lunes, 9 de diciembre de 2019

¡Nadie te creería! / Jardín de niños y niñas "Amadeo Ruiz", colonia Copoya.




No hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se venza, siendo el caso la cita acordada con semanas de antelación, compromiso pactado con mi querido amigo y compañero Ramón Preocupón. Pero esto venía de antes, de cuando Xóchitl y YoMeroMaromero conversamos en pasillos sobre la buena idea del fomento a la lectura, de que leer es el camino, sin duda.


Apenas ayer terminaba un festival de cinco días, con el cansancio que esto conlleva y con el necesario descanso que... qué... ¿descanso? ¡Neee! Los niños primero... siempre. ¿Por qué lo digo? Por la visita de las compañeras de un jardín de niños y niñas de Copoya (y algunas profesoras de primaria), de nombre Amadeo Ruiz. 


¿Y de qué se habla con mujeres interesadas en el fomento a la lectura? Nosotros hablamos de la importancia de incrementar nuestro capital cultural, de expandir la mirada. Les conté de las y los personajes que me habitan, de la importancia del juego en el aprendizaje, pero sobre todo de las metáforas. Faltó tiempo para hablar de las niños y los niñas y de cómo se apropian del mundo. 


Nos reímos de nuestros nombres y de la caca, que nos vincula a diario y que nos hace más verdaderos. Nadie te creería (regalo que me acompañará toda esta vida), de Luis María Pescetti. Un libro que emula y resignifica la idea de cazar lectores, con bastante ingenio y buen humor. Al menos nosotros nos reímos mientras reflexionábamos sobre las muchas maneras de leer el mundo. 


Antes mi querido colega Santana García les habló de la creación literaria y de la importancia de la imaginación como detonante para construir historias. Pepe Gordon, en el maravilloso libro titulado "El inconcebible universo", nos cuenta de la cercanía de la ciencia y la literatura, teniendo como aglutinante a las metáforas. ¿Quién le "espejea" a quién? La imaginación es lo mejor que nos pudo suceder.


Los niños son capaces de ver "más allá de lo evidente", dijera un personaje mitad humano mitad felino. Lo micro explica lo macro. Las comparaciones, las analogías, las metáforas, ayudan a los niños a mirar el mundo desde distintos ángulos. Mi MiniMi me salvó de la ceguera al descubrir un agujero donde yo, neció, miraba una tuerca. 


Todo lo que se imagina es posible, sin duda. Cuando alguien se atrevió a decir que era posible la existencia de un "agujero esférico", pocos le creyeron, dejando el tema a la ciencia ficción, hasta que pudo registrarse en una fotografía. ¿Quién lo explica? ¿Cómo funciona? ¿Para qué sirve? Acá es donde aparecen las analogías, las metáforas... la poesía.


Quizá digan que desvarío, pero imaginar otras posibilidades de lectura nos expande la visión, multiplica nuestra mirada y hace que las cosas "sin sentido" no estén tan descolocadas. El universo de las palabras y sus muchas posibilidades nos llevan a construir y reconstruir "mundos". En lo personal me encantan los palabrarismos (Ven, seremos / Venceremos).


Hoy durante dos horas ensayamos palabrarismos a través de los refranes, estoy seguro de que esa mirada expandida les enseñó a mis compañeras lo divertido y hasta placentero que resulta "descolocar" las palabras, desacralizarlas, jugar con ellas y después reconstruirlas con nuevos significados (el que con libros anda, a leer se enseña).


Construimos historias de la nada, imaginando qué forma tienen las nubes cuando las vemos. De ahí salieron infinidad de personajes que después se unieron para contar una historia breve, narrando de manera divertida y con distintas voces y asombros lo creado. Estoy seguro de que a mi cunca July le encantaría la manera en que matizaron y actuaron a los personajes. 


Terminamos contentos, yo el que más. Estoy seguro de que ahora piensan distinto cuando de leer se trata. No se habló de ninguna lectura obligada o "útil", sino de la lectura voluntaria, de las muchas maneras de atrapar lectores, de hacer lectores que de a poco vayan incrementando su capital cultural y, por añadidura, construyendo sus propios pensamientos. 


Durante dos horas me olvidé de la burocracia tan burócrata, de la falta de imaginación, de la rigidez casi cadavérica en la manera de hacer que las cosas sucedan. Cuando se dice leer, se habla no solo de libros, se habla también de lo que se escucha, se huele, se mira, se toca o se come (ahora mismo "delicio" un tamal de hoja de milpa). Somos animales del lenguaje.


Ojalá y nos volvamos a ver pronto pero en Copoya, porque me encantaría exorcizar el éxito de mis fracasos, dando seguimiento a todos aquellos quienes nos visitan para volver a compartir historias, propias o ajenas, reales o ficticias, alegres o tristes. Vernos para intercambiar asombros, para aportar o desechar ideas y mantener nuestro capital cultural actualizado.


Para no parecernos a José Arcadio, de Cien años de soledad, que ignoraba de las cosas de su tiempo pero tenía la sabiduría del hombre medieval. Agradezco a Xóchitl la admiración y el cariño, que es mutuo. A mi querido amigo Ramón Preocupón, a mi colega Liz, a Hervin y también a mis maestros y compañeros, como Santana García.


Ya casi se termina el año y aún no quiero ver hacia atrás. No sé cuánto camino recorrimos este año y aún falta sumar dos actividades más. Mi cunca Julissa y YoMeroMaromero debemos reunirnos para hacer una evaluación, desechar lo que no funcionó, potenciar lo que sí, incorporando nuevas estrategias de fomento lectoescritor. 


Gracias por leer este blog, quienes lo construimos sabemos que leer es el camino. Las fotografías son una cortesía de Ramón Preocupón, Xóchitl y YoMeroMaromero... Por mejores lectores y escritores.


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