Dicen (y dicen bien) que nadie es profeta en su tierra, sin embargo me llevé una sorpresa por parte de mis compañeros de trabajo, el día 03 de marzo, en el Ex convento de Chiapa de Corzo. ¿De qué hablo? Le demos forma a la historia.
Estaba en el Sector C, cuando una compañera se asomó a mi cubículo para decirme que se me requería en una reunión, a unos pasos de donde me hallaba. Estaba enfrascado en integrar un paquete de datos para un informe que era de carácter urgente... qué digo urgente... urgentísimo.
Me asomé a dicha reunión, donde de botepronto se me preguntó si conocía alguna dinámica para compartir con cincuenta compañeros de diferentes casas de cultura. Al principio dudé un poco, me agarraban con la "urgencia" de aquellos datos "urgentes", y me "urgía" cumplir con esa "urgencia" porque de ellos dependía gran parte de las actividades futuras. Sin embargo apechugué, expliqué que era cuestión de saber qué se quería trabajar, para decidir la dinámica.
Después de proponer varias ideas terminé por elegir y aconsejar el trabajo por equipos para armar "una idea", que a su vez está llena de buenas ideas, las cuales son en la actualidad de uso más que cotidiano y por ende, poco apreciadas. ¿Y cuál era esa idea? El ensamblado de un carro que se moviera de manera autónoma y con una eficiencia aceptable.
Propuse esto con la finalidad no sólo de "entretener" y "relajar" a los participantes, sino también de entregarles una actividad que fuera posible replicar en las casas de cultura. Dicha dinámica utiliza en su mayoría elementos reciclados: tapas de garrafón (neumáticos), ejes (agitadores de plástico), soportes para los ejes (papel reciclado tamaño carta), un chasis (pedazo de cartón); y dos materiales fáciles de adquirir: veinte centímetros de diurex como mínimo (para ensamblar las piezas) y un motor (globo mediano o grande).
En mi caso, y dada la premura de la solicitud, armé un "Bugatti" con elementos hallados en el Sector C, materiales arriba mencionados, excepto el motor. Utilicé un preservativo que un compañero tuvo a bien donar para el bien de la dinámica (nuevo de paquete). Tomé el tiempo que tardaría en armarlo, que fue de aproximadamente quince minutos.
Presenté el modelo ensamblado a mis coordinadoras, las que aceptaron dicha propuesta para ser ejecutada esa mañana del día viernes, en el Ex convento. Hicimos un recuento de los materiales necesarios para elaborar el "Bugatti", los cuales reunimos a lo largo de la semana, con la jefa del departamento de promoción cultural, la antropóloga Rocío Portilla, ungida nuevamente como la responsable de las casas de la cultura, en coordinación con las casas de la cultura del CELALI.
Y como dicen los que saben, "no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se venza", llegó el día esperado por mí (no sé si por los demás) para encontrarnos con los compañeros directores y promotores culturales de las casas de la cultura del estado de Chiapas.
Después de presentarse cada uno de ellos, se les dio una charla introductoria, y después de media hora entré a escena, saludándolos y presentándome para aquellos que no me conocían. Después expliqué por qué me hallaba frente a ellos, la razón por la que iba a ponerlos a trabajar. Yo soy un creyente de la construcción, y de la compartición. Estaba frente a ellos para invitarlos a desarrollar una idea que después ellos replicarían o no en sus municipios, con gente de su región.
Y era eso el espíritu, una idea, porque las buenas ideas para que se realicen y sigan sosteniéndose como tal, deben ser ideas que a uno le importen, porque si una buena idea solo se queda en eso, y después no le importa a quien la propone, mucho menos le va a importar a quien se le comparte.
La pregunta era simple, ¿la rueda es una buena idea? Sí. ¿Un automóvil es una buena idea? Sí. ¿Las casas de la cultura son una buena idea?... ¿Coneculta es una buena idea? Coincidimos en que sí, que son buenas ideas, pero que esas buenas ideas estarán condenadas al fracaso si no nos interesa. Nosotros, los trabajadores de este Consejo, deberemos de hacer que esa buena idea nos importe, porque si nos importa a nosotros no le va a importar a nadie.
Sin más preámbulos nos contamos del uno hasta el diez, resultando diez equipos de aproximadamente seis integrantes cada uno, a los que se les dio una bolsa de papel con los elementos antes mencionados, y quince minutos para resolver el armado del Bugatti.
