martes, 29 de enero de 2019

Antón Chéjov / Un drama de caza / PNSL


¿Por qué me gusta la novela policíaca? No lo sé, quizá confundo las temáticas, pero me ha gustado de siempre el llamado Género Negro. Me atraían (y me siguen atrayendo) los asuntos de detectives, espionajes, enigmas, problemas "elementales" diría el inefable Sherlock Holmes, donde se requiere de explicaciones o soluciones poco convencionales. Soy fan de los asuntos sin resolver, y es quizá por eso que no resuelvo mucho de lo que concierne a mi persona; podría decirse que soy un enigma, encriptado en un misterio dentro de una caja china, que tiene por candado el nudo gordiano de Alejandro Magno. ¡Ay sí! ¡Ay sí!

Fue una sorpresa hallarme con la novela del extraordinario médico y literato ruso, historia donde me he visto inmerso en una aventura, podría decirse, casi casi de película. Es el mismo Chéjov contado por Chéjov en una trama igual a una Matrioshka. La traducción fue hecha por Sergio Pitol, y forma parte del acervo bibliográfico del Programa Nacional de Salas de Lectura.

Recuerdo "Ensayo de un crimen", novela de Rodolfo Usigli, como una de las primeras novelas del género que conocí, fuera de las recomendaciones escolares o lecturas "obligadas". Considero a los escritores mexicanos de los más destacados en el género, y que estoy seguro conocieron Un drama de caza, novela que les comparto hoy, martes 29 de enero, a 158 años de su nacimiento.

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Después de publicar una inmensa cantidad de cuentos, Chéjov se decidió a escribir una novela, pero no una tradicional sino una de género policial, tal vez la primera en Rusia. La tituló Un drama de caza y fue publicada por entregas en un periódico. En forma de libro apareció en 1923. Para sus lectores fue, por varias razones, una sorpresa. Esa, la primera novela de Chéjov, nos revela a un escritor diferente, distinto al que fue antes y también al que fue posteriormente. Nos muestra una Rusia en tinieblas, una espiritualidad maléfica, una atmósfera de letrina y un subfondo brutal. Sus personajes y circunstancias están hechos de delirios, de crueldad, de complejas frustraciones. En el siglo XIX, la novela policial se extendió vertiginosamente por el mundo. Algunos de los escritores más importantes incorporaron a su obra algunos efectos de ese género. En Rusia, la descubrió el joven Chéjov con Un drama de caza.


Antón Pávlovich Chéjov

Antón Pávlovich Chéjov (1860-1904) fue un médico, escritor y dramaturgo ruso. Encuadrable en la corriente naturalista, fue maestro del relato corto, considerado uno de los más importantes escritores de cuentos de la historia de la literatura. Como dramaturgo escribió cuatro obras, y sus relatos cortos han sido aclamados por escritores y crítica.
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Chéjov, Antón
Un drama de caza / Antón Chéjov; tr. de Sergio Pitol
Veracruz : CONACULTA : Universidad Veracruzana 2008.
232 p. (DGBUV)

ISBN: 978-968-834-920-5

lunes, 28 de enero de 2019

Francisco Hernández / La isla de las breves ausencias / PNSL


Maga, te lo he dicho antes: los títulos me persiguen. Tomo un ejemplar, y ¡voalá! Salta el inconsciente. Por otro lado soy una suerte de Forrest Gump, un testigo de mi tiempo. ¿No me crees? Te cuento en dos tandas.



Conocí al poeta Francisco Hernández una tarde de noviembre del 2005, en Tuxtla Gutiérrez. Me asignaron para llevarlo a entrevistas en radio y televisión. ¿La razón? Era el ganador del premio de poesía Jaime Sabines (Diario sin fecha de Charls B. Waite). Vino acompañado de su esposa, una mujer agradable. Fuimos de acá para allá, sin pausa. El último punto del recorrido era "Canal 10". 

Al llegar noté al poeta bastante pálido. Me acerqué para preguntar qué sucedía. Su esposa confesó que estaba enfermo del estómago, desde su salida de la Ciudad de México. ¡Carajo! Iba a proponer cancelar la entrevista cuando ya estaba el flamante ganador bajo las luces de los reflectores. 

