Maga, te lo he dicho antes: los títulos me persiguen. Tomo un ejemplar, y ¡voalá! Salta el inconsciente. Por otro lado soy una suerte de Forrest Gump, un testigo de mi tiempo. ¿No me crees? Te cuento en dos tandas.
Conocí al poeta Francisco Hernández una tarde de noviembre del 2005, en Tuxtla Gutiérrez. Me asignaron para llevarlo a entrevistas en radio y televisión. ¿La razón? Era el ganador del premio de poesía Jaime Sabines (Diario sin fecha de Charls B. Waite). Vino acompañado de su esposa, una mujer agradable. Fuimos de acá para allá, sin pausa. El último punto del recorrido era "Canal 10".
Al llegar noté al poeta bastante pálido. Me acerqué para preguntar qué sucedía. Su esposa confesó que estaba enfermo del estómago, desde su salida de la Ciudad de México. ¡Carajo! Iba a proponer cancelar la entrevista cuando ya estaba el flamante ganador bajo las luces de los reflectores.
Al terminar fuimos de inmediato a la farmacia, donde compramos medicamentos para el atormentado y resistente poeta. Era (imagino lo sigue siendo) una persona bastante aprensiva y nerviosa, aunque educada. Leo a pocos poetas, él es uno de esos pocos afectos literarios.
1
Conocí al poeta Francisco Hernández una tarde de noviembre del 2005, en Tuxtla Gutiérrez. Me asignaron para llevarlo a entrevistas en radio y televisión. ¿La razón? Era el ganador del premio de poesía Jaime Sabines (Diario sin fecha de Charls B. Waite). Vino acompañado de su esposa, una mujer agradable. Fuimos de acá para allá, sin pausa. El último punto del recorrido era "Canal 10".
Al terminar fuimos de inmediato a la farmacia, donde compramos medicamentos para el atormentado y resistente poeta. Era (imagino lo sigue siendo) una persona bastante aprensiva y nerviosa, aunque educada. Leo a pocos poetas, él es uno de esos pocos afectos literarios.
https://navegantecalifornio.wordpress.com |
2
Maga, sucede que en La isla de las breves ausencias me extravío para encontrarme. Me veo y soy ese mapa con ojos que palpita, sufre, se ilusiona y duerme. Soy el río de sílabas, la referencia inexacta repleta de marcas, de señuelos, de meandros con una cruz al final contra el olvido, con una cruz marcada justo donde debería de hallarse algún tesoro. Me recorro a la inversa del camino trazado (nadie sabe el sentido de la ruta), hasta llegar frente al Obelisco, que me cuestiona.
Cargo metáforas pétreas en el caparazón hueco de la nostalgia, las esculpo en la mítica columna, la misma hallada en otros mundos sobreviviendo al tiempo y al espacio. Ya no soy más aquella isla en medio de un lago, ahora soy una isla rocosa, hostil, que flota sobre un mar que se aleja. Entonces corro tras ella "como isla que lleva el Diablo" (benditas metáforas).
Soy el mapa dueño de una ínsula que lleva por nombre Ausencia. Soy la fauna, el náufrago, el mono que ha vuelto para cambiar de nombre, cerner la harina y hornear el pan, que después será mendrugo.
¿Volverás?
https://navegantecalifornio.wordpress.com |
Dice la contraportada: Luego de imaginar las cartas y poemas que pudieron haber escrito Robert Schumann, Friedrch Holderlin, Georg Trakl o Charles B. White, Francisco Hernández entrega esta fascinante colección de poemas que puede leerse como el diario secreto de Robinson Crusoe. Al registrar sus visiones, el autor descubre un archipiélago donde los fantasmas que Pueblan el alma humana encarnan en fuerzas de la naturaleza y se vuelven faunas fabulosas, metáforas alucinantes y agrestes. No es raro que el lector se tope con un doble del autor, ni que sienta que le fueron dirigidos los extraños mensajes que aparecen en un montículo fantasmal. Llevando por su siempre certero humor negro, el poeta intuye un mapa huidizo, que conduce hacia las trapas gemelas de la memoria y el olvido.
Francisco Hernández |
Francisco Hernández (San Andrés Tuxtla, 1946) ha publicado veinte libros de poesía, entre los que sobresalen Imán para fantasmas, Mivida con la perra, El corazón y su avispero y Moneda de tres caras. Bajo el pseudónimo de Mardonio Sinta, reunió sus coplas en el volumen ¿Quién me quita lo cantado? Su obra poética ha sido antologada en Poesía reunida 1974 - 1994, Antojo de trampa (1999) y en Las gastadas palabras de siempre (2000). Ha recibido el Premio de Poesía Aguascalientes, el Premio Xavier Villaurrutia, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines y el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario