Ray Zopilote y YoMeroMaromero tuvimos (por tercera vez) el privilegio de acompañar a
promotores, mediadores y demás personas vinculadas con los libros y el
fomento a la lectura, con la charla ¿Qué son los promotores de lectura?
Lo anterior como parte de los cursos y talleres del proyecto ¡Invitemos a
Leer!, pero ahora en Tapachula de Córdova y Ordóñez.
El espacio fue la Biblioteca Pública Fray Matías de Córdova, donde nos esperaban más de cuarenta compañeros, con su calor humano, que aunado al calor del soconusco nos derritió de gusto por compartirles cómo demonios es que estamos metidos en esto de la contadera de historias y de la promoción de la lectura y de la escritura aquí, allá y acullá.
Viajamos toda la noche para amanecer en Tapachula, y confesar
que nos divertimos cada vez que salimos a contar historias y a
compartir estrategias para el fomento lector, buscando lo que desde hace
mucho se busca sin encontrarlo plenamente: empoderar a los niños y
niñas, jóvenes y los que se dejen, en su derecho a la lectura.
Andamos
cazando lectores, no para que todos sean artistas, sino para que nadie
sea esclavo (Rodari dixit). Andamos compartiendo asombros para que otros a su vez compartan más asombros, y así, multiplicados, nos volvamos "los asombrosos multiversos lectoescritores imaginantes" (ejem ejem... disculpen, creo que es el calor el que me hace escribir así ¿no es una maravilla?)
Y bueno, escuchamos cuentos, jugamos a recordar, a imaginar, después les compartimos !Basta de cuentos! (introducción
al arte de contar historias) que mi compañera
Haide Zúñiga Pineda, especialista en Procesos Culturales Lecto -
Escritores me compartió, originando ese nombre, tomado
del popular juego ¡BASTA! ¿Lo recuerdan? Se trata de escribir palabras a
partir de una letra (consonante o vocal) de rubros específicos: Nombre
propio, apellido, ciudad, cosa, color, flor o fruto y animal.
Después nos dimos gusto jugando Mondongo. Ambos (basta de cuentos y mondongo) son divertidos y bastante aleccionadores, porque nos permiten ejercitar la memoria, los conocimientos previos y sobre todo la ortografía, haciendo inolvidables palabras tan simples como María, Arándano, Águila, entre otras linduras tan maltratadas por el descuido de quienes las escriben.
(la ortografía no sólo es conocimiento de reglas, sino también de la memoria, que se ejercita cuando se es lector, y que a fuerza de leer y escribir termina aprendiendo cómo se escribe una palabra o palabras, se aumenta el vocabulario y se nutre el alma..sí, el alma, aunque usted no lo crea)
Es la tercera vez que compartimos
nuestros gustos e ideas con quienes se acercan al fomento de la lectura
en escuelas, calles, parques y donde se pueda. Mi querido Zopilote se
regodea entre los cuentos que más le gustan, es un mago, un
prestidigitador.
Se lo comenté a una de las compañeras que lo observaba
mientras leía historias a unos niños que aún no vuelven a sus aulas por
las afectaciones de los temblores. "¿Cuál es la mejor manera de contar
los cuentos?" me preguntó, y yo le dije que la mejor manera es que quien
lo cuenta, se divierta, sencillamente.
El Zopi, libro en mano iba de acá para allá, divertido, saltando entre
palabras, asombros, risas del público conocedor (el muchachiterío),
personajes, voces dentro de otras voces... un mago igual a René Lavand, mago argentino de "un solo brazo".
Este mago desarrollaba sus rutinas apoyado en narraciones que te iban dejando dardos en la memoria,
imágenes acompasadas que ahora Ray Zopilote, con un libro en la mano de batuta, llevaba de
un lado a otro a niños y niñas, divertidos, siendo parte de eso que
apenas tres horas antes comentamos, platicamos y compartimos. Los niños
primero, eso que ni qué.
Por segunda vez el Zopilote se aventó lo mejor de su repertorio al aire
libre, contando cuentos a público en general, en el parque Bicentenario,
al ritmo de no sé cuantos grados de calor (nocturno), qudando
gratamente sorprendidos por quienes tuvieron la atención de subir al
escenario a compartirnos cuentos y canciones.
Pareciera que el progreso es un fracaso cada vez que se viaja a una
ciudad capital, y se mira hacia cualquier lado. Los discursos no solo
suenan huecos, sino hasta suicidas. Las fotografías de políticos
abrazando libros o disfrutando de la lectura no venden... ni siquiera existen.
Vende más
abrazar niños, viejecitos, personas pobres. Vende más inaugurar cien
metros (o más) de concreto. No hemos podido aún consolidar, aunque sea
un poco, el sueño de ciudades lectoras, pero algo se hace (y se hace
bien, a pesar de las autoridades). Disculpen el desvarío.
Volviendo a esa tarde noche, el buen Zopilote me invitó a cantar en el medio de un cuento de un hombre gris, que tenía un traje gris, un trabajo gris, y así, gris y más gris (el zopi no lo sabe, pero estas semanas de verdad que han sido grises para mí). Canté, pero el calor me "sacó el aire". No llegué a la nota igual a lo realizado en Comitán.
Una de las personas que se subió a contar un cuento al escenario, fue una compañera de la charla-taller impartida por la mañana. Antes de tomar el micrófono me confesó que ella en realidad no era lectora, pero con tal de que su hijo se hiciera lector es que se transformó en su cuenta cuentos personal, y vaya que sabe contar cuentos. Nos dejó gratamente sorprendidos.
En cada giro, cada palabra dicha. En cada voz de algún personaje miraba a su hijo, entre el público, y entonces yo pensaba en una canción, en un poema dedicado a un fan, al mejor público que ella tiene. Lo vi en sus ojos, en cada expresión. Fue el cuento más honesto, más verdadero que haya presenciado, tanto, que olvidé por unos minutos el calorón de la noche. Zopilote está de acuerdo conmigo.
Este viaje no hubiera sido posible sin el entusiasmo y el esfuerzo de Ramón Martínez Mancilla, responsable (y bastante) de la Oficina de Fomento a la Lectura y la Escritura, de la Red Estatal de Biliotecas Públicas de Chiapas, y a los compañeros Hervin, Elizbeth, Teresita, Araceli y Antonio.
Sin más, ésta fue la aventura por el Soconusco... Por mejores lectores...