lunes, 25 de septiembre de 2017

¡Lo león nadie me lo quita!

Palabrareando con mi querido maestro Ray Zopilote (quien es el palabrarista más rápido de la comarca junto con el poeta Lalo Hidalgo) se reveló la siguiente frase: "Lo león nadie me lo quita". Hoy no hallo mejor frase que la citada.

Julio Cortázar dijo que no escribía para quienes eran lectores, sino para aquellos que no lo eran. Fue (y es), por decirlo de alguna manera, un cazador de lectores. Y es que escritores hay muchos, cientos, miles, millones. Pero... ¿Y lectores?


Cazar lectores no es sencillo, hay que ser un león (Mamífero carnívoro, de pelaje amarillo-rojo, cabeza grande, dientes y uñas muy fuertes, y cola larga), ser paciente, y nunca de los nunca, dejar de buscar. Tal es el caso de mi vecino Mauro, un niño de tres años, quien cada vez que me veía se aferraba al marco de su puerta, se ocultaba y desde ahí asomaba sus ojitos para verme ir y venir de un lado a otro, cual león, con libro en mano. Fui paciente. Primero un saludo, luego una gracia, después un poco de música, luego un globo, más tarde un carrito, después un títere, hasta llegar al objetivo: Acercar al futuro leoncito hasta mi puerta.


Soy un león, ya les había dicho, pero no solo mamífero, sino un león del verbo LEER, que no "ler". Mauro va que vuela para ser un leoncito (lector), porque le gustan los libros. Ya no se oculta, al contrario, desde hace semanas camina hasta la entrada de mi casa, toca la puerta y me llama: "Señor león...señor león..." Y yo me guardo un rugido de gusto, porque Mauro llama para que le cuente los libros que él toma de la mesa de la sala. Es una mesa llena de libros no necesariamente infantiles. A él le gusta mirar las imágenes, y que se las relate.


Ya sea la historia del fantasma que tenía asma, de planetas y viajes al espacio, de científicos, del zorrito de nombre Miguelisto, del magnífico libro de título ZOOM, del piano que se quedó sin trabajo, o de fotos de un libro llamado Infancia. Se sorprende, se ríe, se pone triste, luego se torna serio, después vuelve a reír o a decir: "ohhh", ante una imagen que le sorprende. Creo que en este año, es el amigo más pequeño que tengo. Soy el señor león (¿mamífero? ¿lector? ¿cazador?) y eso nadie me lo va a quitar, y espero que tampoco a Mauro (el leoncito).

Pronto hablaremos del temblor, pero... es otra historia.

Por mejores leones...y lectores.

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