No hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se venza. El pasado 31 de mayo tuve el privilegio de asisitir al Centro de Educación Básica del Estado de Chiapas, gracias a la invitación de la profesora Blanca Ruth y la profesora Gloria. Esta vez nos veríamos con el cuerpo docente. ¿No soy un privilegiado?
"Cada cabeza es un mundo" reza el dicho (bien dicho, por cierto), y si una cabeza se junta con otra, y con otra y otra, y así cabezas y más cabezas, pueden hacer cosas que ante los ojos de otros sería una epopeya. No es difícil hacer eso, lo difícil es entender que es fácil juntarse por un bien común. Hoy (y ayer y siempre) "los niños primero" es la bandera de la Secretaría de Educación.
¿Los niños primero? De acuerdo, es una idea a la que falta darle contexto. Las escuelas se ganan un prestigio (bueno, regular o malo) y eso habla de lo bien que se juntan las cabezas para ser una sola. Son pocas las escuelas que quedan con equipos fuertes en su conjunto, aunque en lo individual gozan de elementos capaces y profesionales (y lo contrario).
Afortunadamente son más los capaces, y en varios de los casos serían excelsos si lograran integrarse en un corpus fuerte. A lo largo de estos meses he encontrado equipos de maestros de todos los tipos, he charlado con varios de ellos de manera individual, y me han platicado su sentir con relación al espacio donde trabajan, y terminan confesando que tienen muchas ideas pero que no los comprenden o los relegan o en el peor de los casos, les hacen la vida de cuadritos.
A más de uno le he dicho que deben de externar las ideas, y también ser los primeros en ejecutarlas. De teóricos estamos a reventar, pero de prácticos adolecemos como no se imaginan. En corto me dicen: "Yo estoy de acuerdo con usted, profe, pero acá la mayoría no tiene interés en hacerlo"... "Usted y yo pensamos igual en eso de que los alumnos de hoy necesitan maestros de hoy, escuelas de hoy, pero..."
Esa mañana compartí con los maestros del CEBECH algunas buenas ideas que ojalá sirvan de algo para dar contexto a las ideas que cada uno de ellos tenga. Nunca se termina de aprender, y yo aprendo con cada grupo que me encuentro, ya sea de maestros, alumnos o público en general, en un festival o feria del libro.
Les conté las muchas historias que me habitan desde que leo, pero coincidimos también en que se lee de muchas maneras, tal cual les he platicado en entradas anteriores. Y por supuesto, hicimos ejercicios de trabajo grupal, las cuales fueron resueltas de buena manera.
Ejecutamos una de dos buenas ideas, tal cual lo hicimos con otro grupo de maestros. Primero volar una avión, del cual un equipo encontró la manera de ejecutar dicha idea muy rápido, pero luego cayeron en faltas técnicas propias de la ausencia de jerarquización. Algo así como la fábula del Burro y la Flauta.
Se hizo un abrapalabra, utilizando vocales y consonantes sin repetir ninguna (las vocales se agotaban todas), hasta sumar trece letras, formando una oración con sentido. El ejercicio en sí es apelar al conocimiento de palabras, y al rejuego sintáctico de las mismas. Un reto lingüístico que lo crean o no, es de gran ayuda para la construcción de oraciones. Gimnasia pues.
Jugamos después un Mondongo, del cual también se apela al conocimiento de palabras de un campo semántico, cuidando la ortografía. De acá se desprendieron errores "naturales" propias de la costumbre, que se van haciendo hábito en el ejercicio diario en las aulas. Cuidar la manera en cómo se escribe es igual de importante que jugar con esas mismas palabras, retorciéndolas, mochándolas o agregando otras más, haciendo híbridos divertidos.
Una maestra me dijo que el ejercicio estaba bien, pero que si hacían eso mismo en un salón, los alumnos se quejarían con sus padres, y estos a su vez los acusarían de "buling", y que estaba bien la dinámica, pero eso era lo que sucedería (me advirtió). Por supuesto que no sucederá tal cosa, le dije, y que no debería de detenerse en refrescar las maneras de enseñar ortografía.
No le puse mayor importancia al asunto en ese momento, pero en frío, pienso en los miles de problemas que existen por una cadena de malos entendidos entre padres de familia y maestros, teniendo en el medio a una especie de "interlocutor" bastante aguzado, lo suficiente para desestabilizar de tal manera las formas de enseñar en una escuela, sin dimensionar el disgusto que se puede crear por información tergiversada.
De a poco los grupos que cohabitan en un ambiente escolar (del grado que sea) padres, alumnos y maestros, terminan haciéndose al lado más cómodo o menos complicado, quedando la educación en sí, en un segundo y hasta tercer plano. Lo digo porque yo también tengo un hijo en primaria, y me entero de las "injusticias" tan injustas que denuncian de manera desmedida algunos padres de familia.
¿Quién tiene la justa medida? Cuando se dice "los niños son primero" se corre el riesgo de equivocarse y terminar empoderando a los alumnos de manera equivocada.
Volviendo a esa mañana, les compartí también la otra idea para trabajar en conjunto, que después de la primera experiencia con el avión, debía de ser más efectiva la manera de desarrollar dicha idea, hasta transformarla en un vehículo que se movería por sí mismo, en una carrera de alarido.
Por supuesto que hubo mejoras, pero también fallas. las primeras fueron de diseño, que no estuvo peleada con la efectividad del aparato. Así se tuvo un automóvil ganador, a fuerza de belleza y calidad. ¿Los que no lograron competir de igual manera, mejorarán su diseño? No lo sabremos en un buen tiempo.
Las fotos que acompañan esta entrada son cortesía de la maestra Blanca Ruth, a quien le agradezco igual la confianza en mi persona para compartir estrategias que abonen a un mejor desempeño de las materias existentes en la escuela.
No sé decir más que gracias. Ya nos hallaremos en otra oportunidad para trabajar con los alumnos a los que no pude atender, por razones y culpa meramente mías.
Les dejo con las imágenes, que dicen más que mil palabras... por mejores lectores.
El "Bugatti" ganador... ¿no es una chulada?
El equipo ganador...
Excelente amigo mío. Gracias por compartir.
ResponderEliminarDe tu experiencia relatada me llama la atención el tema sobre 'la relación del espacio en el que se labora y la incomodidad que genera'. Muchos compañeros educadores manifiestan una práctica recurrente: se termina mi clase y me voy. Ya no hay quien guíe en la resolución de dudas, se deja que el alumno explore en el internet, lo cual sin instrucción es un riesgo, y conlleva a mayores problemáticas, por ejemplo el plagio.
Esperemos que tu labor sea la motivación de muchos a comprender que, si ellos mejoran su entorno también. No es el espacio el que está de mal humor sino quién se adoma a él.
Va un abrazo.
Doctor... tenés razón... te mando abrazo de vuelta hasta allá donde vos.
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