Pude observar que la actividad fue bien recibida en lo general, integrando a los compañeros de distintas regiones, logrando el primer cometido: trabajar en conjunto. De los diez equipos al menos seis se integraron casi de inmediato, y el resto tuvo algunos contratiempos no por falta de ganas, sino por falta de coordinación.
Dentro de los quince minutos debería de ensamblarse los "Bugattis" y debería de darnos tiempo para ponerlos en funcionamiento, y de paso realizar una carrera, para ver qué equipo lograba la mayor eficiencia en la funcionalidad de sus unidades. Obviamente los compañeros talleristas (geniales ellos) de Alas y Raíces, y yo mero maromero, llevábamos nuestro Bugatti con el super motor preservativo ultrasensible para que compitiera con los demás.
Desde el día en que se concibió la idea del taller, hasta el momento de la carrera entre los carros generados por nosotros, habían transcurrido casi tres semanas. Me fijo en eso porque es un compás de espera donde se te cruzan ideas de todo tipo. Piensas en lo genial de la idea, luego igual termina resultando que esa idea la consideras absurda, luego la consideras insuficiente, después vuelves a recuperar la genialidad del suceso.
Y así, altas y bajas porque es meramente experimental, pero igual de valiosa que cualquier otra actividad donde se busca compartir una buena idea, y deseas que esa buena idea les importe tanto o más de lo que te importa a ti, que en mi caso fue bastante, tanto, que la preparé desde el primer día en que se me pidió pensar una actividad para los compañeros de casas de cultura.
Quiero hacer mención de que esta actividad no es una idea original de mi parte. Esta actividad me fue compartida hace años por otros colegas con verdadero interés en hacer innovaciones en las maneras de trabajar la creatividad, buscando romper esquemas dados en actividades anteriores, donde se busca solo mantener entretenido al asistente al taller, que pasé el rato y despúes se vaya como llegó: sin un aprendizaje significativo.
Cada actividad debe de ser (en la medida de lo posible) como un movimiento de ajedrez, donde cada acción obedece a un plan general, que se respalda en una o varias técnicas concretas para lograr significar algo en quien lo ejecuta. Mi plan era que esta "dinámica" no solo les entretuviera, sino que la hicieran suya para replicarla cuantas veces se requiera en cada una de sus casas de cultura, a un costo muy bajo.
Una idea que, desarrollada con la importancia justa, podría regalar no solo bastante tiempo de diversión, sino mejoras tanto en los modelos armados, como en los procesos de experimentación entre los asistentes a la casa de la cultura X, haciendo escalable dicha actividad. De hecho ahí mismo se dio la posibilidad de construir con las hojas recicladas restantes, la carrocería de los Bugattis.
Como pueden observar en las fotografías, la elaboración de los automóviles parece sencilla, pero tiene un grado de dificultad, el montaje del motor.
Ya antes había hecho la actividad de ensamblar una idea bastante popular y cotidiana hoy día, que es la de hacer volar un avión en línea rectoa, desde un punto A hasta un punto B, a una velocidad constante, durante un mínimo de tiempo de vuelo de cinco segundos.
Pero esa actividad ya la había realizado con los compañeros del Centro Estatal de Lengua, Arte y Literatura Indígena, y aunque los otros directores desconocían el tipo de artefacto a realizar, debían a mi parecer vivir la experiencia de elaborar un artefacto distinto, con la experiencia de los compañeros del CELALI.
Esta actividad no excluye a los que por alguna razón no finalizan, ni se les oculta la solución que otros hallaron en menor tiempo en dicha actividad. Al final se comparte la experiencia, y lo realiza el equipo ganador, o un representante del mismo. Una actividad que después, durante el receso, seguía dando de que hablar, para bien o para mal.
Con un poco más de tiempo ( y con algo de trabajo de espionaje de los diferentes equipos, que es valido y hasta lo recomiendo) se hubieran terminado de elaborar la totalidad de los carros, y la carrera hubiera resultado fenomenal. pero era la primera vez con ese artefacto para ellos y también para mi, a quien también me dejó una enorme enseñanza.
