jueves, 26 de enero de 2017

¿LO LEO Y NO LO CREO! Villaflores 1 y 2 de diciembre de 2016

Nunca es tarde para hablar de las cosas buenas, o de las experiencias que durante el 2016 vivimos Ray Zopilote y yo (el Hugo), con el asunto referente a ¡LO LEO Y NO LO CREO!, que tantas satisfacciones dejó en nuestros corazones.


La Feria del Libro Infantil y Juvenil, organizada por la oficina de fomento a la lectura, de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas, llegó a la frailesca. Nuestro querido amigo Ramón Martínez Mancilla tuvo a bien invitarnos, para dar una serie de charlas y actividades aledañas para el disfrute de la lectura, en aquella zona.


El primero de ellos fue el uno de diciembre. Creímos que llegar sería algo de rutina. Villaflores se encuentra a una hora y media de Tuxtla Gutiérrez, y Ray "Fitipaldi" Zopilote y su copiloto, el Gordo Barbón, llegaríamos con tiempo de sobra para aclarar las gargantas y contar cuentos cual jilgueros. Pero no fue así.


Decidimos viajar por el rumbo del aeropuerto, pero en ese propósito nos perdimos más de una vez. ¿La razón? Falta de señales en la carretera. Ese despropósito nos llevó a retrasarnos media hora, entre vueltas, andar y desandar caminos, y vueltas de nuevo a la carretera. ¿De seguro -dijimos- el jefe de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes debe de estar muy ocupado, que no tiene tiempo para colocar las señales a orilla de carretera, tan necesarias.


Llegamos tarde, y en el auditorio municipal nos esperaban más de cien muchachos, que no veían las horas de retirarse a disfrutar de la tarde en el parque, cual debe de ser. Sin más nos subimos al escenario, pero la bulla alcanzaba decibelios dignos de un concierto de rock. El Zopilote trató de calmarlos, y lo logró al leerles un par de cuentos, que logró calmarlos cual flautista, comprobando que las buenas historias también calman a las multitudes. Peeerooo, apenas terminó, el ruido volvió con más intensidad. Fue entonces que decidimos hacer una dinámica llamada Mondongo, donde pusimos a prueba sus conociminentos sobre cosas cotidianas, y su ortografía.


Sin evitar que el escándalo apareciera, fue al menos un escándalo organizado. Sí, como usted lo lee. Ese tipo de situaciones existen, tenemos testigos de ello. Fueron casi tres horas de una locura con feliz término, que en lo particular dejó zumbando nuestros oídos durante el viaje de regreso a Tuxtla Gutiérrez. Tanto fue el aturdimiento, que olvidamos la estrategia de la secretaría de comunicaciones y transportes, para perder a pilotos y copilotos en la carretera. En resumidas cuentas, creíamos que viajábamos a Tuxtla, cuando en realidad estábamos por llegar a Domingo Chanona, un extravío de bastantes kilómetros.
 

Al día siguiente revisaba en GoogleMaps la ruta vivida la noche anterior. Viajaríamos ese día a la segunda tanda de lecturas y dinámicas de fomento lector. El lugar era la Normal Superior Primaria. En el trayecto íbamos platicando lo que haríamos esa tarde. Llegaríamos mejor preparados que el día anterior, por nuestra salud. Llevábamos, literal, un cuchillo entre los dientes. No más gritos. No más tímpanos lastimados, pero sobre todo, no más extravíos carreteros.


Llegamos a la escuela y nos recibieron todos amables. Había algo que hizo falta el día anterior: calma. Sin más, preparamos el escenario y desordenamos las sillas para romper esa cuadratura del aula, tan tradicional. De a poco se fueron asomando los alumnos, callados. El Zopilote y yo mero maromero, nos mirábamos asombrados. ¿Sabrán a qué llegamos? Supimos que sí, cuando comenzamos a socializar antes de dar inicio. El Zopi abrió plaza leyendo un par de cuentos, como solo él sabe hacerlo, y de a poco fueron quedando encantados, conectando con las lecturas de manera asombrosa. De inmediato cambiamos la estrategia, leer y leer dejando al final la dinámica del mondongo, que tan eficaz había sido la tarde anterior.


¡Qué maravilla! Era como llegar a tierra prometida. Hasta yo me atreví a leer un cuento, y a contar de manera sumaria la aventura de Odiseo y el Cíclope. Sin embargo debíamos de regalar los libros que buenamente obsequia la red de bibliotecas públicas, así que tuvimos que realizar dos dinámicas: Unidos y Mondongo.


Fue una decisión acertada, porque las dinámicas resultaron el broche adecuado para una tarde que no queríamos terminara, por muchas razones. Regalamos libros y nos tomamos muchas fotos. En el balance de los dos días, quedamos más que satisfechos. El Zopi y yo podemos asegurar, sin rubor alguno, que ganamos varios lectores.


Me permití la debilidad de obsequiar un mi librito de Billie Jean...bueno... más de uno, para la biblioteca de la escuela. Fue un cierre de año extraordinario.


Pero... había que regresar... y, ¿qué creen? ¡Nos extraviamos de nuevo! Carajo. Teorizamos sobre la posibilidad de que el señor Duarte se ocultaba (como aseguran los teóricos de las teorías teorizantes) en la frailesca, debido a la escasa señalética carretera, que confundo y hace elijas caminos insospechados. Claro, usted me dirá, a estas alturas: "es tan fácil llegar a Villaflor", pero para nosotros, que regresábamos plenos de lecturas y alegrías, no logramos resolver las señales naturales que orientan el regreso a casa (arbustos, retornos camuflados, cercas peculiares, letrero en bardas tan similares a otros letreros en otras bardas).


Pero aún así, nosotros, Ray Zopilote y Hugo Montaña, quedamos agradecidos por las experiencias vividas en torno al fomento lector, en diferentes municipios de Chiapas, gracias a la oficina de fomento de la lectura, de la red de bibliotecas públicas del estado de Chiapas.


Por mejores lectores...

2 comentarios:

  1. Jajajaja excelente anécdota amigo Montaño. Aunque son bien conocidas, en los poblados de nuestro estado, las historias de personas que se pierden en los senderos de los cerros, lomas y montañas y que por algún mítico encantamiento acontecen en un lugar distinto y alejado al deseable destino, nunca había leído una de primera mano. Va un abrazo.

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    1. esmamente así fue, doctor... toda una patoaventura... a quedamos (el opilote y yo) en salir de nuevo como el Quijote y Sancho, a encontrar nuevas aventuras, para facer y desfacer entuertos literarios, jejeje.

      Abrazo de vuelta.

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