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El Ray y el Hugo |
El día de ayer 05 de diciembre, el Ray y YoMeroMaromero, nos apersonamos en la ciudad más bonita del mundo, para charlar con promotores de lectura en la biblioteca pública "Rosario Castellanos", invitados por la Oficina de Fomento a la Lectura y la Escritura, de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas de Chiapas. Oficina comandada por nuestro querido amigo Ramón Martínez Mancilla, acompañado de Liz, Teresita y Hervin, entrañables compañeros todos, cerrando a tambor batiente (benditas analogías) el proyecto que este año nos permitió compartir tanto: Queremos que en Chiapas se lea más.
Abrió plaza mi querido Zopilote, con el cuento de Pascuala Corona titulado: Sangalote. La historia de un hombre que creía tener siempre la razón. Ray es un tremendo lector de cuentos, y en éste en particular desarrolla sus dotes de cantor, porque no debemos de olvidar que también los zopilotes cantan, y mi amigo no es la excepción. Ya antes él mismo nos contó que los zopilotes le cantan a la luna, pero eso es otra historia. ¿Les gustaría leer el cuento de Pascuala Corona? Al final de ésta entrada lo hallarán com-ple-ti-to.
Después nos dimos a la tarea de hablar un poco sobre la importancia de las charlas en las salas o espacios de lectura. Y qué mejor pretexto que en una biblioteca. ¿Y para qué sirve charlar entre nosotros? Pues para intercambiar ideas, lecturas, puntos de vista, gustos y disgustos; para reconocernos en los otros arriesgando nuestro capital cultural que es cambiante, alimentado por las charlas donde puede no mediar un solo libro físico en el momento del intercambio de opiniones, pero que después, dentro de la misma sala de lectura o biblioteca, puede recurrirse a más información que nos permita ampliar nuestro criterio sobre X o Y tema.
Expusimos un caso particular, donde surgieron opiniones que variaron de acuerdo (precisamente) a nuestras experiencias previas, a nuestras lecturas de vida y nuestros juicios o prejuicios sobre un tema que siempre da tela de donde cortar: Los roles de género. ¿Qué juegos son para niños? ¿Qué juegos son para niñas? Jugar es simplemente jugar, dice Monedita de Oro en una cumbia retesabrosa. Muchas veces los prejuicios de los adultos derrumban la imaginación de las niños y los niñas. Conozco casos donde, por ejemplo, un niño aprendió a zurcir, y no por eso es afeminado, y una niña destaca en el fútbol por encima de muchos de su salón, tanto, que es la capitana de su equipo de quinto grado, y no por eso es "macha".
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Esa mañana se dijeron varias cosas interesantes, y constatamos lo
importante que son las charlas, y las muchas otras lecturas que se suscitan a partir de estas.
Zopi, cazador de lectores igual que Julio Cortázar, sacó una saeta que disparó a los talleristas. Una única flecha para más de treinta almas, a las que atrapó irremediablemente, leyendo algo del libro Querido hijo: estas despedido. Acá les comparto un fragmento:
Querido hijo:
Visto el
comportamiento de las últimas semanas, cada vez más caótico, unido
a los problemas ocasionados por ti en los meses y años anteriores,
desde que comenzaste a gatear y andar, y sin que parezca que
vaya a haber ya una enmienda clara por tu parte, me veo en
la triste pero necesaria obligación de comunicarte tu despido,
que será efectivo en el plazo de treinta días a partir de
hoy. En este tiempo tendrás derecho a tus dosis habituales de
besos y caricias, así como a disponer de tu habitación, tres
comidas al día, y cuantas prerrogativas merezcas en calidad de hijo
—televisión, dinero para gastos, libros, paseos, atención,
consejos, etc.—. Pero cumplido el plazo que la ley familiar me
otorga, mis deberes como madre quedarán por completo exentos de toda
obligación, puesto que mis derechos han sido vulnerados y
vapuleados alevosamente con anterioridad.
Lo cual te comunico en el día de hoy, 7 de abril, para que conste a todos los efectos.
Firmado: María de la Esperanza Martínez García.