Al terminar fuimos de inmediato a la farmacia, donde compramos medicamentos para el atormentado y resistente poeta. Era (imagino lo sigue siendo) una persona bastante aprensiva y nerviosa, aunque educada. Leo a pocos poetas, él es uno de esos pocos afectos literarios.

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Maga, sucede que en La isla de las breves ausencias me extravío para encontrarme. Me veo y soy ese mapa con ojos que palpita, sufre, se ilusiona y duerme. Soy el río de sílabas, la referencia inexacta repleta de marcas, de señuelos, de meandros con una cruz al final contra el olvido, con una cruz marcada justo donde debería de hallarse algún tesoro. Me recorro a la inversa del camino trazado (nadie sabe el sentido de la ruta), hasta llegar frente al Obelisco, que me cuestiona. 

Cargo metáforas pétreas en el caparazón hueco de la nostalgia, las esculpo en la mítica columna, la misma hallada en otros mundos sobreviviendo al tiempo y al espacio. Ya no soy más aquella isla en medio de un lago, ahora soy una isla rocosa, hostil, que flota sobre un mar que se aleja. Entonces corro tras ella "como isla que lleva el Diablo" (benditas metáforas). 

Soy el mapa dueño de una ínsula que lleva por nombre Ausencia. Soy la fauna, el náufrago, el mono que ha vuelto para cambiar de nombre, cerner la harina y hornear el pan, que después será mendrugo.

¿Volverás?


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Dice la contraportada: Luego de imaginar las cartas y poemas que pudieron haber escrito Robert Schumann, Friedrch Holderlin, Georg Trakl o Charles B. White, Francisco Hernández entrega esta fascinante colección de poemas que puede leerse como el diario secreto de Robinson Crusoe. Al registrar sus visiones, el autor descubre un archipiélago donde los fantasmas que Pueblan el alma humana encarnan en fuerzas de la naturaleza y se vuelven faunas fabulosas, metáforas alucinantes y agrestes. No es raro que el lector se tope con un doble del autor, ni que sienta que le fueron dirigidos los extraños mensajes que aparecen en un montículo fantasmal. Llevando por su siempre certero humor negro, el poeta intuye un mapa huidizo, que conduce hacia las trapas gemelas de la memoria y el olvido.

Francisco Hernández
Francisco Hernández (San Andrés Tuxtla, 1946) ha publicado veinte libros de poesía, entre los que sobresalen Imán para fantasmas, Mivida con la perra, El corazón y su avispero y Moneda de tres caras. Bajo el pseudónimo de Mardonio Sinta, reunió sus coplas en el volumen ¿Quién me quita lo cantado? Su obra poética ha sido antologada en Poesía reunida 1974 - 1994, Antojo de trampa (1999) y en Las gastadas palabras de siempre (2000). Ha recibido el Premio de Poesía Aguascalientes, el Premio Xavier Villaurrutia, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines y el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde.

jueves, 24 de enero de 2019

Guus Kuijer / El libro de todas las cosas / PNSL


Antes de cualquier cosa, quiero decirles que este es un libro poderoso. Sí, poderoso en el sentido más amplio de la palabra. Tomás es un personaje universal; soy yo, eres , son Ellos... nosotros. Tristemente aún suceden muchas experiencias parecidas a las de Tomás. La violencia intrafamiliar sigue presente en el mundo de hoy. Sobre esto recuerdo la experiencia contada por un escritor mexicano.

Un buen día su pequeño hijo comenzó a desafiarlos a él (multipremiado autor de literatura infantil y juvenil) y a su esposa. Intentaron descifrar el modo de enfrentar la nueva etapa del pequeño acudiendo a la experiencia de sus mayores. 

Primero visitaron a la madre del escritor. 

En la charla de sobremesa relataron los últimos acontecimientos con el transformado nieto. Llegado su turno, la señora confesó haber corregido al flamante escritor con un gancho de ropa, argumentando que gracias a eso era un hombre de bien. El recuerdo trajo de vuelta aquel doloroso tormento en el angustiado padre, negándose a repetir semejante barbarie con su vástago.



