martes, 9 de octubre de 2018

Creación literaria / Narrativa breve / 6 y 7 de octubre / Comitán de Domínguez, Chiapas.


NI somos todos los que están, ni están todos los que somos. Diecisiete compañeros de salto, quienes literalmente saltamos para donde sea, y en ésta ocasión fue hacia el pastel. Parafraseando al Zopi: ¡Estuvimos de pasteles largos! ¿Dónde? En la tercera sesión del Módulo II de Narrativa Breve, parte del diplomado de creación literaria, convocado por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.


Nos acercamos al cierre del módulo, y para mí la experiencia ha sido más que grata. La brevedad es un arte largo, algo contradictorio por la naturaleza que la gobierna. La mañana del sábado seis de octubre abrimos plaza revisando los escritos realizados sobre lo Fantástico y sobre lo Maravilloso. Hubo de todo, como en botica, destacando la voluntad por narrar entre los compañeros. Una constante fue las situaciones vividas por los personajes en los relatos, que no importando el escenario ficcional, la gran mayoría (sino es que todos) terminó tratando asuntos propios de los humanos:


sus venturas y desventuras, sus éxitos o fracasos, sus pasiones, sus rabias, sus anhelos. ¿Y por qué sucede eso? Pues porque no conocemos otra manera de vivir que no sea la nuestra. Aun cuando el personaje sea un pez Koi, con las piernas de Ana Gabriela Guevara y habite un planeta en alguna de las miles de millones de galaxias de un cuadrante específico del universo, terminará enamorándose, decepcionándose, yendo de antro, pidiendo fiado o sintiéndose más que otros. ¿Curioso, verdad?


Dijeran en mi segunda patria (no pregunten cuál, porque me lastima) "¿Caso hay más, pué?" De nuevo, la fórmula para escribir historias no existe. Existe la disciplina, la constancia, los ritmos y hábitos personalísimos. Encontré el libro de Alberto Chimal "Cómo empezar a escribir historias", publicado por el PNSL, que resultó ser una buena opción para compartirla con mis compañeros. Ya antes dijimos que la brevedad (en cualquiera de sus manifestaciones) tiene su mejor lugar en las Salas de Lectura, de fácil consumo, nutritiva y detonadora de más lecturas y lectores.


Chimal no hace distingo entre cuentos y novelas, cortas o largas, etcétera, sino en las estructuras narrativas. Propone, de entrada, ocho ejercicios básicos para escribir:

1). Recordar un suceso importante o interesante de la última semana y contarlo.
2). Pedir a otra persona que cuente un suceso importante o interesante. Luego, escribirlo en tercera persona.
3). Escribir una nueva versión del ejercicio anterior, cambiando de tercera persona a primera persona.
4). Encontrar una noticia interesante en el periódico, relacionada con personas que no se conozcan.
5). Ver una película y hacer un resumen o sinopsis de la misma, es decir, escribir todos los hechos relevantes que suceden en la historia, desde el principio hasta el final.
6). Escribir en tercera o en primera persona un sueño que se haya tenido. Mientras más extraño, mejor.
7). Imaginar a una persona con algún rasgo de carácter distinto del propio.
8). Imaginar otra cosa interesante que pudiera haberle pasado al personaje inventado en el ejercicio anterior y escribirla como una nueva historia.


También nos habla de los elementos de la historia, destacando: Mundo narrado: Todas las historias proponen un escenario en el que ocurren los hechos que cuentan (mundo ficcional). Personajes: Todas las historias proponen personajes. Un personaje es un “ser imaginario”, un “ego imaginario”. Tiempo: Dado que cuentan hechos sucesivos –en un periodo que puede delimitarse con precisión o no–, todas las historias proponen el transcurso de cierto tiempo: El tiempo narrado (el tiempo interno de la historia: la edad, la época, etcétera) y el tiempo de la narración (la duración del texto).

