Dicen que las cosas suceden cuando suceden... ni antes ni después. Mi querido maestro y amigo Ramón Martínez Mancilla, jefe de la Oficina de Fomento a la Lectura y Escritura de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas de Chiapas, y YoMeroMaromero, nos escapamos de la triste rutina oficinesca para compartir y departir con chicos de la Telesecundaria 088, del municipio de Berriozábal, Chiapas.
De alguna manera es otro nuevo comienzo para todos. La circularidad, el continuo, lo cíclico. Para nosotros el inicio formal de año nuevo, fomentando la lectura y la escritura con estudiantes, que en esta ocasión resultaron ser treinta y seis chicas y chicos de los tres grados. Para ellos una experiencia diferente. Pero antes fuimos a conocer la biblioteca, que cuenta con un acervo variado y numeroso de los Libros del Rincón. ¡Es un espacio lindo para debatir! ¡Para pulir nuestro capital cultural!
Después de un café delicioso, un tamalito retesabroso y un clima fresco, fuimos a encontrarnos con las chicos y los chicas en el salón de al lado. No fue novedad hallarlos serios, adormilados, indecisos, más llenos de incertidumbre que de esperanza. Mi amigo Ramón comenzó a desperdigar libros sobre el suelo. Luego los animó a que le ayudaran, lo que aceptaron con gusto.
Después les conté de los muchos personajes que me habitan, Gregorio, Ana, Santiago, cientos de soldados de Esparta, El Principito, Polifemo, etcétera. Después nos entretuvimos hablando de lecturas, de lectores y de libros, en especial del de Luis María Pescetti; ¡Nadie te creería! Hablamos de las palabras prohibidas, las palabras mal entendidas y los rubores de los profesores de ayer, que no terminan por aceptar los "decires" de hoy.
Les compartí el multicelebrado texto; "Un cuento de amor y amistad", y así, piano piano, nos llenamos de "caca", la misma palabra que ni tardos ni perezosos hicimos nuestra, rimándola con nuestros nombres. Para ese momento ya estábamos risa y risa, caca para allá, caca para acá. El tiempo se nos iba como agua entre los dedos, así que regalamos libros, haciendo un concurso express de lectura, pero no cualquier texto: "Unidos", un cuento unido de manera literal. ¡Uf! ¡Se lee de un solo suspiro!
¡Ya es tarde! ¡Ya es tarde! ¡Qué tarde se ha hecho ya! Dijo un conejo mientras cruzaba veloz frente a nosotros. Ramón me miró, y entendí que había llegado la hora de sacar el Kamishibai (!ooooooh¡). Ustedes saben de que les hablo cuando les cuento del teatro de papel, invento japonés con una antiguedad de veinte siglos. De hecho eran dos Kamishibai (!ooooooh¡), con dos historias; Ulíses y el Cíclope, y Don Quijote de La Mancha y la increíble aventura de los molinos de viento.
La magia de la historia nos fue llevando desde el cielo hasta el suelo, encantados. Los rostros antes serios, adormilados, indecisos, de a poco se iban llenando de cosas ciertas... de esperanza. ¿Para que sirve leer? ¿Para que sirven las historias? Para algo que pocos dicen: ¡Para contestarle al poder! Para exigir. Para ser mejor persona. Leer es saber y saber es poder; poder ciudadano que enfrente a ese otro poder; el corrupto, el ostentoso, el injusto, el ladrón, el que quita y pone a capricho. Leer para argumentar y defender lo nuestro.
La lectura nos tenía que llevar irremediablemente a la redacción. Hicimos el acompañamiento desde la oralidad hasta la escritura, cerrando con el Mondongo. Saber escribir también es fundamental para ordenar las ideas, para moldearlas, acariciarlas, degustarla, masticarlas, elevarlas, emperejilarlas, aderezarlas, respirarlas, palparlas, entre otras hermosas locuras. Nos realineamos en filas, compactos, cómplices, divertidos.
El Mondongo cerró la mañana a lo grande, hilarante y reflexivo. Mirándonos en el otro (bendita otredad), intercambiando sin quererlo ese capital cultural que nos construye.
El Conejo de Alicia nos miraba desde la ventana con sus ojillos brillantes y rojos, viendo el reloj (¡Ya es tarde!) y de nuevo a nosotros, agazapado. Dos filas de seis fueron las que obtuvieron libros, aunque de hecho las seis terminaron ganando algo: nuestro corazón.
¿Volverán? Preguntó alguien.
Yo no tuve más respuesta que esta:
Si tú me dices: "vuelve"... volveré...
Por mejores lectores y escritores.
(acá el resto de las fotos, cortesía de la profesora Lizbeth)
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