Y aprovechando que hablábamos de cazadores de lectores, como lo es Juio Cortázar, leímos "Instrucciones para llorar", del cual derivamos dos escritos (porque al final de cuentas somos animales del lenguaje) apelando de nuevo a la reflexión y creatividad de los compañeros promotores, buscando hacer divertida una instrucción (casi nadie lee los instructivos o manuales). Y fue precisamente sobre la creación de dos "instructivos". El primero: "Instrucciones para llegar tarde a todos lados", y el otro "Instrucciones para sacarle jugo al insomnio". En ambos casos hubo escritos geniales, los cuales les compartiré en una entrada posterior.
Después volvimos a compartir otra de las estrategias que tantos otros
han replicado con bastantes buenos resultados, y al que aún no le
definimos un nombre, pero que de manera provisional le llamaremos
"Algunas Nubes" (sí, igual a uno de los títulos de la saga policíaca de
PIT II, jejeje) La creación de historias partiendo de una hoja en blanco.
Esta estrategia es un éxito entre los niños, desde la creación hasta la exposición de la historia, con escenografía incluida. Juegan y rejuegan lo que cuentan. emperejilan las palabras, las salpimientan al gusto y hacen que cada personaje conviva en una realidad paralela, donde todo... TODO, es posible. Tiburones devorando montañas, fuegos que hablan y prometen portarse bien, o árboles mágicos que te hacen viajar en el tiempo.
¿Cómo nacen las historias? Pues así, de
la nada y del todo. Utilizamos material reciclado y bueno, para que les
cuento lo que sucedió, mejor véanlo.
El Zopi y YoMeroMaromero fuimos felices otra vez, compartiendo con los compañeros promotores. Y aunque mi corazón eterno de abril está eclipsado, mucho de lo realizado ayer fue para ella, quien me enseñó a hacer mucho de lo que hago... Por mejores lectores y escritores.
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P.d. Esta serie de fotos son cortesía de mi querido amigo y maestro Ray Zopilote... por mejores escenas.
Sangalote
Había una vez un barrendero que se llamaba Sangalote, de esos que barren las calles con unas escobas muy largas; pero Sangalote tenía un defecto muy feo: creía siempre tener l razón y por lo tanto era muy terco.
Un día barriendo, barriendo, se encontro un tlaco y se puso a pensar en alta voz, diciendo:
- ¿Que compraré? Si compro pan, se me desmorona; si compro queso, me lo comen las ratas; si compro azúcar, se me acaba; compraré garbanzos. Y compró garbanzos.
Al día siguiente se fue a trabajar. Llego a una casa, tocó y cuando le abrieron, dijo:
- Buena señora. ¿Quiere que le barra su calle?
- ¡Cómo no señor, bárrala usted!
- Bueno, esta bien -dijo Sangalote-, pero ¿y donde dejo mis garbanzos?
- Alli déjelos en el corral -le contesto la señora- y Sangalote se fue a barrer y barre que barre, se le acabó el día.
Cual no sería su sorpresa cuando al ir por sus garbanzos, se halló la bolsa vacía, porque un gallo se los había comido.
Entonces Sangalote llamó a la señora y le dijo:
- !O mis garbanzos, o mi gallo; o mi gallo o mis garbanzos!
Y la señora por tanto no alegar le dio el gallo. Y allí va Sangalote muy contento con su gallo. Todos los días se despertaba con su alegre ki ki ri ki y hasta a su trabajo lo llevaba.
Un día llegó a casa de otra señora y le dijo:
- ¿Quiere que le barra su calle?
- Sí señor, bárrala usted -contesto la señora.
- Bueno, esta bien -dijo Sangalote-, pero ¿donde dejo a mi gallo?
- Déjelo en la caballeriza -le dijo la señora.
Sangalote se puso a barrer y barriendo se le acabó el día.
Entonces se presentó por su gallo, pero no encontró más que las plumas, pues el gallo quiso comerse la cebada del caballo, el caballo se enojó y lo mató de una patada.
Sangalote llamó a la señora y le dijo:
- O mi gallo o mi caballo; o mi caballo o mi gallo.
Y la señora por tanto no alegar, le dio el caballo.
Sangalote se fue muy contento, pero como era pobre, tuvo que seguir barriendo, y así fue como un día con otro llegó a casa de otra señora y le pregunto si queria que le barriera su calle.
