(Viernes de libros, 26 de abril de 2013)
Por: Antonio López
Luego de terminar la enésima copa de brandy Poli Délano se relamió los bigotes, se ajustó la chaqueta de pana, y dijo con acento chileno “para mí el pasado es como un país, un lugar donde se hacen las cosas de diferente manera, y a donde viajo de vez en vez para ver cómo se vive ahí... soy un extranjero conocido en mi pasado-país, donde las cosas no cambian, ni cambiarán... luego me marcho y vuelvo al presente... a mi”. Me zampé el trago de tequila, sin pausa, y reflexioné en lo dicho por Poli, “el pasado es como un país...”. Terminamos comiendo tacos de lengua, a un costado de La Guadalupana. Había sido una noche estupenda junto a Poli, el Rayo y Nadia, además de una charla sin desperdicio. Me dije luego que esa noche sería un país al que volvería, como hoy lo hago: Un país, desde donde hablo de un país.
Mi amigo Emilio me preguntó si había leído la novela de Hans Ruesch, País de las sombras largas, que trata sobre una de las regiones más hostiles del planeta. Como ya he confesado, carezco de olfato para los clásicos literarios, y este para mi sería un feliz descubrimiento. Aunque se editó en 1975, tiene una vigencia temática a toda prueba, porque el bienestar a través del progreso social, económico y religioso del hombre, sigue dejando aislado al principal protagonista, él mismo, a quien solo le alcanza para ser el lobo de si mismo.
Una novela única, que nos conecta con una vida distinta: donde las noches duran cinco meses y los tiempos son medidos por el paso de las lunas. Minúsculos iglúes sobre el mar helado, en los que la familia juega un papel fundamental, la mujer es indispensable y escasea, las relaciones son sinceras y espontáneas y los besos se dan restregándose la nariz y tienen verdadero significado. Un lugar donde el dolor de la muerte queda fácilmente superado por el miedo a su fantasma. Pero no hay sitio donde no llegue, tarde o temprano, el hombre blanco. Y llega trayendo rarezas como fusiles, tabaco, petróleo y la insólita concepción de un solo Dios. Sus costumbres son demasiado diferentes a las de los esquimales. ¿Pueden convivir dos culturas tan opuestas?
El número de reediciones es alto, y eso asegura un ejemplar en la librería menos pensada. Aún no tenemos este libro para obsequio, seguimos buscando al mecenas; pero no te desanimes, si contestas esta sencilla pregunta, te regalamos un libro, eso que ni qué. Y la pregunta es: ¿cuánto duran las noches en el Polo Norte? Manda tu respuesta a cultura.chiapas@gmail.com y descubre porqué las sombras son tan largas en esa región del planeta.
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**Hans Ruesch. Entusiasta del automovilismo. Como piloto profesional alcanzó grandes victorias internacionales, hasta que en la víspera de la 2ª Guerra Mundial, partió para los Estados Unidos, donde se manifestó su vocación literaria. Colaboró en diversas revistas norteamericanas. Su primer libro fue El País de las sombras largas, novela traducida a 21 idiomas.
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