sábado, 23 de febrero de 2013
Ciclo de lecturas Al Verso Libre
Cuando recibí la llamada del Departamento de Servicios Culturales, de la Secretaría de Educación, creí que era para compartir algún dato telefónico, atender algún llamado de premios o atender una intervención musical. Pero no, me habló una chica muy amable, de parte del poeta Fernando Trejo, invitándome a compartir algunas lecturas con chicos de preparatoria. ¿Yo? Encantado. Un oficio acompañó luego a la invitación telefónica.
La idea era departir en una preparatoria del estado, la número uno, y no por ser la que encabeza el Top Ten de las prepas en el estado, sino porque así fue quedando signada en la larga lista de "prepas" que existen en la actualidad. Alguna vez, en mi vertiginosa carrera docente, fui profesor de esa preparatoria, en la materia deTaller de lectura y Redacción. Y cuando estaba alborotando los fantasmas del recuerdo, recibí una segunda llamada de la misma voz femenina, que me confirmaba una prepa, si, pero la número seis, porque la "uno" tiene problemas con el director. De inmediato apliqué la regla que nunca falla: PInches protagonistas. ¿Un director de una preparatoria, en verdad la dirige?
Llegué a la Escuela Preparatoria N° 6 del Estado, diez minutos antes del rock and roll literario, y preguntando llegué hasta el salón donde se realizaría el encuentro con los chavos. Una sala por demás moderna, con una computadora en cada lugar, coño, la duda era... ¿funcionan? Ni idea, jejeje, pero seguro sí.
¿Vas a una preparatoria? Preguntó un compañero de trabajo. Sí, respondí, serio. NO mano, ni idea tienes, no te van a fumar, esos compas no leen, puro internet son... Claro, y es en internet donde se lee más, atajé. Mi compañero, convencido, remató... sí, leen más, pero escriben cada vez peor. Vi mi reloj y se me hacía tarde para llegar. Pensé luego en aquel diálogo donde un chico invita a su novia a un lugar de "cuatro letras", seguro de que ella aceptará, porque tiene dinero en sus manos. La chica trata de adivinar: ¿Café? No... ¿Cine? No... ¿Casa?... No... ¿Te das? Me doy, dice la chica, a lo que el galán responde: Al lugar de cuatro letras al que te voy a llevar es... al OTEL. De más está decir el desenlace.
Pero no estaba solo para dicha empresa, el Maestro Eduardo Hidalgo, escritor de enorme calidad y mejor ánimo, me permitió compartir la lectura esa mañana, que estuvo más que divertida, moderada con tino por el poeta Fernando Trejo. Alternamos el micrófono con el maestro Lalo, para tratar de mantener una presentación más dinámica, que no aburriera a los chicos y se cumpliera el objetivo: ganar lectores.
Creo se cumplió por mucho lo proyectado por el Ciclo de Lectura, auspiciado por la Coordinación de Programas Especiales y Compensatorios, a cargo del buen Fernando, quien es el primer entusiasta de esta idea.
Disfruté de verdad leer para los casi noventa chicos que escucharon cada uno de los textos compartidos, encontrando en más de uno, interés no solo por la obra leída en esa mañana, sino por saber más sobre lecturas y procesos creativos. Aunque la mayoría sigue viendo a la literatura (y me imagino que a los libros) algo para "otro tipo de gente"... intelectuales, ñoños, ratones de biblioteca, nerds y lo que se acumule. Esa mañana creo fuimos la antítesis de esa imagen que se tiene (y se dan algunos) de alguine que escribe para otros.
Sin dejar de lado la naturaleza de la invitación, al final, dejamos un libro para la biblioteca de la escuela, sobre los veinte años del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines, para que puedan ir a su biblioteca y leer poesía ahí, sin intermediarios.
Por mi parte, quedó la firme promesa de enviar por correo electrónico, el librito de minicuentos en PDF (Billie Jean no es mi amante) para que lo compartan cuantas veces quieran, que por mi parte no tengo mayor inconveniente.
Yo no escribo para que me publiquen, sino para que mis amigos me quieran más.
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