viernes, 14 de septiembre de 2018

Creación literaria / Narrativa breve / 8 y 9 de septiembre / Comitán de Domínguez, Chiapas.


¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán?,
¿en mayo, en la quietud, en la frescura,
en el aire? ¿Cómo amanecer en el aire?,
¿qué es el aire?, ¿qué es el aire de Comitán
en la frescura del amanecer en el aire?

¿Es la humedad del aire?, ¿será la transparencia?,
¿será los árboles perdidos en el aire?,
¿las campanas, las voces, los pájaros tendidos en el aire?
¿Serás tú mismo el aire, caminando en el parque,
tomando por asalto las esquinas, subiéndote
a los techos, precipitándote en las calles bajas,
saludando y amando al que madruga, bebiéndote
la Ciénega en el aire?

¿Es el olor el aire?, ¿la noche macerada, los
flotantes aromas, los pétalos de tierra que
flotan en el aire? ¿Las agudas espinas, los
trocitos de frío que juegan en el aire?

¿Es tu piel, es tu alma, es tu alegría traspasada
de infinitas presencias, derramada?
¿Quién asciende, quién vuela más que yo
en este amanecer de Comitán en el aire?

Jaime Sabines


Saltar al vacío se ha vuelto una necesidad para mi persona. Esta vez no fue la excepción para saltar sobre la narrativa breve, junto con 18 compañeros, en el Centro Cultural "Rosario Castellanos", en la ciudad más bonita de Chiapas: Comitán.


¿Cómo puede decirse una minificción en Comitán? De muchas maneras, estoy seguro. La mañana del día ocho de septiembre llegué con todas las ganas de quien ha saltado al vacío, desde el Cañón del Sumidero hasta el salón asignado para el taller, con todas las ganas de compartir, sin poses ni fórmulas inexistentes, el asunto de narrar desde la brevedad.


En mi delirante camino sobre la promoción de la lectura y la escritura, he aprendido que se debe de jugar, de divertirse, de alivianarse; de vivir... y no de actuar. Bien dice Lauro Zavala que la minificción es otro Boom Hispanoamericano, pero silencioso. Dicho Boom tiene su centro (único y equidistante) en las salas de lectura y en las pantallas electrónicas. De ahí que esa mañana ensayáramos maneras de leer y de escribir "no convencionales". Me consta que no existe el "problema de la hoja en blanco". Lo que existe es falta de ejercicio, de disciplina. Esa mañana hicimos varios ejercicios para aflojar los músculos del corazón (benditas metáforas), para acordarnos del origen, para conocernos, para conocer y reconocernos en el otro (bendita otredad). ¿Qué hicimos? Jugamos.


Las salas de lectura y de escritura, las pantallas electrónicas, la mesa del café, la banca del parque, el cuarto de baño, el rincón más íntimo, entre otros sitos donde se lee y se escribe la minificción, están muy lejos de los premios literarios, de los géneros convencionales (cuento, novela, ensayo, crónica, etcétera) y de la publicidad recibida por los grupos del poder cultural en turno. "Cualquiera puede escribir cosas breves" me dijo un sujeto sin predicado. Yo dije que sí. Lo afirmé convencido, pero él lo dijo, palabras más, palabras menos, refiriéndose a que cualquier pendejo podía hacerlo. Eso es otra cosa. Casi una disertación filosofal que me llevó a pensar: ¿Cualquier pendejo pendejo? o ¿Cualquier pendejo inteligente?


También platicamos (o hablé y hablé sin soltar el micrófono) sobre el minicuento moderno, que replica de manera minúscula la estructura del cuento convencional, y que aglutina un tema, una secuencia, un corpus que le otorga la "validez" literaria que le permite la aceptación de las "vacas sagradas" de la literatura, sin dejar de marcarles la delgada línea de la escritura "en serio", la del cuento y de la novela. Las minificciones son posmodernas, irreverentes, rompen la estructura tradicional, y gozan de unicidad, aunque no por eso dejan de ser algo aglutinable. La fractalidad de las minificciones son su mayor virtud. Es bueno decir que los minicuentos y las minificciones, aunque universales, son en Hispanoamérica donde se han desarrollado de manera brillante.