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Tocó visitar a la madre de su esposa. 

Después de la cena y con café en mano, comentaron el incómodo tema del nieto terremoto. Entonces la suegra confesó que en varias ocasiones había corregido a su hija con una "escuadra francesa", y que gracias a eso bla bla blá. 

Ambos quedaron decepcionados de tan cavernícolas opciones, y al borde del colapso.

Un buen amigo les recomendó asistir a una escuela para padres. Se tragaron su orgullo asistiendo a una sesión, junto a más de cincuenta padres, igual de confundidos. "Los niños de hoy no son los niños de ayer", decía el especialista. "Los niños de hoy necesitan padres de hoy, no padres de ayer". 

¡El veinte (benditas metáforas) comenzó a caer en la atolondrada cabeza del novelista! Luego reflexionó: los niños de hoy no sólo necesitan padres de hoy, sino también escuelas de hoy, maestros de hoy, parques de hoy, música de hoy, libros de hoy... no de ayer. ¡Eureka!

Y tú, estimado lector, ¿eres de ayer, o de hoy?

La novela nos cuenta sobre un padre de ayer, en un mundo de hoy. Un padre repitiendo otro ayer aún más antiguo y rígido. Esos mundos de ayer aún existen hoy. Yo viví un poco de ese ayer (¡Ouch!), y me esfuerzo por ser alguien de hoy. 



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Dice la contraportada: Tomás ve cosas que nadie más puede ver: La Belleza de Elisa y su pierna de madera, la magia de la vecina que ama tanto a Beethoven. Pero Tomás también ve que su devoto e implacable padre golpea a su madre. Y Tomás puede consolarla, pero no protegerla. Sin embargo, Tomás logra enfrentarse a su padre al descubrir, gracias a su amistad con la vecina, que la felicidad empieza cuando uno deja de tener miedo.

Guus Kuijer
Guus Kuijer nació el 1° de agosto de 1942, en Amsterdan, Holanda. Reprobó tres años de primaria, lo cual no impidió que, años después, se convirtiera en un autor de fama internacional.

lunes, 21 de enero de 2019

Peter Sís / El coloquio de los pájaros / PNSL

La primera vez que me topé con Farid Udín Attar, fue en una tienda de medicina naturista. Hallé el libro entre varitas de incienso y amuletos. Lo compré por dos razones: era barato y hablaba sobre "trascender". En ese entonces estaba buscándome a mi mismo, sin más guía que la intuición. 

Leí que el sufismo era "la negación de todo placer egoísta para llegar a la divinidad". Supe además de las "abluciones", de los gradientes para ascender hasta Alá (¿ser un dios?). Insisto. No hubo quien orientara mis lecturas (ya les dije que leo a lo jabalí), lo que considero fue bueno; igual hubiese terminado en el Islam. 

El coloquio de los pajaros me habló de los muchos caminos que se deben de transitar, para conocerse a uno mismo. Fue cuando decidí que mi maestro y dios interior sería la intuición. Cabe decir que ese libro lo perdí en una guerra, pero recordaba cosas puntuales de él. 

Uno de esos caminos me llevó hasta Orizaba, en Veracruz, a una muestra nacional de teatro del ITESM. Yo asistía en calidad de jurado por Chiapas. ¿Qué sabía del tema?... ¡Nada, pué!

Ilustración: Peter Sís
Leía teatro y tenía amigos teatreros, no más. No era dramaturgo, ni era director ni actor, pero era amigo de Derly: con eso bastaba. Fueron varios días de obras chidas que los otros jurados criticaron sesudamente. Yo por supuesto fingía (¿actuaba?) saber. Llegó el turno de la última obra del encuentro: "El vuelo". El programa decía que era una adaptación de un texto persa de... ¡Farid Udín Attar! Tuve un sentimiento indescriptible. Disfruté la obra en cámara negra, repleta de hombres pájaro sobre el escenario, entre otras linduras. 

