre y yo habíamos hablado de la negativa de los padres del cumpleañero, de invitar a "juanito", estándo mi hijo presente (jugaba pero escuchaba).


El quilombo cuando llegó "Juanito" a la fiesta fue de antología. Mi hijo le decía que se marchara, porque él no había sido invitado a la fiesta. Y se lo repitió tres veces más, delante de los flamantes adultos que fuimos, incluídos los padres de "Juanito". El ambiente se tensó mientras mi hijo y "Juanito" se iban con rumbo al àrea de juegos. Yo me hice el Sueco, terminè mi refresco, y los demás comenzaron a hablar de lo cara que estaba la vida, de la economìa en Asia, o de no sé qué. La verdad no recuerdo. Por la noche fui a comer una hamburguesa con mi psicólogo de cabecera: Alvarito. A él le conté lo sucedido de la A a la Z. Terminó de preparar mi burguer, y me dijo: Hugo, solo te dirè una cosa... Los hijos son el reflejo de sus padres. Punto. Mi cabeza rodó simbólicamente hasta la calle, donde fue machacada por una hilera de automóviles. ¡Cuànta razón la de Alvarito!


Reflexionamos y hasta me atreví a realizar una analogía: Si los hijos son el reflejo de sus padres, entonces los alumnos son el reflejo de sus maestros. ¡Pobres muchachos! Jodidos por partida doble. ¿Què recomendaciòn de lectura puede hacer quien no lee? ¿Es posible hacer eso, recomendar sin conocer? Técnicamente sí. ¿Y funciona? Me temo que no. Quizá por eso fracasó mi idea de enseñar a manejar automóviles por teléfono. Solo en las películas el héroe puede aterrizar un avion con más de trescientos pasajeros, leyendo el manual que se encuentra no sé dónde demonios, pero que siempre aparece para alimentar nuestra angustia, mientras tratamos de tragar las palomitas atoradas en la garganta.


¿Cómo se hace lector a alguien que no lee? Con el ejemplo. Yo leo, tú lees, él lee, y así, hasta el final de la conjugación. Cuando lees te vas transformando en lo que descubres al avanzar las páginas. Llegas a imaginar cómo es el tono de angustia en la víctima o en el victimario, en las emociones sentidas por los valientes y tambièn por los cobardes. Lo imposible sucediendo frente a nuestros ojos, golpes de mano en la trama que, por poner un ejemplo, hacen caer en la trampa de los lobos al cazador, que intenta salvar a Caperucita de la supuesta abuela, y termina siendo devorado por una manada disfrazada de muebles, porque el cazador olvida que los lobos cazan en grupo, nunca solos. (móvil prestado a José Luis Zárate)


Hablamos de un hacedor profesional de lectores: Julio Cortázar. Del libro "La vuelta al día en 80 mundos" (libro que se encuentra en el acervo de las Salas de Lectura), trabajamos el cuento "Por escrito gallina una", un clásico para ejercitar la sintaxis entre los profesores. Una vez terminados los primeros textos "corregidos", se les dio lectura descubriendo que hay variantes en la estructura de la narración, pero que desembocan en el mismo núcleo de lo que se nos cuenta: Un escrito de una gallina que se ha vuelto inteligente gracias a que un cohete les cayo en la cabeza, provocando una mutación evolutiva insólita, que los llevarà a ser dueñas del cosmos, ¡qué carajo!


Platicamos del poder de la palabra, y vimos ejemplos de ese poder que hasta hoy existe, y que no hemos sabido aprovechar no para dominar al otro, sino para sacudirnos ese dominio intelectual y material al que nos vemos sometidos a través del falso progreso, las ilusiones tecnológicas y demás figuraciones que nos alejan de lo verdaderamente esencial: vivir. Si yo actúo de mediador, mientras ellos actúan de alumnos que luego actuarán de profesores, estamos condenados al fracaso. Debemos vivir lo que pretendemos ser, no actuar. Quiero lograr una mejor compresión lectora en mis alumnos, debo ser el primero en comprenderlo para enseñarlo. Quiero que lean, debo leer pero de verdad, con gusto. El plan federal de hacer de México un pais de lectores, se da de balazos en las patas con la entrega de televisores.


Por último, les obsequié revistas de la Biblioteca de México, que me obsequiaron los compañeros de la Oficina de Fomento a la Lectura, y quedé en la disposición de acompañarlos nuevamente, si ellos así lo consideraban.

 ¿Cuál es la fórmula secreta para hacer lectores a los no lectores? Simple, leer y compartir lo leído con el entusiamo que nos deje la lectura en turno. Es un entusiasmo honesto, de verdad. Quien lee vive. Intento hacerlo en cada oportunidad que tengo, al estar acompañando a maestros, estudiantes o público en general, y estoy seguro (sin pecar de ingenuo) que algún lector he ganado luego de hablarles de libros, fotos, canciones, piezas de arte, del mismo espacio en que no encontramos, en fin, de todo, porque todo se lee.


En lo particular me gusta trabajar con maestros, porque al ponerlos de nuevo en la posición de alumnos, visualizan los problemas de los que hablamos en ellos mismos. Nunca se deja de aprender, a pesar de que ahora, siendo adultos, no querramos decir, con vos de oso: Quiero leer. En su andar se han llenado de prejuicios y temen hacer el ridículo ante un desconocido como yo. Pero tengo la seguridad que en futuras visitas, terminemos escuchando la mejor versión de la Capetucita Roja, ugual o mejor que cualquier cuenta cuentos del rumbo.


Por mejores lectores, hasta la próxima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario