martes, 14 de agosto de 2018

YosoY (pretextos vs argumentos) / 12 de agosto de 2018 / Terán City


Dicen que en el séptimo día, hasta dios descansó. Gustavo Ceratti escribió y cantó también que "...en el séptimo día, no descansaré" Y no lo hice, me fui a rockanrrolear con mis amigos, comandados por la coach Marisol Solís (que no descansa), en Terán.


Llegué con el compromiso de (por fin) ejercitar y resignificar qué rollo con los pretextos y con los argumentos. La confusión de estas dos sencillas palabras ha hecho de nosotros prisioneros, entes cautivos de nuestras propias redes tejidas de prejuicios. Para esto, nada mejor que la historia de un monje sufí:


Había una vez un monje, que estaba sentado en la esquina de la plaza central de Tuxtla, a punto de entregarse a la meditación. De pronto vio a un ladrón salir del banco, con dos bolsas llenas de dinero. Se detuvo frente al monje, y le dijo: "Si te preguntan por mí, no me has visto, ni has visto tampoco qué rumbo he tomado, de lo contrario, juro que lo lamentarás".


El monje sufí, que no podía decir mentiras, se vio atrapado de pronto en una dura prueba para su formación y principios. Luego de cavilar unos segundos, cruzó la calle y se sentó en la esquina contraria a la plaza, con la firme disposición, ahora sí, de meditar. A punto de comenzar, aparecieron varios policías, que de inmediato le preguntaron: 


"Monje, tú no sabes decir mentiras, así que dinos, ¿viste a dónde se fue el ladrón que acaba de asaltar el banco?" El monje, sereno, respiró hondo y contestó: "Mientras yo he estado aquí, no he visto pasar a ningún ladrón". Los policías, confiando en los principios del monje, se marcharon para seguir su búsqueda.


El monje, en segundos, construyó el argumento que salvó su integridad sufí, y también su integridad física. Acá la reflexión: ¿Mintió el monje? ¿Debió quedarse en la esquina de la plaza, y decir para dónde corrió el ladrón? Y si se quedaba, ¿cómo lograría deshacerse de los policías, y de la amenaza del ladrón, sin mentir? (se aceptan opiniones en el apartado de comentarios)


Con los chicos comenzamos a diferenciar, con un sencillo ejemplo, qué tan llenos de pretextos estamos, y no nos damos cuenta de que son parte (tristemente) de nuestra manera de vivir. La pregunta fue: ¿Quién sabe cocinar? Las respuestas, varias. "No me gusta"... "No me han enseñado"... "No me sale nada"... "No tolero el calor"... "El olor del aceite no me agrada"... Bla blá blá. Todos... ¡Pretextos!


Hubo más pretextos tratando de "atinarle", sin que apareciera un argumento, hasta que uno de ellos, igual que el monje sufí, se iluminó y dijo, casi perplejo: "Porque no tengo necesidad... hay quien lo haga". ¡Voalá! El argumento llegó y se apoderó del centro de la charla. Descubrimos que la necesidad es el primer motor para que aprendamos a realizar cosas. Si no aprendemos es porque estamos llenos de pretextos.


Nuestros pretextos están acompañados de prejuicios, de cómo vemos el mundo que nos rodea. Es clásica la pregunta sobre el contenido de un vaso, si medio vacío, o medio lleno. Y en eso se van decantando las opiniones, pretextando acá y allá, hasta crear una montaña de pretextos, que se vuelven hasta ridículos. Claro, llegará alguien más sereno, objetivo, que dirá: "ni medio vacío ni medio lleno: está a la mitad".


Es de sabios reflexionar antes de caer en las aseveraciones fáciles, llenas de pretextos. "es que mi trabajo es feo  / genial / aburrido /el mejor / el más miserable"... ¿No será, antes que todo eso, sólo un trabajo? "!Mi ropa es fea / bonita / moderna / anticuada / barata"... ¿No será, antes que todo eso, sólo ropa? Si partimos de la cosa en sí, podríamos ahorrarnos muchos disgustos o falsedades. "Leer es..."


¿Cuál la fórmula? Quizá en el ejemplo primero, algo así: 1. TRABAJO - 2. TRABAJO BONITO / FEO / etcétera. ¿Ya los confundí? Vamos de nuevo: Los argumentos se construyen desde la objetividad, y los pretextos, desde la subjetividad. No es más profundo que eso.


Para entrar en materia de fomento lector, hablamos sobre quién leía los instructivos de las cosas que compramos. La mayoría dijo que no lo hacía, o que solo leía "a vuelo de pájaro" (benditas metáforas). ¿Y por qué no lo leen?, pregunté. Los muchachos se esforzaron por construir sus argumentos, en lugar de lanzar la andanada de pretextos. Ya estábamos de a poco encaminados.


 Leímos INSTRUCCIONES PARA LLORAR, de Julio Cortázar. Después los invité a construir su propio instructivo, dando dos temas base, y una libre. "Instrucciones para llegar tarde a cualquier lado", "instrucciones para subir una escalera" y un tercer tema libre. El tópico dominante fue "Instrucciones para no ir a la escuela". Después, instrucciones para levantarse tarde" y por último, instrucciones para ser un triunfador". Todos los textos fueron gratamente asombrosos.


Despues expuse en el centro de todos, varios títulos de los Libros del Rincón, obsequio de mi corazón eterno de abril, los cuales trataban diversos temas y coincidiendo todos en ser ilustrados. Una vez desplegados los títulos, les pedí eligieran el que más les llamara la atención. Así lo hicieron.


Les pedí dieran una lectura "a vuelo de pájaro" (benditas metáforas) y una vez hecha ésta, en parejas, cada uno le recomendaría el título elegido, buscando argumentar de la mejor manera su elección, con la finalidad de interesar al compañero. De nuevo el resultado fue bastante gratificante.


Volvimos a sentarnos en círculo, y cada uno fue comentando sobre la experiencia vivida, demostrando que sí había sido efectiva la argumentación de cada uno de ellos. ¡Y cómo abrochar la actividad? ¡Jugando a que cantamos! Para eso le robé al maestro Jesús Matatena el bonito ejercicio de cantar los libros.


De nuevo, en parejas, eligieron la mejor opción (libro) para cantar (de común acuerdo) al ritmo del Rock and Roll, con la conocida canción de "Popotitos". Ojalá la coach suba algunos vídeos en su feisbuc, para que constaten lo que les digo. Fue una experiencia de verdad entretenida, sin juicios ni prejuicios de por medio.


Las horas se fueron volando (benditas metáforas), y mi corazón se quedó contento. Pero esto no acaba acá, no no no. Pronto habrá una sorpresa donde YosoY se materializará como los reyes y sabios materializaban ejércitos en sus sueños, o modestos ciudadanos hacían aparecer mariposas soñadas en sus habitaciones. Magia pura.


De nuevo agradezco a Marisol, no solo por invitarme (es necia, y lo aprecio) sino también por las fotos, que ilustran esta entrada, y que se siguen líneas abajo. Espero no haber confundido a nadie, y en caso de haberlo hecho, me declaro culpable, y prometo esmerarme en ser más claro en la siguiente oportunidad.


Sin otras palabras que agregar, me despido de ustedes, por mejores argumentos y menos pretextos.




































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