lunes, 30 de septiembre de 2019

¡Toriiitooo! / El Instituto Andes Tuxtla. Bachillerato Anáhuac


Tengo más de diez años escribiendo en internet, desde el sitio de mi querido maestro Emilio Ruiz Llaven hasta el blog que ahora leen. En ninguna ocasión tuve problema o dudé en escribir sobre "equis"  o "ye" tema. Pero ya lo dice bien un viejo y conocido refrán: "a toda capillita le llega su fiestecita, y a cada Santo su Blue Demon"... Bueno, ustedes saben.


Con la visita de esta mañana, me atrevería a decir que he pisado casi todos los escenarios posibles donde he "charlatoriado" sobre fomento a la lectura, y hecho una dinámica de escritura. Digo casi, porque no existe algo definitivo en estos menesteres. ¿A dónde fuí? Al Instituto Andes Tuxtla. Fue un viaje de casi una hora en poder de mi paisano Néctar, quien manejó cual Fittipaldi.



Diana Cometa (ella no sabe lo mucho que me ilusionan los cometas), quien me invitó hace ya bastante tiempo, me dijo que la cita sería un treinta de septiembre en punto de las nueve de la mañana, en una capilla, con alumnos de primero, segundo y tercero de preparatoria. YoMeroMaromero, me dije: ¡Va! No recuerdo si analicé el nombre de la institución, ni dónde se encontraba.


Sólo salté al vacío. No sabía la hora más esforzada que me esperaba. Les conté de mis muchos nombres y, mientras lo hacía, vi como se alejaban los profesores de cada grupo, dejando solos a tres valientes, sí, valientes, y a YoMeroMaromero. Lancé los mejores misiles de mi charlatorio, atrapándolos a cada impacto y perdiéndolos después del estallido. El Torito estaba suelto.



Decidí cambiar de estrategia sobre la marcha luego de ver a los subalternos batallar con tremendo toro. ¡Mondongo! Repartimos a los cornúpetas y las cornúpetos de a siete por banca, ocupando doce de ellas, después repartimos una hoja por fila y en segundos estábamos comenzando la faena que, de a poco, se fue yendo de las tablas hasta el medio del ruedo.  


Las fallas ortográficas no son exclusivas de alguna clase social. Se ha normalizado tanto que no importa si se escribe bien o no, lo que sea. Estoy de acuerdo en que la ortografía se corrige, pero cuando se falla en la escritura de una palabra, también se falla en la sintáxis y, por añadidura, en la construcción de ideas. Cada gazapo evidenciado era recibido por El Torito con genuino asombro.


Fueron tres tandas de chicuelinas y un desplante a lo Rodolfo Rodríguez "El Pana", al obsequiar un libro para la biblioteca de la escuela. "¡No tenemos biblioteca!", bufaron. "Sí hay", atajó el coordinador de maestros. Y comenzó el traca traca. En síntesis: sí hay pero no hay, porque está en construcción. Propuse crear bibliotecas de aula, algo más inmediato y más íntimo.


Es más probable que se acerquen a un libro teniéndolo en el salón que yendo a su biblioteca. Quizá se ganen algunos lectores, eso es mejor que ninguno. Diana Cometa estuvo de acuerdo, sellando la idea con un desayuno en la cafetería de la escuela, unos chilaquiles verdes iguales al resto del paisaje. Es urgente darle más importancia al contenido que a la envoltura, aún hay tiempo.


Las fotos y la experiencia fueron cortesía de mi querida Diana Cometa, los pecados fueron, son y serán todos míos... por mejores lectores y escritores.

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