En lo particular me fue enseñado que cada taller que se imparte debe tener una finalidad. Si doy un taller de Origami, debe, además de enseñar a realizar figuras estilizadas de papel, ejercitar una acción determinada, un proceso o procesos mentales que sean estimulados para despertarlo e incorporarlo como una habilidad más del pensamiento.
Los talleres "efímeros" o de una duración de semanas o meses, tienen a fuerzas que abarcar no solo procesos formales sino también de fondo. Despertar y habilitar procesos básicos del pensamiento para que tengan sustento en quien recibe dichos talleres.
A veces y sin querer queriendo, he preguntado a compañeros talleristas cuál es el proceso o los procesos mentales que se trabajan en X o Z taller que imparten. En la mayoría de los casos no saben responder, o responden con rodeos que terminan en el mismo resultado, solo interesa la forma, pero no el fondo, la significación tan importante en este tipo de actividades.
He hallado a talleristas "exitosos" bastante populares porque entretienen a los niños. Y eso está bien, pero estaría mucho mejor si aparte se llevaran activados varios procesos mentales en el camino. Pensar es no es una acción en sí, sino una multitud de posibilidades. ¿Cuáles?
Imagine que lo invita a jugar futbol, ¿con qué le entra? Pues con los pies. Si le invitan a jugar voleybol, ¿con qué le entra? Pues con las manos. Ahora bien, si lo invitan a Pensar... ¿con qué le entra? Si respondió que con la cabeza, es incorrecto.
Tuve maestros en la secundaria y preparatoria que en los días de exámenes, daban por respuesta a alguna posible orientación solicitada por los examinados, la siguiente respuesta: "¡Piénsale!" Caray... pensar es tantas cosas... si los maestros dieran un punto de apoyo para detonar la solución o respuesta a las preguntas en los exámenes o tareas, el asunto sería distinto... bueno, y qué es pensar.
Pensar es igual a los procesos que realiza una computadora: guarda, selecciona, prioriza, calcula, descarta, almacena, modifica, diseña, minimiza, archiva, enumera, recuerda, analiza, procesa, y siga usted con la infinidad de acciones más que hace el cerebro a la hora de ese acto tan simple de "pensar".
Esa mañana analizamos, seleccionamos, construimos, ensayamos, descartamos, modificamos, reaccionamos, rediseñamos, entre otras más, y finalizamos con una competencia que tuvo momentos de verdadero disfrute, instantes quizá, pero suficientes para saber que la magia del juego había cumplido su cometido, significándose en la mayoría de ellos.
Resultados aparte (ejem) nosotros debimos de haber ganado, porque en teoría teníamos un mejor motor, y un diseño probado y comprobado semanas antes. Sin embargo existen los imponderables, en este caso los accidentes en las pistas, tal fue nuestro caso, cuando se nos atravesó uno de los competidores y detuvo nuestra marcha que en teoría, debió resultar avasallante, pero que terminó encaramado en otro Bugatti.
Yo estuve feliz, viendo y comprobando que aunque el medio fue distinto (del aire nos bajamos a la tierra), el fin resulto siendo el esperado, por lo que en lo particular me sentí satisfecho con mi participación.
Estoy a la espera de saber si alguna casa de cultura de verdad realizará dicha dinámica, y por supuesto deseo ver fotos de ello. Si no se realiza en ninguna ni modos, más allá no puedo llegar. Al menos toque por un instante el corazón cretivo de niño, de los directores participantes.
O qué me dicen de estas caras mostradas en las fotos capturadas por mi amigo y compadre, Aarón Vite Grajales. Compañero generoso y de grandes y buenas ideas.
Abajo pueden ver a mis compañeros Gilberto, Paty y Alex, integrantes de la coordinación de Alas y Raíces.
Acá los ganadores, los directores de las casas de la cultura de Pichucalco y San Cristóbal, con la actual Coordinadora de Enseñanza y Fomento Artístico, la licenciada Mavi Ramírez, quien por cierto me debe su opinión del taller realizado, y de su experiencia en el ensamblado del Bugatti.
Por supuesto, tenía que mostrar a los demás compañeros que no llegaron a la meta, el Bugatti ganador.
Un representante del equipo ganador (Enrique Sánchez Velueta) explicó de qué manera se coordinaron para terminar de manera exitosa dicha actividad.
Sin más que contarles, me despido de ustedes... por mejores talleres.
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