jueves, 31 de octubre de 2019

"El que con libros anda, a hablar se enseña" / Escuela Telesecundaria ... / Tzimol, Chiapas.




...Yo quiero seguir jugando a lo perdido
Yo quiero ser a la zurda más que diestro
Yo quiero hacer un congreso del unido
Yo quiero rezar a fondo un hijo nuestro
Dirán que pasó de moda la locura
Dirán que la gente es mala y no merece
Más yo partiré soñando travesuras
(Acaso multiplicar panes y peces)


Yo no sé lo que es el destino
Caminando fui lo que fui
Allá Dios, que será divino
Yo me muero como viví.

El necio / Silvio Rodríguez


Era de noche cuando July, Paty y Reni me recibieron con pan compuesto, café y semita. Llovía a cántaros. Mi cunca me dijo que le gustaba soñar cosas imposibles, que era algo poderoso, casi mágico. Aún no me enteraba sobre el sueño que la rondaba, así que Reni y YoMeroMaromero nos pusimos a practicar magia, apareciendo y desapareciendo nuestros dedos de una mano a otra.


Ya antes mi cunca había imaginado el evento que me tenía de regreso en tierra comiteca. "Vas a dar un taller y a moderar una charla", -me dijo. Yo, que soy un creyente (y además un necio), acepté. Y cómo no, si estarían presentes alumnos, padres de familia y docentes, la triada matona en estos trajines del fomento a la lectura (y la escritura).


La actividad sería sobre experiencias literarias en algunas telesecundarias de la zona escolar 017. ¿La sede? La Telesecundaria José María Morelos y Pavón (Siervo de la Nación, sacerdote, militar insurgente y patriota novohispano, que organizó y fue el artífice de la segunda etapa de la Guerra de Independencia Mexicana, por si lo habían olvidado), en el municipio de Tzimol. 


El nombre del encuentro no podía ser más encantador: "El que con libros anda, a hablar se enseña". ¿Verdad que no puede uno negarse, ante semejante palabrarismo? A punto de irnos a descansar, mi cunca me dijo: Sueño con llevar a la Orquesta Sinfónica de Chiapas a mi escuela. ¡Oh! ¿Quién puede negarse ante un sueño? Yo no, y es que la necedad parió conmigo.



Al día siguiente la lluvia, diluviana, nos acompañó hasta Tzimol. Mi corazón era un resorte, a la espera del desarrollo de las actividades. Con agrado descubrí que la artífice del encuentro era nada más y nada menos que la mismísima Julissa Elizabeth Palma Culebro, mi cunca. ¡Qué grande honor el mío! ¡Qué orgullo el poder acompañarla! ¡Qué salto al vacío!



Pronto me interrumpieron las sorpresas. Primero, encontrando a mi querido compañero de andanzas artístico-culturales, Roberto "Totic", de la casa de la cultura de Venustiano Carranza. Unos pasos después al maestro Lauro, luego al profe Zein, mi compa de barrio en Fovisssband, a quien no veía desde hacía muchos años. Después a otro par de profes. ¡Uf! ¡Yo no sé lo que es el destino!



El comienzo del programa no podía ser más prometedor. Se dio inicio con una resignificación del texto "¡Es un libro!", pieza que se encuentra en bibliotecas escolares y en el acervo de las salas de lectura. ¿Comparar un libro físico con una computadora? La representación fue, para mi gusto, bastante buena. 


Después se contó con la intervención de tres experiencias literarias, a cargo de una chica, de un muchacho y de un padre de familia, todos con una gran elocuencia, demostrando la premisa que nos convocaba esa mañana lluviosa en Tzimol: "El que con libros anda, a hablar se enseña".


Hubo cuatro talleres, dos para alumnos, uno para docentes y otro para padres de familia. Mi cunca tiene el talento y las herramientas para estimular y motivar a otros a acercarse más a los libros, a explorarlos, leerlos, enamorarse, enfadarse o darse la oportunidad de vivir un cumulo de emociones con las historias que podemos encontrar en ellos.



Los talleres fueron a la misma hora, pero en un ejercicio de la imaginación, adivino que la profesora Julissa Palma hizo un ejercicio de  diagnóstico, para conocer las características de las mamás y papás a quienes iba a dirigirse, es decir, si eran lectores asiduos o apenas iban a iniciarse en dicha experiencia lectora (y voluntaria).



Estoy casi seguro de que continuó con una dinámica, algo relax pero divertido con relación a los libros, después les enseñó su santuario: una mesa con muchos libros para infantes y jóvenes, sobre temas reales y ficticios. Les compartió técnicas y maneras de cómo leer a sus hijos e hijas. Eso es lo que imagino, ya me corregirá.


A mi me tocó hablar con los docentes, entre los que había profesores de aula y directores. Qué les puedo decir que no les haya contado ya. Busqué la manera de hacerles ver que ellos, los maestros, son la primera línea, la más importante a la hora de fomentar la lectura y la creación literaria.




Intentamos visualizar nuestras bibliotecas, proponiendo dejar a los estudiantes apropiarse de ellas a través del juego de palabras (palabrarismos) en un primer momento, y después plasmar los palabrarismos con sus propias manos, sobre las paredes, con formas que no fueran geométricas sino más bien libres.



Les comenté que lo ideal sería que todos los profesores fueran lectores de libros, pero en la realidad no es así. Afortunadamente no sólo se leen libros, hablamos de ello y de a poco comenzamos a conocer otras posibilidades de lectura. Leémos con los cinco sentidos. 



Propuse otras estrategias más de fomento no sólo de la lectura, sino también sobre el noble oficio de la escritura, de creación literaria y de escritura experimental, intentando en cada una de ellas ponderar el juego, porque es a través del juego como se aprende de mejor manera. ¡Y los profesores jugaron! Hasta desempolvé un palíndromo que fuera consigna en días de lucha: ¡Acude y Educa!



Citando con premeditación, "alevosia y ventosía" (cantinflas dixit) a mi cunca July, considero que los talleres deben llevar como tema principal la exploración de algún libro especifico, para que los promotores tengan la oportunidad de experimentar cómo se promueve un texto, además de rescatar la importancia de las bibliotecas escolares y municipales. Yo propuse: "Nadie te creería".



El cierre del evento fue el conversatorio de experiencias literarias de tres profesores de distintas zonas, además del testimonio como lector y escritor del maestro Amín Guillén, cuyo nombre es el mismo que lleva la biblioteca de la telesecundaria sede, lo que hizo más significativa su participación, recibiendo el reconocimiento de los asistentes y de los directivos.


El broche de oro (benditas metáforas) estuvo a cargo de chicos y chicas que bailaron para todos nosotros, con un garbo y una seguridad dignas de mención. No cabe duda de que la lectura es el camino. ¿Para qué sirve leer? Para poder contestarle al poder desde nuestro capital cultural. Todas las palabras para todos, para que nadie sea esclavo. 



Desde acá le doy las gracias a quienes me recibieron en la Escuela Telesecundaria José María Morelos y Pavón, también a quienes me permitieron asistir a Tzimol, a pesar de la carga de trabajo. Al maestro Freddy García Aranda, supervisor de la zona 017, al maestro José Lauro Maldonado. Pero especialmente a mi cunca, de quien soy fan... Por mejores lectores y escritores.


Las fotos son cortesía de los profesores, testigos de lo sucedido.


Mi cunca y Yo

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