Fue el día viernes ocho de febrero cuando una de las estudiantes me preguntó: ¿Volverán? Y yo no tuve más respuesta que esta: Si tú me dices: "vuelve"... volveré... ¡Y volvimos! Volvimos como a veces vuelven los adioses, para quedarnos y hacer eternas nuestras miradas. Sí, volvimos mi amigo Ramón Preocupón y YoMeroMaromero a la Telesecundaria 088, en Berriozábal, Chiapas. Fuimos invitados por el profesor Javier Priego, con la extraordinaria coordinación de los profesores Ricardo Zebadúa y Lizbeth López León.
Esta vez nos hallaríamos con profesores y personal administrativo de la escuela, lo que nos dio más gusto todavía. Ya sabemos de las caras largas, de las dudas que no se dicen pero se piensan, de las resistencias y los avionazos más grandes que el Antonov, de la armada Rusa; también de los otros (benditas otredades) que tienen todos los síntomas anteriores, pero que aun así están dispuestos a saltar al vacío junto con nosotros.
Descubrimos que a pesar de haber estado juntos alguna vez, ninguno se acordaba de eso, ni se acordarían. Un ejercicio que en el entorno estudiantil funciona apenas se halla la punta del hilo. En esta ocasión no funcionó del todo quizá por ese temor, ese prejuicio que arrastra la equivocación entre colegas. ¿Por qué no permitirse jugar, equivocarse? ¿Qué a la escuela no se llega a aprender jugando, y a corregir equivocaciones de igual manera?
Nosotros aún creemos que sí, y por eso nos pusimos a construir palabrarismos. La mejor manera fue calculando cuánta importancia le damos a los retos de escritura experimental. De a poco entraron en confianza, arriesgándose al equívoco, lo que para mí fue una buena señal. ¿Cuál fue el reto? Construir una oración con sentido, sin repetir ninguna vocal ni consonante, utilizando un mínimo de trece letras en total. Varias fueron las ideas, aunque al final uno sólo el ganador, quien se llevó un libro cortesía de la Oficina de Fomento a la Lectura y la Escritura, de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas.
Hablamos de los maestros de ayer y de hoy, de cómo nacen los cuentos y de los soñarios que construímos a la brava, en medio del desmadre organizado que ya se comenzaba a gestar (y del que soy ampliamente partidario). Prefiero un desmadre con provecho, que un orden hueco, sin provecho. Y así fue, se pusieron a contar cuentos que nacieron de la nada, bueno, ni tan de la nada, sino de una nube creada por sus propias manos. Se contaron como se contaron, aunque después más de uno hizo notar que pudo ser mucho mejor de lo que lo hicieron, y eso es bueno; se llama autocrítica.
Dicen los que saben que para muestra un botón, ¿de qué? De lo que puede llegar a importarle algo a alguien: de ya gracias al Dr. Iván Mijangos. A continuación uno de los cinco cuentos del ejercicio.
Después de reflexionar sobre dicha estrategia, y de cómo se podría utilizar entre el alumnado, nos fuimos a un receso que duró lo que dura el invierno en alguna galaxia extraviada en los confines del universo. Y fue eso lo que nos trajo de vuelta: Las metáforas. Las platicamos, las dijimos, las ejemplificamos, pero ya no ahondamos en ellas ni las escribimos, porque saltamos hasta el delicioso Mondongo.
Ya saben del éxito que el Mondongo acarrea cada vez que es servido a los participantes. No importa en cuál región del estado de Chiapas suceda; su sabor no tiene rival. Hoy por la mañana no fue la excepción, aprovechando también para hablar sobre los pretextos y sobre los argumentos. Hubo de todo, como en botica, pero destaca la combatividad de los compañeros, las reflexiones y los argumentos vertidos para explicar por qué había sucedido X o Z falla a la hora de ejecutar la dinámica designada.
La fila ganadora se llevaría un libro cada uno, aunque al final se llevaron libros casi todos, como debe de ser.... deber ser... esa cosa que pesa y flota encima de los profesores. Hoy les dijimos que si no son lectores de libros, bien lo son de otras lecturas, las que se huelen, las que se comen, las que se tocan y las que se escuchan... ¡Tantas cosas! Igual y mañana podríamos hablar en el salón de clases sobre una palabra, y desatar una charla que permitiría intercambiar ideas, desechar información inexacta, confirmar otras y agregar nuevos datos y referencias a nuestro capital cultural, ese que nos construye como personas.
Nos despedimos contentos mi querido maestro Ramón y YoMeroMaromero después de intercambiar opiniones de cierre, regalar el resto de los libros y revistas para consulta de maestros y alumnos. Cada uno se fue con el grado de importancia que le correspondía, y casi todos contentos, divertidos algunos más que otros. Como dice nuestro querido amigo y compañero de viajes de talleres lectoescritores, Gerasio Contreras: Al final te cuento un cuento, y mi corazón contento.
Muchas gracias a todos y todas por regalarnos más de tres horas de acompañamiento lectoescritor. Les dije que iba a hablar de ustedes, y amenazo lo que cumplo... por mejores lectores y escritores...
Las fotos son cortesía de Ramón, Lizbeth y Ricardo... y las de feisbuc de la compañera Flori, amiga de mis amigos (y también desde ahora y con toda la impunidad de la que gozo), amiga mía también.
Qué gusto verte ejercitando la inteligencia y compartiéndola con los muchachos. Muchos ni siquiera intentan es mejor sentir frustación que simplemente dejar de hacer lo que a uno le apasiona. Un abrazo querido amigo.
ResponderEliminarAbrazos!
EliminarMe encanta ver la pasión con la que siekore haces tu trabajo.Eres bien chido 🤘🤘🤘 te abrazo querido
ResponderEliminarAbrazos, querida!
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