- Sí señor, bárrala usted -le dijo la señora.
- Bueno, esta bien -dijo Sangalote-, pero ¿y dónde dejo al caballo?
- Allí dejelo en el establo -le contestó la señora.
Y así lo hizo Sangalote y se fue a barrer. Y barre que barre se le acabó el día.
Cuando fue por su caballo se lo encontro con las tripas de fuera porque el caballo quiso comerse la pastura de toro; el toro se enojó y le encajó los cuernos. Sangalote, muy decidido, llamó a la señra y le dijo:
- O mi caballo o mi toro; o mi toro o mi caballo.
Y la señora, por tanto no alegar, le dio el toro.
Pero a pesar de ser dueño de un toro, Sangalote tuvo que seguir barriendo y un dia con otro llegó a casa de una señora que tenía una niña muy desobediente.
- Buena señora -le dijo Sangalote-. ¿Quiere que le barra su calle?
- Sí señor, bárrala usted -le contesto la señora.
- Bueno, está bien -dijo Sangalote-, pero ¿y dónde dejo al toro?
- Déjelo en el jardín -le dijo la señora-, pero amárrelo bien de un árbol, pues como el jardín no esta bardeado, si lo deja suelto se podría escapar.
Así lo hizo Sangalote y despues de fue a barrer.
El toro comenzó a mugir y la niña le dijo a su madre:
- Mamacita, el toro ha de tener sed, pues se esta quejando mucho.
- No le hagas caso -le dijo la madre-, ya sabrá el barrendero qué hacer con él cuando lo oiga mugir. Cuidado y se te vaya a ocurrir llevarlo a beber a la fuente; piensa que tiene mucha fuerza y que se podría escapar.
La niña sin contestarle se fue al jardín, pensando: ¡Qué se me ha de escapar! Son ideas de mamá.
Y así pensando llegó al árbol, desató al toro y lo llevó a la fuente. Pero sucedió que en cuanto el toro se sintió libre, echó a correr, saltó las trancas y se perdió detrás de la loma. La niña, muy asustada, se metió a la casa y sin decirle nada a su mamá, se escondió debajo de su cama.
Barre que barre se le acabó a Sangalote el día y cuando fue a recoger su toro y no lo encontró, llamó a la señora y le dijo:
- O mi toro o mi niña; o mi niña o mi toro.
Y como la señora no tenía con qué pagarle el toro, sacó a la niña desobediente de debajo de la cama y con todo el dolor de su corazón, se la entregó a Sangalote, que muy contento, la echó al costal de la basura y cargó con ella.
- Ahora sí -se decía-, ya tengo quién me haga la comida, quién me remiende los calcetines, quién me ayude a barrer; Y diciendo, se encontró a un indito que vendía guitarras.
- ¿Que haría yo para comprarme una jarana? ¡Lástima que no traigo dinero!
Y diciendo y pensando cómo haría, le dijo al indio que lo esperara mientras entraba a una panadería a ver si le daban trabajo y así podía comprarle la jarana.
Los panaderos aceptaron que les barriera Sangalote la calle; entonces éste les preguntó dónde podía dejar su costal mientras barría. Los panaderos le contestaron que en la bodega.
La niña comenzó a gritar; los panaderos al abrir el costal se encontraron a la niña quien les contó lo que había pasado, prometió no volver a ser desobediente y corrió para su casa.
Los panaderos llenaron el costal de animales ponzoñosos.
Cuando Sangalote acabó de barrer recogió su costal y se lo echó al hombro. De repende sintió que le mordian la espalda, y gritó:
¡Arre niña, no muerdas!
Cansado, se sentó debajo de un árbol, puso junto a su costal, cogió su guitarra y se puso a tocar, y al tiempo que tocaba cantó:
De mi tlaco, mis garbanzos,
de mis garbanzos, mi gallo,
de mi gallo, mi caballo,
de mi caballo, mi toro,
y de mi toro, mi muchachita,
mi pan y queso y mi jaranita.
¡Sal niña hermosa!
Y abrió el costal y salieron todos los animales y se lo comieron.
Y el cuento de Sangalote, como se los cuento yo, por una oreja me entró y por otra me salió.