A la hora de elegir a los tres ganadores, propuse a "El vuelo". Hubo silencio. Luego, uno de ellos confesó que no lo había entendido, luego el otro, y el otro, y otro. Entonces me puse en modo mitotero (soy chiapaneco, pué), explicando la razón de algunas escenas, hablando del sufismo, de las abluciones, de los once cielos y de Alá. Ni "pío" dijeron. ¡No cabía yo en mi calzón! Al final "El vuelo" ocupó el tercer lugar. 

Hallar por tercera vez al poeta persa en las ilustraciones de Peter Sis, me recuerda que las dudas y los miedos son indispensables para sortear los muchos caminos que exige la intuición.


Ilustración: Peter Sís

Dice la contraportada: Una mañana como cualquier otra, el poeta Attar despierta convertido en un pájaro abubilla. Se reúne con aves venidas de todas partes para hablar de la crisis que azota a su mundo, plagado de guerras, aire emponzoñado y tristeza general. El pájaro abubilla los convence de emprender el vuelo en busca del rey Simurg, que vive en la montaña de Kaf. Sólo él tiene la respuesta que puede salvarlos. En su difícil travesía los pájaros más valientes deberán cruzar los siete valles: búsqueda, amor, conocimiento, desapego, unidad, asombro y muerte. Sólo entonces llegarán a su destino para entender que la respuesta a sus problemas se encuentra más cerca y más lejos de lo que nunca imaginaron. El coloquio de los pájaros es una hermosa adaptación gráfica del artista Peter Sís –ganador de incontables premios de literatura infantil y juvenil–, a partir del legendario poema persa de Farid Udín Attar, que ha fascinado durante generaciones a lectores de la talla de Jorge Luis Borges.

Peter Sís
Peter Sis (Brno. Checoslovaquia, 1949) es ilustrador, autor y cineasta. Comenzó su carrera en el cine al ganar el premio Golden Bear en el Festival de Cine de Berlín Occidental, en 1980. Desde 1984 se dedica a los libros, con los que ha ganado siete veces el premio otorgado por el New York Time Books Review al mejor libro ilustrado del año. En 2012 obtuvo el premio Hans Christian Andersen, máximo reconocimiento mundial de la literatura infantil.

lunes, 14 de enero de 2019

Doce relatos oscuros / varios autores / PNSL



Dentro de la oscura trama de los doce relatos en los que me extravié este fin de semana, llegó también el humor involuntario con la "graciosada" escrita en la portada del libro, deformidad parecida al personaje de la ilustración. Recuerdo a un querido amigo quien recomendaba cuidar lo que se editaba porque era como un hijo, y que si no se le procuraba, nacería deforme y andaría por la vida dando tumbos: un hijo nuestro (tuyo, mío, de otro... bendita otredad). 

Recuerdo también a un sujeto (sin predicado) presumir un cuento suyo publicado en un diario del norte, del cual me mandaba un "pantallazo" para leerlo. Yo hice lo propio hasta toparme con la palabra "votar" (sufragio), pero utilizado en el cuento para marcar la acción del protagonista al arrojar (botar) una colilla de cigarro. Le dije al sujeto (sin predicado) lo del gazapo, agregando el comentario sobre la cantidad de repeticiones de ese "error" en el enorme tiraje del periódico, y que además iba firmado con su nombre. Después de eso no supe más. 

En Doce relatos oscuros sucedió algo similar. En la portada se lee: "Mampo Gardinelli". Quiero aclarar que hablo sólo de la errata, no me consta ni estoy cierto en lo más mínimo de que Mempo Giardinelli sea mampo (¡arrecha la que no lea!). Lo que sí me consta es su enorme calidad narrativa, reafirmada en El tipo, parte de estos doce relatos. Por último, se lee que estan antologados autores de Argentina, Cuba, España, México y Uruguay, pero sólo hallé a un cubano, una española y diez argentinos, los dos últimos brillan por su ausencia (benditas metáforas). Fuera de eso el libro es duro, oscuro y jodedor, como si la realidad no bastara, y fuera necesaria más de la densa noche de violencia en la que vivimos.