Este último elemento necesitó de una precisión, porque es de vital importancia en la narrativa breve: EL TIEMPO DE LA NARRACIÓN. ¿Cuánto debe durar un cuento breve? Es complicado medirlo. Un cuento muy corto (200 a 1000 palabras) puede durar de dos a seis minutos, aproximadamente. Es chocante hacer estas mediciones, porque a la hora de escribir no se tiene conciencia de eso (¡Qué bueno!). A lo mucho, atinamos a decir en los ejercicios planteados: "extensión de una cuartilla". ¿Cuánto es eso en el tiempo de la narración? Se los dejo de tarea.


Ya que estamos en estos menesteres del tiempo, nos entera Chimal de que hay tres estrategias de manipulación del tiempo que se pueden considerar las más relevantes:

1). La historia omite ciertos momentos del tiempo.
2). También sucede que la historia “salte” hacia atrás en el tiempo. A esto se le llama analepsis o, utilizando un término en inglés que proviene del mundo del cine y la televisión, flashback. (Crónica de una muerte anunciada)
3). Algo un poco menos usual es lo opuesto de la analepsis, que se conoce como prolepsis o (en inglés) flashforward: el salto hacia adelante en el tiempo.

¿Y la elipsis? Es la técnica narrativa (y cinematográfica) que consiste en la supresión de algún acontecimiento dentro de la linealidad temporal del relato o la historia.

La diferencia entre una prolepsis y una elipsis es que en la segunda nunca volveríamos a lo que se omite, y en la prolepsis sí lo hacemos: el flashforward se reconoce como tal cuando termina y volvemos al “presente” de la narración.


Otros elementos fundamentales son: La trama. En las historias hay siempre una serie de causas y efectos, de sucesos que van uno tras otro en el tiempo de lo narrado: acontecimientos que ocurren a los personajes que habitan el mundo de la historia. Y La estructura. Planteamiento: Descripción de la situación inicial del mundo de la historia. Desarrollo: Serie de sucesos que modifican de alguna manera la situación inicial descrita en el planteamiento. Estos sucesos son acciones de los personajes de la historia, tomadas por decisión propia o reaccionando a otros sucesos más allá de su control. Y la Conclusión: Es el final de la historia, en el que el mundo narrado llega a una nueva situación que es consecuencia de lo ocurrido durante el desarrollo y, en general, de una última serie de sucesos.

¿Y la jerarquía de los personajes? Protagonista: el personaje más importante. Antagonista: el opositor del protagonista. Secundario: son aquellos con una presencia importante en la historia pero que no la abarcan por completo, como sí suelen hacerlo protagonistas o antagonistas. Incidental: son los aparecen brevemente en las historias.

Hablando de personajes, acá beto y Benito (Los Benitos), quienes son los personajes más entrañables (por mucho) que he hallado en los últimos años, en Comitán. Esa mañana me compartieron un vaso de chocolate y un "panito", y sus historias breves, felices a pesar de lo difícil. Yo, por supuesto, lo acepté TODO, y mi corazón siguió saltando igual que un resorte. ¿Cómo empezar a escribir historias? ¡Parfavar!

Cuando hay personas, hay conflictos.

1). Un personaje contra otro. Éste es el tipo más simple: protagonista contra antagonista.
2). Un personaje contra un grupo. En este caso se trata de un individuo contra varios.
3). Un personaje contra sí mismo. Este tipo de conflicto es también muy frecuente.
4). Un personaje contra una fuerza impersonal. Este conflicto es menos usuaL. Fenómenos naturales o bien una casualidad desafortunada, o cualquier otra fuerza que no tenga conciencia ni intención alguna de oponerse al personaje.
5). Un personaje contra el destino. (¡Pinche destino!, dijera Filiberto García)

De acá nos fuimos directo a construir historias con escenarios y personajes ya hechos con anterioridad, de donde saldrán palimpsestos que les enseñaré en la próxima entrada.

Por mejores lectores y escritores!

1 comentario:

  1. ¡Un curso completito en tu texto, amigo Mountain! Ya solo faltó la narrativa del cuento en cuarta y quinta personas, la elipsis invertida y la parábola circunfleja, que nunca pudo dominar García Márquez y que hasta miedo le tenía. Para tus alumnos será como comerse una cazueleja.

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