martes, 24 de abril de 2018

Círculo de Lectura Las Flores del Mal, TGZ / 21 de abril / Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.




Bien dicen que los viajes ilustran, y el sábado me sucedió. Viajé de un lado al otro de la ciudad, desde el territorio libre de los hijos de la escocia chiapacorceña hasta una casa del té, de nombre "Lum" (no pregunté el significado...sí, fallé en eso). Fue un viaje lleno de asombros, que disfruté bastante. Caminé y caminé y caminé, hasta que compré mi café (del OXXO, ni pedo, ese es el que me despierta, y más en día sábado).

Tuve varios encuentros afortunados, el primero con mi tío Quincho, hermano de mi madre. Nos saludamos con genuino agrado. Me comentó que necesita revise unos binoculares que fueron de mi otro tío, de Óscar "El Furibundo". ¿El problema? Hongos. Nos despedimos con la firme promesa de hallarnos en casa de mi hermana. El segundo con Iris "La Wera". La vi cruzar frente a la casa del té, salí corriendo y la llamé. Qué gusto verla, aun cuando se freseaba con su batido de mango, blindaje perfecto contra los cuarenta grados que nos caían a diestra y siniestra. Actualizamos teléfonos y prometimos platicar pronto.

El tercer momento fue el mejor, hallarme con el Círculo de Lectura "Las Flores del Mal" TGZ. Me trataron gentilmente, y desde ahora se los agradezco. Fueron casi cinco horas de charla. Monologué al principio, pero después se fue abriendo la conversación, y hasta me atreví a dar algunos consejos (de manera impune, lo sé) que en lo particular me interesan a la hora de escribir.

Agradezco al buen Santana García, colega en la narrada y en la fomentada de la lectura y de la escritura, su decencia y su valor para invitarme. Me sentí bien, tanto, que casi se me iba el último transporte de regreso a casa hasta las orillas del río Grande, rumbo al aeropuerto.

Por último, confieso que los sábados para mí son de una inmovilidad estatuaria, pero este 21 fue especial. Acá, bajo estas líneas, los cómplices de un día lleno de duendes y conejos. Saludos a todos desde acá hasta allá, donde nuestros corazones.



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