La minificción es la manifestación más característica del siglo XXI. Es emergente, no necesita manifestarse en el papel impreso (moderno) porque ha encontrado su espacio en las pantallas electrónicas (posmoderno). Dirán ¡Pero también en las pantallas están las novelas y los cuentos y minicuentos! Me atrevo a decir que las novelas (a menos que sea imposible de conseguirla de manera impresa) son poco leídas en las pantallas; tampoco los cuentos. Los minicuentos tienen mejor suerte, igual que los microrrelatos: ambas formas de la minificción. ¿Y cuáles son los elementos que nos aproximan a los relatos posmodernos? La hibridación genérica, la autoironía de la voz narrativa, metaparodia, simulacros de epifanía, intertextualidad extraliteraria (si los compañeros del diplomado están leyendo estas líneas, no se crean que me he puesto aburrido, sucede que hay quienes intentan buenamente cartografiar los terrenos de la minificción).


¿Cuál es la fórmula para escribir minificciones? Si alguno la tiene, que la role. Yo no la tengo, si la tuviera ya la habría metido en bolsitas bien pedorras, y puesto a la venta de inmediato. La fórmula que sí conozco es la de leer, y leer, y leer, y leer... y escribir, y escribir... y escribir. Pero sobre todo, antes de esas dos premisas: VIVIR. La mañana del día nueve partimos de una palabra para construir un texto breve. Después, y en Fa, ejercitamos algo recomendado por la señora Raquel Olvera, escribir contra reloj para agarrar distraído al señor "problema de la hoja en blanco". Brotaron cosas chidas en tiempo record. Se supone las trabajaríamos vía correo electrónico, pero hasta el momento solo han llegado a mi buzón 3 de 18. Seré paciente: Roma no se hizo en un día (benditas metáforas).


También imaginamos sobre lo qué sucedería si un día amaneciera rodeada de mar la bella, la única, la sin par, la incomparable ciudad de Comitán (estoy enamorado pué, qué le puedo hacer). cada uno habló desde su árbol. Varias son las cosas que se dijeron, sin saber que estaban de la nada saliendo personajes, escenarios, circunstancias, conflictos. Se asomaron por algunos minutos amagos de historias con potencial. La disciplina y el ejercicio nos llevará poco a poco a atraparlas de manera consciente. Estos dos días fueron de pequeños asombros para mí, y espero que para ellos. Escribir es como tocar la guitarra. Puedes aprenderte las canciones qué más te gusten, y cantarlas lo más cercano a la voz de tu cantante favorito, o puedes componer tus propias melodías, y cantarlas con voz distinta, y sorprender a la propia diosa de la música. La narrativa breve está llena de asombros, de vértigos, de latigazos emocionales, de cierres de fotografía, pero también de pausas memorables, de esencias dignas de ser compartidas.


Las vueltas de tuerca, los apastilles, la transgresión de los recursos literarios, entre otras linduras, son las que llevan por caminos insospechados el andamiaje de la narrativa breve. Pero sobre todo lo que se quiere contar. Ahí fuimos testigos de lo importante que es la "anécdota", el "triki", el acto mágico de la historia. Nada de lo dicho anteriormente sirve de mucho cuando la historia es descafeinada, cuando destaca lo excelso de la escritura sin tomar en cuenta lo que se cuenta (jejeje). Platicamos de que recordamos libros que hemos adquirido por obsequio, por compra, por hallazgo, y al intentar recordar un texto en específico, o lo que más nos haya gustado, descubrimos que no recordamos casi nada (o nada), aunque si recordamos lo bien escrito que estaba, que gozaba de buena salud; y punto.


Aun está pendiente la sinopsis del primer texto del cual plasmaron la esencia, de lo que tratará. Es el primero de cinco minificciones. Esa sinopsis ahora mismo se sigue oxidando, añejando, mutando. Volveremos a ella en la segunda tanda del diplo, y descubriremos más de una cosa. También nos seguiremos conociendo, y seguiremos recordando (traeremos de nuevo al corazón) quiénes somos, qué historias nos han construido hasta el día de hoy, a través de su propia videohistoria lectora. Y por lectora no hablo solo de libros, que se leen con los ojos, hablo también de los otros sentidos: del gusto, del tacto, del olfato, del oído, además de la vista. ¿Cómo se puede decir un amanecer en el corazón de Hugo? ¡Cómo, en el corazón de cada uno de los 18 compañeros con los que comparto el tiempo y el espacio aquí, allá, ayer, ahora...mañana?


Ya les dejo, he abusado de la posmodernidad de la pantalla. Acá las fotos de mis queridos compañeros de salto. No sé a dónde nos llevará el rumbo de la narrativa breve, pero estoy seguro de que, cuando nos separemos, seremos otros.

Gracias en particular a Arturo, que es un mar de historias a punto de desbordarse. Gracias a los compañeras y las compañeros, por la paciencia. Tenam Puente no se hizo en una noche... ¿O sí?

Nos hallamos en la siguiente entrega... por mejores lectores y escritores.




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