A petición del mar / Joaquín Vázquez Aguilar
escribo
como el que por primera vez se ve las manos
y tiene sed
y bebe golondrinas
no dejo más huella
que la de mis pies en la arena del mundo
porque como nací pájaro
crecí árbol
y llegué camino
sólo tuve
la vecindad del viento
su puerta
su morral
su tinaja de agosto
juegos
hermanos
abuelos (con su tos y todo)
tíos
novias
y padres
morenos diariamente
resbalándoles el sol
para el maíz
(por eso recuerdo siempre
alegría de camisa rota
y corazón alrededor)
pero los juegos se quedaron en las calles
después las novias en las cartas
y un día
los abuelos nos vistieron de negro
y el pueblo
en fin
partió a caballo hacia el recuerdo
qué queda, pues, entonces
sino siempre el viento y sus historias
y nuestra espalda con su dolencia de estaciones
y unas ganas inmensas de retornar
quién sabe a dónde
entró en palmera mi dolor
salió de sus palmadas inmediatas
en puerto han acabado los barrotes del cráneo
el grito en pájaro
en qué termina el mar sino en gaviotas
en qué la luz sino en amor
y la sombra en amor
y la luz y la sombra sino en cuerpo
y el planeta inseguro sino en día
en qué termina el asfalto sino en peatón airoso
en qué el payaso sino en pupila humana
en qué el camino sino en nuestra casa
Uno va por ahí trillando el presente en aras de un pretérito vivo, de recuerdos que se guardarán en la memoria y nos acompañarán cuando partamos a la región del misterio. Hoy se queda conmigo la clara mañana de Comitán, los seres vivos; el asombro... ¿Cuál es la fórmula para el asombro? ¿Cuál, para la nostalgia? De nuevo. Uno va por ahí, por la vida, saltando, ¡viviendo! Actuar no es el modo; vivir, sí. ¿Y el futuro? Se construye en el presente de manera circular, hasta volver donde se comenzó para revisar, quedarse con lo bueno, y mejorarlo. Lo que no funcionó se transforma, y entonces se resignifica, se reconstruye edificando sobre lo trillado, sobre lo andado una y otra vez para ser cada vez más humanos, aportando un miligramo de nuestra existencia y mejorar, aunque sea un poco, lo que nos rodea.
El fin de semana fue la última sesión del módulo dos, sobre narrativa breve, del diplomado en creación literaria convocado por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, a través de la escuela de artes. Se trató de recapitular un poco de las sesiones anteriores, y apastillar (gracias MAC, por el regalo) con la última de las herramientas pendientes, siendo el caso la creación de personajes. Lo dejé al final con el propósito (mío, nadie me lo indicó) de enlazar el módulo tercero, sobre novela. No sé si lo logré, pero lo que sí sé es que mientras compartía esa información, una especie de vacío se me iba formando en algún lado de mi "cuerpazo" (los mal intencionados dirán "puercazo", pero no me importa), y no me dejaba concentrar. Recurrí al maestro Chimal (¿Cómo empezar a escribir historias?) para dar la última sesión:
Las herramientas básicas para la creación de un personaje es la descripción psicosocial, que describe las características personales y físicas:
- Nombre.
- Sexo.
- Edad.
- Raza (o especie, si es el caso; por ejemplo, si es un perro en una fábula, o si es extraterrestre).
- Color y estilo de pelo.
- Complexión.
- Peculiaridades físicas.
- Estado de salud.
- Adicciones (si las tiene).
- Manera de vestir.
- Higiene.
- Estado civil.
- Antecedentes familiares (aquí se puede incluir toda la información necesaria para conocer su origen y sus circunstancias actuales).
- Clase social.
- Educación.
- Situación económica.
- Ocupación actual.
- Ocupaciones anteriores.
- Intereses (aquellas cosas que le gustan o le llaman la atención).
- Contactos sociales (aquellas relaciones que influyen positiva o negativamente en su vida).
- Ética y moral (los principios por los que se comporta en general).
- Inclinaciones políticas.
- Deportes.
- Aficiones (pasatiempos o modos en los que se ocupa de lo que le interesa).
- Nivel de idealismo (qué tanto desearía que el mundo fuese distinto de como es, más cercano a una imagen ideal).
- Nivel de pragmatismo (qué tanto está dispuesto a transigir o ceder en sus objetivos; qué tanto está dispuesto a cambiar lo que quiere por lo que puede tener).
- Nivel de materialismo (no se refiere a su interés por las cosas materiales, sino a qué tanto cree en lo que existe más allá de lo visible y lo comprobable, lo tangible).
- Capacidades intelectuales.
- Nivel de ambición (qué tanto se esfuerza por conseguir lo que quiere).
Características psicológicas:
- Fantasía favorita.
- Paradoja entre deseo y realidad.
- Fobias.
- Preferencias sexuales.
- Valores.
- Cualidades.
- Habilidades.
- Defectos.
- Conducta antisocial.
- Gustos.
- Aversiones.
Además de la plantilla de idiolecto. La lengua, tal y como la usa un individuo en particular: el modo característico de hablar de una persona o de un personaje. Éste es un aspecto de la creación de personajes que a veces se pasa por alto, pero que resulta importante. Sus componentes principales son:
- Vocabulario: qué palabras utiliza el personaje.
