miércoles, 24 de octubre de 2018

¡Ajuste de cuentos! / Queremos que en Chiapas se lea más / Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.


Hoy tuvimos taller de capacitación, aunque fue más que eso. Fue de compartir, de disfrutar la palabra que nos hace reconocernos a nosotros mismos en el otro (bendita otredad), además de que estuvo mi querido amigo y maestro Raymundo Zopilote, quien volvió luego de transitar por el suplicio del dengue, que pareciera cosa menor pero que es algo más serio de lo que se imaginan (el dengue, no Ray). ¿Los culpables? Nuestro querido amigo Ramón Martínez Mancilla, Liz, Teresita y Hervin, quienes son incansables.


Nos vimos con más de veinte compañeros en el segundo piso de la Biblioteca Pública Central del Centro Cultural de Chiapas Jaime Sabines. El proyecto Queremos que en Chiapas se lea más (fomento a la lectura, el libro y formación de promotores de lectura) fue la razón de este encuentro, el cual decidimos iniciar con el primitivo "¿Te acuerdas?", que no pretende más que ubicarnos y recordarnos que todos venimos de un punto insólito que estalló desde un tiempo fantástico hasta el día de hoy, miércoles.


Después leí La Palabra, escrito por el poeta chileno Pablo Neruda (seudónimo y luego el nombre civil de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basualto, que nació en Parral, en la región chilena del Maule, en 1904, y murió en Santiago de Chile en 1973.) en el libro Confieso que he vivido, del cual les comparto la portada, editado en México el 10 de noviembre de 1975, y también el texto.


La palabra

Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas...


Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tiene sombra, trasparencia, peso, plumas, pelos, tiene de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto trasmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada...


Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaban arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.


Después de esta lectura sobre la palabra (en el pensamiento de Neruda) nos dispusimos a conocer una de las tantas maneras cómo nace un cuento. Para ello recurrimos de nuevo a Gianni Rodari y su Gramática de la Fantasía, en el que nos enseña los modos de crear historias (vimos una sola manera de muchas), además de otras maneras de ayudar(nos) a inventar(nos) historias propias. Simple y llanamente creatividad, lo que ha hecho de éste libro un clásico sobre el arte de la escritura (sobre todo para niños).



Gianni Rodari insiste a lo largo de este ensayo en la virtud liberadora que tiene la palabra, su utilidad como herramienta que moldea y conforma el capital cultural de un individuo. Y lo resume en la frase "Todas los usos de las palabras para Todos". No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo. Nosotros (Zopi & YoMeroMaromero) nos apeamos a este pretexto y compartimos lo que más nos gusta: las historias (propias, ajenas, con el manojo de pasiones humanas en ellas).


Zopi leyó dos cuentos de manera espléndida (no exagero, lo juro), uno escrito por él y publicado en su libro "Cuentos jerigonzos", y otro "Cuentos mexicanos para niños", de Pascuala Corona. Faltó leer más cuentos, sin duda, pero apenas dio tiempo, porque los hicimos construir cuentos de "la nada", con el pretexto del buen Rodari, primero con palabras derivadas de una principal, y después construyendo historias usando nubes, que resultaron igual de buenas (hubo un concurso para ganarse unas revistas, pero fue difícil decidir al ganador).


Los compañeros con quienes compartimos esta mañana cuentos y estrategias de fomento lectoescritor, son los futuros responsables de una Sala de Lectura, razón que ha llevado a los compañeros de la oficina de fomento a la lectura y la escritura de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas, a destacar la charla literaria como una parte indispensable del quehacer de los responsables de dichos espacios. No inventaremos el agua tibia al respecto, mejor citaremos lo que dice uno de los cuadernos que CONACULTA ha editado para tal fin.


Las personas somos seres dialogantes. Necesitamos a los otros tanto como al agua o al aire. Nos resulta importante poner sobre la mesa de la conversación nuestros más recientes avatares, los proyectos que pensamos emprender, las dudas que nos inquietan, los recuerdos, relatos de amor y desamor o miradas al futuro. Tenemos la necesidad de manifestar ante los otros algunos rasgos de lo que llamamos nuestro “yo mismo”, aquello que nos hace ser únicos e irrepetibles; y también de escucharlos cuando nos hablan de su compleja y fascinante condición humana.


Cuando charlamos, además de enriquecer lo nuestro con ideas novedosas, lo ponemos en juego, lo arriesgamos; abrimos la posibilidad de que los otros discrepen, nos pidan explicaciones o contrapongan sus teorías a las nuestras. Siempre que conversamos debemos estar dispuestos a escuchar con atención y estar abiertos a modificar nuestras ideas y puntos de vista si los argumentos nos convencen. Cuando dialogamos con apertura, los otros representan una fuente creativa de enriquecimiento.


En este caso, cuando decimos “otros” pensamos en personas cercanas que tienen un “yo mismo” distinto del nuestro: amigos, vecinos, compañeros de juego, estudio y trabajo o maestros. Además, podemos pensar en los muchos “otros” que yacen en las páginas de los libros: personajes, encrucijadas, sistemas de valores, épocas, maneras de ejercer el liderazgo, discursos, teorías o autores. Todos los que viven en la literatura también pueden dialogar con nosotros gracias a la lectura, convertirse en nuestros interlocutores y expresar sus vivencias y miradas.


Uno de los propósitos centrales de las Salas de Lectura es favorecer la lectura íntima y silenciosa. Ésta permite a las personas avanzar a su propio ritmo, regresar unas páginas para releer un pasaje, detenerse unos cuantos segundos para reflexionar, ir al diccionario en busca de una palabra que se comprende clave pero nos es desconocida, tomar notas personales en un cuaderno o saltarse dos páginas para comprobar que ya se adivinó lo que le sucederá al protagonista unos pocos párrafos adelante.

La charla literaria en las Salas de Lectura
Cuadernos de SALAS DE LECTURA
CONACULTA libros.


También, y robando tiempo a mi tocayo Toño Quijote, platicamos a vuelo de pájaro sobre la importancia de las cartas, y un poco del proyecto "Jartum", de mi querido Zopi, y de lo importante que fue para miles de niños chiapanecos, quienes recibieron no solo cartas, sino libros, y encontraron con quien compartir (el otro) sus pensamientos. También platicamos del Kamishibai (teatro de papel), les enseñé las ilustraciones de Ulíses y el Cíclope, y les conté la Aventura de Don Quijote de la Mancha, y los molinos de viento. Sí, también nos reímos con el Mondongo, ejercicio de escritura que estoy seguro servirá a más de uno para corregir de manera más divertida la ortografía (leyendo también se puede corregir la escritura).


Raymundo "Zopilote" Zenteno y YoMeroMaromero nos la pasamos a todo dar. Ojalá y pronto volvamos a encontrarnos para otro ¡ajuste de cuentos! (no es nada personal)... por mejores lectores y escritores...

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P.d. Las fotos son cortesía de nuestro querido amigo Ramón "Preocupón".

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