Dice la contraportada: Sin duda la Novela Negra de América Latina es la que mejor ilustra el tema de la violencia, los conflictos socio - políticos, los abusos de poder, la complicidad del crimen, la corrupción, la ineficiencia en impartición de justicia o el terrorismo de Estado. Por todo lo anterior, Código Negro apuesta firmemente a no perder el impacto de estos escritos contra la realidad de un mundo rebasado por la criminalidad. Para muestra sirva esta compilación en formato de "bolsillo" que reúne "Doce Relatos oscuros" de doce reconocidos escritores expertos en dicho género provenientes de Argentina, Cuba, España, México y Uruguay.

 
Autores:

Rodolfo Pérez Valero
Rolo Díez
Mempo Giardinelli
Guillermo Saccomanno
Cristina Fallarás
Carlos Salem 

Mercedes Giuffré
Myriam Laurini
Raúl Argemí

Guillermo Orsi 

Roberto Bardini
Eduardo González

viernes, 11 de enero de 2019

Roberto Bardini / Un hombre de ley / PNSL



...¿qué esperanza tiene un pez dentro de un charco?
"Reposado" Rosales

Cuando era niño mi padre me llevaba a la peluquería de don Reyes. Mientras a él lo trasquilaban, yo miraba las revistas de Alarma! Además de sangre y cadáveres, entre sus páginas también aparecían anuncios del Instituto Maurer ofreciendo cursos por correspondencia de corte y confección, contaduría, inglés, ventas, entre otros, además de métodos para construir helicópteros, fortalecer los músculos o volverse un detective privado. Lo último me llamaba la atención pero nunca tuve el dinero para comprar dicho curso. Me conformé con el intento de aprender karate, siguiendo las instrucciones de un libro que prometía transformarme en Bruce Lee. 

Sí... fracasé. 

Pero lo de ser detective siguió en mi cabeza. Me aficioné a los juegos de lógica, deducción, acertijos y demás. Recuerdo haberle dicho a mi madre que deseaba tener una pistola y ser policía, pero de esos que resolvían misterios chingones (igual a "Honesto" Mac Thief, el policía de la novela que ahora les comparto). ¡Qué cosas! 

Mi tropical entrenamiento me ha tenido en jaque hasta el día de hoy. Cuando algo sucede (el robo de un lápiz, el extravío de llaves, el misterio del picte desaparecido en la entraña misma del "toper", o la reconstrucción de los hechos después de una parranda descomunal) pongo toda mi experiencia en juego y resuelvo el caso, por absurdo que llegue a parecer. No sé cuándo me retiraré de este oficio que muy pocos conocen, sigo alerta y con el mismo ánimo de aquel niño que fui, a la espera de nuevos casos. 




Dice la contraportada: Coralito es una pequeña isla del océano Pacífico, que en el siglo diecinueve fue una colonia carcelaria. Se halla a la misma latitud de la frontera Estados Unidos - México y equidista de San Diego y Tijuana. Tiene tres mil habitantes y su única actividad económica es el turismo. Y también, muy discretamente, las casas de juego y sexo. A falta de ganadería, agricultura e industria, tenemos sol, playa y mar, dicen sus pobladores. Y todo tipo de diversión, de noche y a puertas cerradas, agregan por lo bajo, con un guiño cómplice.

Su fuerza policial se compone de una mujer y cinco hombres, mal preparados y con personalidades dignas del psicoanálisis. Su jefe, el comisario Honesto Mac Thief, es un borrachín que está a punto de jubilarse y disfrutar algunos ahorros no muy limpiamente ganados. Pero de pronto la tranquilidad se altera y se desencadena una espiral de crímenes nunca vista en la isla.

Un relato de intriga, mentiras y corrupción en el que participan hombre de negocio locales, millonarios con un pasado turbio, traficantes de droga, agentes federales mexicanos, policías de Estados Unidos, y un turista extranjero que sólo buscaba un poco de tranquilidad.

Roberto Bardini
Roberto Bardini. Buenos Aires, 1948. Es periodista, reside en la Ciudad de México desde 1976, con estadías como corresponsal en Costa Rica, Belice, Honduras, Nicaragua, Brasil, Argentina y Estados Unidos, en la frontera Tijuana - San Diego. Como enviado especial, cubrió las luchas insurgentes en El Salvador, Guatemala y Colombia, la guerra Irán - Irak, el conflicto civil en el Líbano y el enfrentamiento de Marruecos con las guerrillas del ex Sáhara Español, experiencias que posteriormente adaptó en forma de libros.