- Gramática y sintaxis: cómo se estructuran las frases.
- Acento o dialecto: estos nombres se otorgan a las variaciones en el idioma que se dan en una región determinada del mundo.
- Jerga profesional: éste es el vocabulario especializado de un oficio o profesión.
- Argot: es el vocabulario proveniente de una cultura o grupo social específico.“
- "Malas” palabras: son términos que se consideran vulgares en una lengua determinada y que se utilizan, a sabiendas de que se les ve mal, en momentos de gran intensidad emotiva (de ira, sobre todo, pero a veces también de tristeza, frustración o hasta alegría).
- Estilo verbal: aquí no se trata de palabras precisas, sino del modo en el que las palabras son afectadas por características particulares (físicas sobre todo) de los personajes.
- Subtexto rutinario: éste es el elemento más sutil del idiolecto, pues se trata de la actitud o los elementos no verbales que se dejan entrever en el diálogo.
Estas "plantillas" o fichas funcionan a plenitud en la construcción de una novela, más que en la construcción de un cuento, ya sea moderno o posmoderno. Sin embargo, y con el afán de experimentar, se realizaron palimpsestos con tres elementos bien delineados psicológica, sociológica y dialectológicamente hablando. Personajes clásicos de novelas clásicas, metidos en un cuento corto, muy corto o ultracorto, resultando escritos atractivos en su experimentación (no parodias), creando otras realidades que no tenían nada (o casi nada) que ver de sus "realidades" originales.
En suma, en el módulo dos se construyeron cinco historias (1. tema libre; 2. fantástico; 3. maravilloso; 4. palimpsesto; 5. Lipografía). ¿Es lo único que existe? Por supuesto que no. Lo tratado fue apenas una parte de las múltiples posibilidades que existen en la narrativa breve. Fueron ocho módulos que se compartieron entre la teoría de la narrativa breve, la experimentación a través de la escritura, y el juego (que no chacota), algo que en lo particular destaco sobremanera, porque considero es de donde se parte hacia el éxito, o el fracaso, si de ganar lectoescritores se trata.
Al principio de este choro mareador dije que no hay fórmulas para escribir minificciones (ni cuentos, poemas o novelas), que la única receta que conozco es la de VIVIR. Me corrijo. Hay estructuras que se pueden imitar, modificar o romper, en aras de la experimentación, la cuestión acá es QUÉ CONTAR.
Es decir, al final queda la anécdota, el hecho, el asombro. Sin embargo hay reglas gramaticales que no se pueden pasar por alto (ni modos), pero no es lo primero a la hora de escribir. Al comenzar a pergeñar una historia debe de vaciarse lo que se tiene imaginado. Suponga usted que se deja poseer por algún espíritu que le obliga a redactar sin reglas ni estructuras: pura y llana historia. Cuando termina la posesión se encontrará con un escrito al que deberá meter a la pulidora, donde se someterá al castigo de la regla gramatical. No al contrario.
De a poco se va haciendo callo en esto de pulir o limpiar (o delinear) la escritura. Se van aprendiendo trucos para evitar "lugares comunes", oraciones flacas, párrafos planos. Y no hay mejor manera de aprender dichos trucos, que equivocándose. No debería existir mejor crítico que uno mismo, pero eso cuesta trabajo cuando se es débil, enamoradizo de lo propio, y hasta ególatra. Los errores son los mejores maestros, y debe haber alguien con más cicatrices para que comparta su experiencia.
Esa generosidad, desafortunadamente, no es la mejor cualidad de muchos, quienes se consideran mejor posicionados en el noble arte de la literatura, y no comparten las mejores rutas para avanzar como escritor. Insisto, de la cantidad saldrá la calidad, y no al contrario. ¿Qué tiene de malo decirle a otro que el abuso de X o Y palabra, "aplana" su redacción? Algunos argumentan que si el "estilo", que sí el "género", que si esto; que si lo otro. Al final terminan asegurándose de que sigan igual de planos, para no arriesgar, "combatiendo" a la posible "competencia".
Insisto. No soy el mejor escritor del planeta, ni quiero. Yo escribo porque se me da la regalada gana. Escribo porque soy un testigo de mi tiempo, porque soy humano antes que "artista", porque no quiero ser esclavo (aunque lo sea de alguna u otra manera, literal o figurada), porque estoy vivo.
Le agradezco a la poeta Yolanda Gómez Fuentes la invitación, también a mi amigo Arturo Novelo, coordinador y miembro activo del taller, y que tuvo que soportarme estas ocho sesiones, pero sobre todo a mis compañeros (y espero, desde ahora, mis amigos todos) con quienes compartimos el cómo se pasa la vida... tan callando. Doy las gracias, porque aquel que no sabe ser agradecido es una gran mierda apestosa, aquí, allá y acullá.
Cierro esta tanda emocionado. Somos compañeros de vida, de historias, de escritura, de lecturas y hasta de borrego, incluidos los testículos (del borrego, no interpreten mal)... Por mejores misterios...
Es un honor conocerte, eres un excelente maestro y amigo
ResponderEliminarGracias por el aprecio, pepe. Vos sos un compañero a todo mecate, y un amigo cabal. Buscaré la manera de volver a acompañarlos pronto.
EliminarAbrazos!