sábado, 23 de febrero de 2013

Segundo Festival de Literatura y Artes

Aún cuando me habían avisado con muchos días de anticipación, casi olvido el gusto por asistir a una escuela, en el marco de un festival literario, y aprovechar la lectura de cuentos de Billie Jean para fomentar la lectura entre los chavos de secundaria, explicando de entrada los derechos que cada lector tiene.

¿Existen derechos para quien lee? Y si hay derechos, ¿Existen obligaciones? Sí a lo uno y a lo otro, con el detalle que los derechos son muchos pero la obligación una: No burlarse de quien no lee... respetar su decisión. Ya lo dice, y muy bien, Gabriel Zaid:  ¿Qué demonios importa si uno es culto, está al día o ha leído todos los libros? Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la calle y las nubes y la existencia de los otros tienen algo que decirnos. Si leer nos hace físicamente más reales.

Tengo la sospecha de que las casas editoriales fueron quienes soltaron rumores como: "Es tonto el que presta un libro..." "Los mexicanos no leen..." "La cultura cuesta...".

Un querido amigo, una tarde de inicios del siglo XXI, se planó en el Congreso de la Unión, para exigir que un libro fuera incluído en la canasta básica de los mexicanos. Que se buscara un precio único para el libro, fuere el que fuere. Defendió cada idea con vehemencia, y llegó a sonar en el ambiente un silencio casi absoluto. Él ya está muerto, y las ideas vertidas ese día en el congreso aun son eso: ideas, las mismas que el mismo congreso buscaba colgarle un impuesto, quedando en resumidas cuentas, de la siguiente manera: Si tenías una idea para una obra literaria, del género que fuese, debías pagar un impuesto... un impuesto por pensar. ¿Ridículo? Sí. ¿Posible? También.

De eso y algunas cosillas más hablamos en el Colegio Laureles, donde la maestra Citlalli Molina Vázquez coordinó este esfuerzo en su segunda edición. Los chicos prestaron la atención necesaria para que las lecturas y comentarios fluyeran sin contratiempo. Luis Daniel Pulido, Juventino Sánchez Vera, y Yo, dimos de gorgoritos durante cuarenta minutos. ¿Resultados? Es una inversión... esperamos haber acompañado de buena manera el gusto que los alumnos estén desarrollando por la literatura. En lo particular me divertí de lo lindo, y estoy seguro que este esfuerzo del fomento a la lectura está abonando de maravilla.

Viene una nueva presentación, por invitación expresa de la Secretaría de Educación, ya les contaré en una próxima entrada.





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