Por parte paterna, Bardini es nieto, sobrino y primo de policías. Su abuelo Tomás, fallecido en 1937, era oficial principal -grado equivalente a capitán- de la Policía de Buenos Aires. Además, fue dramaturgo -con nueve obras teatrales representadas-, miembro de la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores) y director de la revista Apolo, quincenario cultural de las décadas del '20 y el '30.

Bardini ha publicado trece libros de historia, política y periodismo de investigación. En 2016 ganó el Premio LIPP la Brasserie con Un gato en el Caribe (Editorial Resistencia), su primera novela.



lunes, 7 de enero de 2019

Lorenzo Lunar / Que en vez de infierno encuentres gloria / PNSL


Una noche caminando de regreso a casa vi a la distancia a una niña orinarse frente a mi puerta. La nena era parte de un grupo de chicos de la cuadra (que también me habian visto). Apenas llegué uno de ellos dijo: "Yo no fui", luego acusó a la niña, mientras que el resto enmudecía. Entonces le dije al acusador que eso no se hacía, que entre los compas de la cuadra había que apoyarse, no delatarse; que debían de ser uno solo: Barrio, para bien o para mal. Quizá el sermón fue incompleto, pero sucede que en mi memoria el Barrio es un recuerdo vivo de amigos, prostitutas, borrachos, brujas, entre muchos otros; donde se sabía todo... y nada.

Recuerdo a una vecina que en la oscuridad de la noche prendía velas y, semidesnuda, hablaba mientras pasaba sobre su cabeza trozos de papel que luego ardía con la llama. El fuego revelaba sus enormes chichis en el espejo, que mirábamos el Negro y yo fumando Raleigh, ocultos entre los tinacos. De día la bruja era una señora bonachona y educada que nos daba agua cuando jugábamos fucho, y propina por hacerle los mandados. El Barrio, hoy, es un animal que agoniza.
www.desdelahabana.net
Dice la contraportada: El Barrio es un monstruo: te machuca, te educa, te empuja, te arrastra, te levanta, te tira en el suelo y te pisotea. El Barrio te hace hombre o un traste. Y uno no tiene nada más remedio que dejar que El Barrio haga su trabajo. En El Barrio todo el mundo sabe todo sobre los demás. Y hasta lo que no se puede saber se sabe, pero no se dice. En El Barrio no hay una noche que no se pueda dormir tranquilo. Es un monstruo que te tiene atrapado. Un monstruo que amas y que no estás dispuesto a abandonar. Porque te has acostumbrado a él. Porque todo eso es normal en El Barrio.

Pero si una madrugada todo ha estado tranquilo porque no es fin de semana, no hay ron en los bares y para colmo hace un frío que pela, y sientes que llaman a la puerta, con un toque duro, nervioso e insistente, entonces puedes estar seguro de que algo grave ha pasado.

Y eso es lo que sucede a Leo Martín, un joven policía que acaba de ser ascendido a Jefe de Sector en el mismo lugar donde nació y creció junto con marginales, borrachines, prostitutas, traficantes y humildes trabajadores. Todos inmersos en un bajo mundo donde circulan ron de fabricación casera, carne del mercado negro y estupefacientes. Un Barrio que -como el mismo dice- "le ronca los cojones vivir".

Lorenzo Lunar
Lorenzo Lunar (Cuba, 1958) nació en un barrio marginal de Santa Clara, en ese mismo barrio donde ya situó las dos primeras novelas de la saga de Leo Martín, Que en vez de infierno encuentres gloria (Zoela, 2003) y La vida es un tango (Almuzara, 2005), que viene ahora completada ahora con esta tercera entrega, Usted es la culpable. Ha publicado otras novelas dentro y fuera de Cuba: Échame a mí la culpa (1999), Cuesta abajo (2002), De dos pingües (2004) y Polvo en el viento (Premio Novela Plaza Mayor, Puerto Rico, 2005). Es, además, un excelente cultor del relato breve, lo que le ha valido para conquistar en tres ocasiones el Premio de Relatos de la Semana Negra de Gijón (1999, 2001 y 2005), y otros importantes lauros en concursos de primera línea. Primera entrega de la serie Leo Martín, Que en vez de infierno encuentres gloria, se llevó de un solo golpe el II Premio Novelpol, el I Premio Brigada 21 a la mejor novela en castellano publicada en 2003 y una mención especial del Jurado del Premio Internacional Dashiell Hammet (Semana Negra, Gijón, 2004). Fue traducida al alemán en 2005. Considerado, junto a su compatriota Amir Valle, el mayor exponente de los «novísimos» de la novela negra cubana, Lorenzo Lunar asimismo dirige la revista Fantoches, dedicada a la literatura negra y policial en América Latina. También es aficionado a los boleros, debe ser esa la razón por la que la mayoría de sus obras llevan títulos de piezas musicales. Y dicen que le gusta el rap, y que lo canta. Hasta lo dice su alter ego, Leo Martín, señalando en un bar a ese gordo ridículo «con mechas rojas teñidas en su barba blanca y descuidada», un tal Lorenzo Lunar, mientras canta un estribillo al que todos hacen coro: «Oye, mami, mira mi figura, yo soy el rapero de la literatura».

viernes, 4 de enero de 2019

Raymond Carver / ¿Quieres hacer el favor de callarte. por favor? / AP


Dijo y bien Carlos Monsivais: "Uno asiste a lo que le va a doler". Sucede con alguna canción, algún gesto, fotografía o libro, etcétera. Hoy (siempre es hoy), enero, no aguanté la curiosidad por entrar a esa pequeña casa que para mí resultó este libro de cuentos. Antes anduve a salto de mata huyendo de diciembre, de cosas imposibles entre los piélagos de Efraín Huerta (Permiso para el amor), Cristina Rivera Garza (Nadie me verá llorar) y Gilberto Owen (Me he querido mentir que no te amo). La fractalidad de Carver tiene un aglutinante distinto, la casa indeleble donde nos repetimos no en el presente, sino en el recuerdo, en la escena repetida del otro (bendita otredad). Los temas son el tema, el continente cua-si-ci-ne-ma-to-grá-fi-co, escenas a las que asistí pegado a los muros de una habitación, sentado frente a la barra del bar, de pie en una calle transitada, detrás del hombre que acude a la cita telefónica que le confirmará (a él y a mí) que todos, sin duda, tendremos siempre una vida pública, una vida privada, y una vida secreta.   

Foto: Soledad Ianni

Dice la contraportada: En ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, su primer libro de relatos, que escribió y reescribió a lo largo de quince años y que le supuso la consagración inmediata, Raymond Carver renovó la forma del relato breve hasta darle proporciones de haiku y sin que esta utilización radical de la elipsis le haga perder ninguna fuerza. Todo lo contrario, los relatos de Carver poseen, quizá precisamente por su mismo carácter fragmentario, una inesperada capacidad de provocar una impresión fortísima, una indeleble conmoción.

Los dramas aparentemente más triviales, las catástrofes silenciosas de la gente más común: tal es el territorio en el que se mueven siempre los inquietantes relatos de Carver, el «maestro indiscutible del cuento norteamericano actual» (Michel Brandeau, Le Monde).

«Los relatos de Raymond Carver son extraordinarios por su lenguaje, por su música y por su tremenda y aterradora visión de la vida corriente norteamericana. Carver se encuentra entre los escritores más auténticamente americanos de hoy día» (Leonard Michaels). 

Raymond Carver (1939 - 1988)
Raymond Carver falleció en pleno reconocimiento de su carrera como escritor. Aparte de varios libros de poemas, es autor de cinco libros de relatos, un género en el que ha quedado consagrado como uno de los grandes escritores de las últimas décadas: ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, De qué hablamos cuando cuando hablamos de amor, Catedral, Tres rosas amarillas y Si me necesitas, llámame, así como la antología Short Cuts (Vidas cruzadas) y Principiantes, la versión original de De qué hablamos cuando hablamos de amor, todos ellos publicados por Anagrama.